Marwan bebe de Wislawa Szymborska, de Juan Bonilla, de Benjamín Prado. Es un poeta sin foulard -¡gracias!- y vende mucho más que los que se disfrazan de literato y se dan aires en las coctelerías, es un cantautor criado en la red social y aupado en el boca a boca, solito pero valiente. Marwan, más edulcorado o no, a ratos contundente, es un augur del desamor de andar por casa, útil para medir la desdicha en algún páramo entre la masturbación y el espidifén. Comparte algo con los tarotistas de nuestras madrugadas viendo la tele: ha encontrado la fórmula emocional que identifica a unos, a otros y a los siguientes. Para que no nos creamos tan genuinos, oiga.
Es el preferido de las niñas tiernas cuando se arranca con sus tonadillas dramáticas: “Comprender que hay ciertos trenes, ciertas bocas, ciertas pieles que no acaban regresando”, canta en La vida cuesta, single de su nuevo disco, Mis paisajes interiores. Pero también afila el colmillo y empuña la guitarra cuando la desigualdad aprieta, como en la letra antigua de Propuestas para un mundo dormido: “Consiste en que la sangre se te incendie cuando el parlamento acceda y limpie el culo al capital; consiste en sospechar del presidente… no sé si te has dado cuenta, estoy hablando de cambiar”.
Sigue siendo un prolífico creador bajo la mirada del envidioso: claro que hay cantautores más frescos y poetas más exquisitos, pero Marwan se maneja con dignidad y éxito en todas sus artes. “Esta es la ecuación de los tiempos”, canta en uno de sus nuevos estribillos. Que aprendan.
¿El cantautor tiene alguna responsabilidad política en 2017?
No creo que nadie esté obligado a tener una responsabilidad en su arte. Yo creo que el arte es lo que a uno le nazca. En mi caso, yo la tengo por cómo soy como persona. No es política, es una responsabilidad como ser humano de promover ideas o acciones que mejoren este mundo, y muchas tienen que ver con la política. Hay que acabar con la desigualdad. Es lo principal con lo que hay que terminar en este mundo. Yo soy una persona implicada, no tanto en mis canciones…
Que también tiene alguna.
Sí, tengo, tengo, pero ¿sabes qué? Temo tanto caer en el panfleto que no escribo tanta canción social como poesía social. Poesía mucha más. En mi último libro hay una sección que se llama It’s all about money. Todo trata sobre dinero.
¿Por qué afecta la plataforma? ¿Disco no, pero poemario sí?
Pues porque en poesía y rap, que es cantar pero es hablado, en cierto modo, no sé por qué se pueden decir las verdades en plata. Pero en canción las verdades quedan panfletarias. Es así. Hay que decirlo de un modo más fino. Cuando le pones una melodía, de verdad… lo importante es dónde colocas la cámara. Hay que contarlo claro y protesta, pero no debe parecer un tío con una pancarta. Es difícil. Yo tengo alguna social, como Necesito un país o Propuestas para un mundo dormido, o aquí, en La ecuación, hablo de cosas muy sociales, de los males del mundo actual, de Occidente sobre todo… otras como Meninos da rúa o Los hijos de las piedras. Tengo más inquietudes sociales de las que pueda aparentar en mi obra, pero me cuesta.
¿Una canción que recuerde -no tiene que ser suya- que no caiga en el panfleto pero sea efectiva?
Pienso en alguna mía. En Meninos da rúa o Necesito un país no reprocho nada a nadie, Nach un poco más… ¡porque el rap puede, el rap puede reprochar…! Pero, desde mi punto de vista, la canción debe sugerir. Y eso que yo también escribí con Nach la parte de su rap, pero yo diría que es una canción propuesta, no una canción protesta. Sugiero el tipo de sensibilidad que yo necesito y que creo que necesita la gente para que haya un mundo igualitario y un mundo en paz.
¿Cómo ve el tránsito de la canción protesta desde la Transición hasta aquí? ¿Nos estamos acobardando? ¿No echa de menos el interpelar, como interpelaba Krahe en Cuervo ingenuo? En los últimos tiempos, sólo recuerdo algo parecido con Iván Ferreiro en Ciudadano A.
Pues mira. Estamos tan bombardeados por las malas noticias que a veces casi ni nos sorprenden, ése es uno de los factores que hacen que no hagamos tanta canción social. Y creo que estamos acomodados. Acomodados ante los atropellos. Se ha normalizado el atropello social. Es algo que está ahí y ya no nos impresionan tanto las matanzas, ¡porque son tantas…! Ya no nos sorprenden tanto y eso es terrible, para mí es una de las malas consecuencias de la globalización. Tanta información que no puedes cribar, tanta desgracia que no puedes cribar… supongo que eso es lo que hace que no se haga tanta canción social.
Ahora se habla, también dentro de lo social, más desde un punto de vista psicológico, de las relaciones con los demás… si te fijas, en el siglo pasado, la ciencia principal fue la sociología y en este siglo la ciencia principal está siendo la psicología. Y eso se ve reflejado en el arte a lo bestia. Cuando me dicen “tú no haces canción social...”. Cómo que no. Yo no hablo sólo de “tú me has roto el corazón”, no. Hablo de las variantes psicológicas que están haciendo que alguien tenga esos miedos o esas inseguridades.
Relaciones de poder, de algún modo.
Tal cual. Y creo que vivimos más dentro de nosotros, en una búsqueda más interior que en una búsqueda exterior. Creo. Hay una brecha tan brutal dentro del ciudadano de a pie y los poderes políticos y los poderes fácticos, que a mí se me queda muy grande, me provoca mucha frustración. Me provoca mucho malestar ver el debate gallináceo o la agresión verbal continua que hay en el Congreso y que nadie quiera escuchar a nadie. Sé que eso en los últimos años me está haciendo meterme más dentro de mí. No hay empatía en los escaños.
¿Con quién está más enfadado usted en este escenario político? Quiero decir, si tuviera que interpelar a un responsable y dedicarle una canción, ¿a quién sería y qué le diría?
Se la haría al Gobierno entero.
Concrete.
A Rajoy, claramente, le diría que es un irresponsable absoluto y que gobierna para los ricos. La crisis no ha terminado: quizá en cifras macroeconómicas hayamos mejorado como país, pero en cifrasmicroeconómicas, las que afectan a los ciudadanos de a pie… ellos no han visto apenas esa mejoría y la gente sigue estando mal. Sobre todo, es que es un partido corrupto. No puede ser que un partido corrupto esté gobernando. Es algo fuera de toda lógica.
¿Por qué entonces este síndrome de Estocolmo?
Bueno, porque muchas veces se vota al menos malo, y habrá gente que piense que Rajoy es el menos malo. Y también porque está demostrado que en un 97% lo que votamos es lo que votaron nuestros padres, y nuestra ideología es la de nuestros padres.
¿Usted cree?
Generalmente, sí. Votar a un partido se ha vuelto algo más emocional que algo racional.
Los partidos son los nuevos equipos de fútbol.
Totalmente. Nos volvemos hooligans de nuestra ideología. Pensamos que nuestra ideología es lo que hemos aprendido o lo que nos han impuesto, y votamos incluso por encima de nuestra lógica. A mí me parece muy bien que alguien sea del PP, está en su derecho, o del PSOE, o de Podemos, o de Ciudadanos, o de IU. Que cada uno sea de lo que quiera. Pero en el momento en el que los colores de tu camiseta pasan por encima de la lógica y de las cosas que incluso son buenas para ti, te convierte en un idiota que lo sigas votando. Te convierte en un imbécil, en un ignorante, y eso es lo que está sucediendo, que votamos como hooligans. Se vota desde el corazón, puramente. “Éste es el mío y lo voto haga lo que haga”. No, mira, no es tuyo ni es nada (risas).
He leído una entrevista suya donde decía que participó en un mitin de IU en Granada.
Sí.
No sé si habrá hecho usted el tránsito a Unidos Podemos y si ha sufrido ya alguna decepción.
No, no me ha decepcionado. Si todavía no ha hecho muchas cosas…
Parece que reina cierto desencanto entre los votantes de Podemos.
No, todavía no ha hecho muchas cosas. Los partidos de izquierdas están muy golpeados por una masa de medios y de poderes fácticos tal que… nah, si no han gobernado apenas. En Madrid estoy muy contento con lo que está haciendo Carmena.
¿Qué propuestas políticas necesita la industria cultural?
Necesitamos un apoyo real a la cultura. A nivel económico, a nivel de espacios y a nivel, claro, de bajada de impuestos, porque lo cierto es que de un día para otro, entre que subió el IRPF un 8% y el IVA un no sé cuántos por ciento, nos bajaron el sueldo un 13% a los artistas. A mí y a muchos otros. Y ahogaron a muchos pequeños artistas, a muchos cines, a pequeñas compañías que vivían de esto… hacen falta políticas sensibles. Dijeron que iba a haber políticas de mecenazgo, decía Wert, y no han existido, no han existido partidas económicas en condiciones para organizar nada. Hace falta gente que tenga sensibilidad.
¿Cómo es la supervivencia del cantautor / poeta? ¿Cómo es un día a día en su vida, cómo se llega a fin de mes?
En mi caso tengo bastante éxito. Soy un long-seller, que se llama, he vendido muchísimos libros, más de 100.000, entre los dos libros son ciento y pico mil y eso me permite vivir bien de lo que hago, viajo, toco mucho, me he esforzado mucho y he logrado tener una cantidad x de público que me permite vivir bien de la música, pero lo cierto es que no es lo más común, hay creadores de un talento brutal que no han encontrado manera de expandir eso, o no han tenido el apoyo… aunque no es obligatorio recibir apoyo, también se lo puede crear uno, pero es cierto que si hubiese políticas sensibles… estaría bien, porque el arte es un bien universal, el arte y la cultura. Y es lo que nos convierte en seres humanos decentes, y lo que nos hace conocernos, y explicar nuestros tormentos. Esos lugares donde la ciencia no llega.
¿A qué cree que se debe este nuevo boom poético? ¿Por qué vuelve interesar la poesía, especialmente entre los más jóvenes?
Hombre, yo creo que principalmente por internet. Se ha puesto un poco de moda, seamos realistas. No hemos inventado el fuego ni somos unos poetas descomunales. No somos ni tan buenos ni tan malos como dicen, por tener éxito. Internet hace que a través de un poema en instagram se llegue a miles de personas que lo ven, que le dan a me gusta, que lo compartan… Twitter lo mismo. Hay gente que escribe muy buena poesía dentro de esto y gente que escribe peor, como todo en la vida.
El otro día leí que la editorial Frida, en la que participa, se ha rebautizado como “Mueve tu lengua” y contó en su presentación con poetas de la talla de Carlos Marzal o Felipe Benítez Reyes. Decían que querían ampliar su público y no dedicarse sólo a adolescentes. ¿Cómo se hace eso?
En mi caso, sé que tengo más gente que me escucha o me lee de los 16 a los 35 años, por buscar un rango… pero luego es verdad que cuando hago una firma en la Feria del Libro viene el de 16, el de 36 y el de 56. De verdad. Una vez estaba firmando al lado de mi agente literaria y me decía “tío, vienen de todas las edades, estoy alucinando, pensaba que todos eran jóvenes”. Y no. Mayormente sí, son jóvenes, pero también es que el joven es el grupo más consumidor de música, y yo soy un músico al fin y al cabo, también hago poesía… lo he hecho todo a través de las redes sociales y ahí hay más gente joven, es normal que me conozca más gente joven.
Pero yo he ido a clubs de lectura de gente mayor, de gente de 50 para arriba y estaban totalmente emocionados con el libro también. Creo que trato temas universales como el amor y el desamor, y no hablo de cosas infantiles… quizá en mi primer libro sí tengo algunos poemas que son más ñoños, y te lo reconozco y no pasa nada, era su momento, los hice y encantado. Pero ahora hablo de cosas adultas. Tengo 38 años y hablo desde un punto de vista bastante reflexivo.
¿Qué le parece que en momentos tan dolorosos y sensibles como los del atentado terrorista de Barcelona se recuperen himnos como Imagine? ¿La música sirve de algo en situaciones tan críticas, o le parece que recurrir a estos temas es una frivolidad, una ñoñería?
Yo creo que lanzar mensajes de unión siempre es positivo. La música no puede cambiar el mundo, pero sí puede crear conciencia o tocar ciertos corazones. Un himno sí puede crear lazos entre la gente, y a mí me parece genial, sobre todo para defender valores tan positivos como la paz.
Habla mucho en sus letras de la desigualdad. “Consiste en que la sangre se te incendie, cuando el parlamento acceda y limpie el culo al capital...”. ¿Estamos en un sistema equivocado, a su juicio? ¿Es usted comunista?
Eh… el comunismo me parece ideal desde el punto de vista ideológico, pero absolutamente inviable desde el punto de vista humano.
¿Por qué?
Porque somos imperfectos, los seres humanos. Ya está. ¡Sería ideal que el comunismo existiera y hubiese igualdad! Pero es imposible llevarlo a cabo.
¿Pomos malos por naturaleza?
No, no, pero a veces, nuestras tendencias son egoístas. Es muy difícil. Porque para dirigir cualquier sistema siempre tiene que haber alguien que esté arriba. No me llega la inteligencia para plantear otra cosa (risas).
¿A quién haría usted ministro de Cultura?
Yo hubiese hecho ministro de Cultura a Javier Krahe.
Mejor un vivo, ¿no? Además, Krahe era anarquista.
Pues a Luis García Montero. Es un ser humano impresionante. A Alberto Garzón también lo haría ministro de Cultura. Es también una persona muy decente.