Las políticas de Facebook continúan enredando puritanismo, incoherencia y surrealismo. El contenido que consideran inapropiado provoca escenas delirantes: una fotografía de La sirenita de Copenhague fue retirada de Facebook, por ejemplo, porque “mostraba demasiada piel desnuda o connotaciones sexuales evidentes”. Hoy, tras el cierre de las revistas Interviú y Tiempo, una imagen que sobrevivió al tardofranquismo no ha soportado la moral digital de 2018: el mítico desnudo de Marisol en Interviú, allá en el 76, ha sido censurado por Facebook cuarenta años después de su publicación original.
Lo contaba el periodista y profesor Juan Pablo Bellido en su cuenta de Twitter: Bellido lleva siete años publicando, cada noche, en torno a 70 portadas de medios nacionales e internacionales, como forma de repasar el panorama informativo y tomarle el pulso a la actualidad y a la intención editorial de cada medio. Hoy martes, el profesional explicaba lo siguiente: “Facebook me ha cerrado temporalmente mi página por haber compartido esta portada (junto a todas las demás)”. Se refiere a la portada en la que Papel había recreado la icónica imagen de Marisol. “Pues se ve que la portada de Marisol es tan sumamente sacrílega que me han bloqueado la administración de todas las demás páginas de Facebook, no sólo de la que recoge las portadas de la jornada #PaMearYNoEcharGota”.
Muchos usuarios se han mostrado indignados por la decisión de la empresa de Zuckerberg y han solicitado la reapertura de las páginas el periodista, recordando que prima “la libertad de expresión y el pluralismo informativo”. El sentido histórico e informativo de la fotografía se han quedado por el camino: Facebook no entiende de matices. Los censores nunca lo hacen. No captan el valor cultural ni el humor, y si no que se lo pregunten a los directores de El Mundo Today, acostumbrados a ser penalizados por la célebre red social, como contaban en esta entrevista.
Lo denunciaba hoy mismo la cantante China Patino en una entrevista con EL ESPAÑOL. También ella posó para Interviú, en dos ocasiones, y se quejaba de cómo ha cambiado la mirada social ante el desnudo femenino. “Después la Iglesia con que si somos el pecado, el objeto de deseo… luego el “Free the Nipple”. Y ahora, en 2018, no se pueden enseñar pezones en Instagram. Es muy fuerte. Yo pienso: ¿que no se puede? Pues nada, ¡todas en pelotas!”. Y tiene razón: ahora la libertad de expresión -artística, corporal- la marcan las empresas. Con todos los debates que eso plantea.
Facebook expone su política de contenido respecto a los desnudos de la siguiente forma: “Eliminamos fotografías que muestren los genitales o las nalgas en su totalidad y de una forma directa. También restringimos algunas imágenes de senos femeninos si se muestra el pezón, pero siempre permitimos fotos de mujeres amamantando o que muestren los pechos con cicatrices por una mastectomía. También permitimos fotografías de pinturas, esculturas y otras obras de arte donde se muestren figuras desnudas”.
Política de Facebook: masturbación no, Franco sí
No es del todo cierto lo que expone la empresa: muchas imágenes de mujeres que amamantan a sus hijos han sido censuradas, aunque luego repuestas. Al periódico francés Le Monde le ocurrió con la foto de una mujer haciéndose una mamografía. “Inapropiado”. O recuerden el caso de la poeta y periodista Luna Miguel, que escribió un libro titulado El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina (Capitán Swing). La portada del tomo era sencilla, nada explícita: un trazo azul simbolizaba la vulva y una mano, también icónica, acercaba un dedo al genital femenino. Un usuario denunció esa foto como inapropiada y la red social le cerró la cuenta. "Esto es muy duro, después de llevar tanto tiempo ahí y sabiendo que parte de tu trabajo depende de ello. Me da mucha rabia porque mi trabajo depende un poco de las redes sociales", contaba entonces a EL ESPAÑOL.
A Twitter le pasa lo mismo con determinados desnudos artísticos, ¡aún en pintura! Ahí la historia de aquella cajita de tafilete rojo de 8 centímetros que guardaba, en su interior, un secreto: una diminuta pintura de unos pechos, de la pintora norteamericana Sarah Goodridge (Metropolitan Museum). Demasiado para la moral puritana y conservadora del siglo XIX, pero también para los tuiteros del XXI.
Menos exigente se muestra Facebook con los símbolos franquistas. En las semanas de mayor tensión con la cuestión de la independencia catalana, hubo muchos usuarios que aprovecharon para rescatar símbolos y banderas de la dictadura y hacer apología del franquismo en la red social. Aunque en su política de empresa asegura que “Facebook elimina el lenguaje que incita al odio, es decir, todo contenido que ataca directamente a personas en función de lo siguiente: Raza, Grupo étnico, Nacionalidad, Religión, Orientación sexual, Sexo, género o identidad de género, Discapacidades o enfermedades graves”, no se efectúa. Tampoco admiten, dicen, “organizaciones ni personas dedicadas a promover el odio hacia estos grupos protegidos”. Pero allá campan grupos como ‘88 Heil Hitler’ o el ‘Viva ‘Franco’, por no hablar de comentarios como “maricones de mierda” para referirse a One Direction o Justin Bieber. Cómo esperar inteligencia de la censura.