El sábado pasado ocurrió un hecho trascendente en la industria editorial y en la vida de los autores: la narrativa española entró en el debate sobre la vida de los personajes de Sálvame Deluxe. Kiko Matamoros reconocía que ha aparecido un libro en su vida que le ha despertado su instinto paternal. Explicó que se sentía más cerca de sus hijos tras leer el libro de Manuel Vilas, Ordesa (Alfaguara), en el que el autor aragonés recorre su relación con su padre.
Esa noche, tras las declaraciones literarias de la estrella del salseo, las ventas del libro se dispararon en Amazon. El Matamoros lector se había disfrazado del Matamoros personaje para conquistar el plató de Troya con una invitación a la lectura a los millones de espectadores que seguían atentos su evolución familiar, tras haber decidido que abandonaba la televisión para siempre.
Todavía tuvo tiempo, antes de despedirse de sus ex compañeros, de citar una fábula incluida en la novela República Luminosa, de Andrés Barba, Premio Herralde de novela. Por si fuera poco, Matamoros se declaró “defensor del disidente”, una figura que encaja a la perfección en el arquetipo del ciudadano que se rebela contra la carnaza televisiva y apaga la tele para abrir un libro. En esta entrevista comenta que siempre lo ha sido, no sólo por su prima Almudena Grandes, sino porque en su casa había afición a la lectura. Pero sí, ahora que se ha retirado del ruido, puede sacarle a la mañana varias decenas de páginas.
Tres millones
Ya le hubiera gustado al Ministerio de Cultura imaginar una campaña de fomento a la lectura como la que perpetró Kiko el pasado sábado en Sálvame Deluxe. “Hay espacios en la televisión donde se reivindica la lectura. En La 2 tienes un programa, pero claro ¿quién ve eso? Gente que es consumidora habitual de literatura. Esos espacios no logran vender más libros, porque llegan a un público convencido, que ya se encarga de acceder a los que quieren. Así que tienes ahí, en ese momento, en esa plataforma, una audiencia de casi tres millones de personas... por nada que suceda ya se notará en las ventas”.
Nos ha citado en su campo base en la calle Velázquez de Madrid, en un restaurante cercano al parque del Retiro. Tiene una catacumba acogedora donde todo está a disposición de la estrella mediática, que reflexiona sobre la importancia de la incidencia de la televisión en los hábitos y costumbres lectores y en los resultados editoriales. Jorge Javier Vázquez, cuenta, logró superar la barrera de los 200.000 ejemplares vendidos con La vida iba en serio (Planeta). “Hoy un éxito es vender más de 25.000 ejemplares. Todo ocurre en la televisión. Es tan amplio el abanico al que te diriges”.
Quizá sea este lugar, quizá que no haya cámaras, quizá que estamos con la persona y no con el personaje, pero este Matamoros se muestra más reflexivo y calmado. Cuenta lo mucho que admira a su tío abuelo Eloy Ripoll del Río, escritor y exiliado. Escucha y muestra otro lado que contrasta con sus apariciones: el político. Habla de cómo Jorge Javier ha templado y reconducido las ideas más extremistas de sus colaboradores. Recuerda cómo hace años Belén Esteban hacía “populismo carcelario” con Marta del Castillo o a Rosa Benito diciendo que con Franco se vivía mejor.
La Movida es algo que le vino al poder político de puta madre. Si fuisteis los tontos útiles, una fiesta de charol y purpurina que no pasó de ahí
Le cabrea el desmantelamiento del pasado, la mentira y la manipulación. El otro día leía una entrevista con Bibiana Fernández, en la que decía que a los de la Movida hoy les habrían metido a todos en la cárcel. “¡Pero qué gilipollez es esa! Cómo es posible que lance ese mensaje y se lo crea, pero si la Movida es algo que le vino al poder político de puta madre. Si fuisteis los tontos útiles, una fiesta de charol y purpurina que no pasó de ahí. Vendían lo modernos que eran y seguían matando gente en las manifestaciones. Pero, ¿de qué estáis hablando? Me pone de muy lama leche negar lo que ha sido este país ha sido y lo que se niega a aceptar me parece escandaloso”. Tampoco le agrada que Rufián compare nuestros días con el franquismo.
Pasar por caja
Volvemos a la literatura en plató. El mismo día que se presentó en el Sálvame para hablar de su vida y de sus lecturas, Jorge Javier Vázquez invitó a Pablo Carbonell para hablar de su libro de memorias, publicado el año pasado. ¿Qué está pasando? “Sería muy higiénico que se hablara más de libros, pero ten en cuenta que luego se entra en conflicto los intereses comerciales de PubliEspaña. Se preguntan por qué las editoriales no pagan si se habla de sus productos”, cuenta.
Mario Vargas Llosa todavía no ha pisado el plató de Sálvame, pero antes sí se recomendaban libros que publicaban sus colegas, hasta que los directores comerciales pusieron tarifa. Y se acabó la promoción del producto libro. Y la cosa se desmontó. “Al programa le vendría muy bien, porque entraría un poquito de oxígeno para que el ambiente fuera más respirable”, dice.
A Sálvame le vendría muy bien que fuera Vargas Llosa, porque entraría un poquito de oxígeno para que el ambiente fuera más respirable
¿Entre el público lector y el público televisivo puede haber comunión o sólo es una relación de conflicto? “Hay comunión. La televisión no puede negar que sea un producto de entretenimiento y cualquiera se comunica con ella. Negarlo es engañarse, porque además no tiene importancia”, explica el colaborador que más horas de televisión ha hecho en este país, en los últimos cuatro años. Dice que ahora tiene mucho más tiempo, pero que nunca ha dejado de leer. “No soy capaz de leer 300 páginas a diario, pero mi hora de lectura diaria no me la ha quitado nadie nunca”.
“La televisión es el teatro de los griegos. Los esclavos iban al teatro cinco siglos antes de Cristo”. No había otra cosa… para los esclavos. “La televisión es el mejor vehículo de transmitir entretenimiento, pero de baja calidad cultural o prácticamente nula. Pero, al final, si lo piensas, lo que más vende en la televisión son las tragedias familiares. Antes de Sálvame fue Sófocles, Eurípides y Esquilo, y Shakespeare y García Lorca”.
Las tragedias venden
Y se pregunta en alto qué es lo que ha vendido más estos años en el Sálvame: las trifulcas entre los de Rosa Benito y los Mohedano; los conflictos de Rocío Jurado y sus hermanos y su padrastro. Conflicto familiar, drama “y saber que a los hijos de los dioses les iba mucho peor que a ellos”. Esta es la clave para el espectador, asegura, saber que los que viven en la Moraleja y tienen un Mercedes, “son más infelices”. “Esto es bastante balsámico”, dice. “La tele suple un papel que antes era del teatro y de la literatura por los siglos de los siglos”.
Horas después de esta conversación, Kiko manda un mensaje sobre algo importante en esto de los dramas familiares. Una película que une al público más culto, dice, con el infradotado intelectual, por puro consumo de morbo: "El desencanto [Jaime Chávarri, 1976] es un docudrama de culto por una cuestión puramente morbosa: ver a los Panero tirándose a la cabeza el cadáver del padre de familia. Vale que esconde otras lecturas, pero lo que en el fondo seduce y escandaliza es esa versión cambiada del mito de Saturno".
Ahora los personajes se confunden con la realidad, saltan a la calle y se los encuentran y los tutean y los consideran de su familia, los llevan metidos en vena. Forman parte de sus vidas. La ficción calando en masa, como antes lo hacían los libros y el teatro. Los nuevos lectores-espectadores ven cotidianidad en lo narrado. Lo creen. “Es como si fueras de su familia”. Si fuera un estilo literario, ¿realista? “¡Y costumbrista!”. Sálvame va más allá de las entrevistas de sofá, hay meriendas en directo. Se ven las bambalinas y los pasillos del plató. Todo parece verdad.
Es curioso como a la literatura (en papel) le cuesta tanto recuperar la verosimilitud en una sociedad desengañada y a la televisión, no. Empezando por los personajes, dice, puedes reconocer arquetipos de la literatura española en los personajes de Sálvame. Kiko Hernández sería propio de la picaresca, cuenta. “Y él juega con eso, posiblemente sin saberlo. Belén Esteban es el esperpento, Valle-Inclán puro y duro. Cada vez que habla te mete en el Callejón del Gato, una deformación constante de la realidad. María Patiño es un personaje de La casa de Bernarda Alba, con un discurso reprimido, conservador y trágico”.
Belén Esteban es el esperpento, Valle-Inclán puro y duro. Cada vez que habla te mete en el Callejón del Gato, una deformación constante de la realidad
¿Y Kiko Matamoros qué personaje literario representaba en Sálvame? “Walter Arias”. Es el protagonista de la novela de Felipe Benítez Reyes, El novio del mundo, un antihéroe de libro, entre las luces y las sombras, construido con exageraciones en una novela llena de episodios cómicos, en escenarios espantosos. Arias es un romántico y un obseso sexual, un cómico y un delincuente, un tipo al que cuesta entender, pero del que no te puedes apartar. Un encantador ciclotímico como el Barón de Münchhausen.
La novela-camilla
“Sálvame es una novela diaria”. Y sus protagonistas no son los famosos, sino los colaboradores, que han deconstruido personas en personajes. “Mientras el escritor crea un personaje y lo dota de cualidades morales a las que tú como autor debes ser fiel para no hacer un bodrio, aquí es al contrario. Es un proceso de creación en el que la persona se hace personaje”, cuenta. Sin embargo, siguen siendo personajes y “en el momento en que dejas de pertenecer al lector o al espectador, dejas de interesarles y desapareces”.
Si Sálvame es una novela, está improvisada, porque asegura que no hay guion, que se parece a una fotonovela de Corín Tellado, “de muy fácil digestión para el intelecto de cualquiera, no es Cartarescu, y entra muy bien después de comer”.
Prohibiría el reguetón. Esa sería la primera medida que tomaría como ministro de Cultura
Por eso dice que la novela debería copiar algunas cosas del Sálvame, como ha hecho Manuel Vilas. “Él se ha descargado emocionalmente en ese libro y eso llega a la gente”. De hecho, otros narradores -como Muñoz Molina y Juan José Millás- han empujado al éxito de Ordesa, que tiene en la calle 20.000 ejemplares. “Cuando ves a una persona de verdad, con problemas reales. La verdad te atrapa. A García Márquez todo el mundo se lo cree, porque está contando la verdad”, cuenta Matamoros, que fue director comercial de una editorial técnica.
Sácate el alma
“República luminosa de Andrés Barba también tiene una carga sentimental que te imanta”. Lo que engancha son las emociones. “La televisión ha cogido más de la novela, que la novela de la televisión”. Y sin embargo, los audiovisuales y la literatura, son dos medios llamados a comunicarse, a pesar de que uno no quiere relaciones con la otra porque se aburre y otra no quiere relaciones con uno, porque se degrada. “Cuando sacas el alma, el lector no puede dejar de leer”. Consejos para un joven escritor de un hombre de televisión: “Empapa tus libros de sentimientos, no traiciones a tus personajes”. Porque él se reconoce con buen ojo psicológico para describir personajes. De hecho, tiene una oferta sobre la mesa.
¿Y si Kiko Matamoros fuera ministro de Cultura? “Prohibiría el reguetón. Esa sería la primera medida. Y luego: lo mismo que hay una obligación de participar en la producción cinematográfica, también obligaría en la promoción de libros y resto de artes”.