Willy Toledo no está solo. Aunque en los últimos años, y desde el “No a la guerra”, el incorregible actor haya sido castigado social y laboralmente por sus polémicas opiniones políticas -llegando a orillas de los tribunales-, aún lo avalan sus amigos y compañeros de profesión. Lo protegen de la marginalidad, lo abrazan en un país que le expulsa. Esta semana ha sacado músculo emocional en la Parroquia San Carlos Borromeo (Entrevías), en una verbena medio improvisada para reivindicar la libertad de expresión, acompañado por Javier Bardem, Alberto San Juan y Nathalie Poza, entre otros. Puede sorprender la localización del evento, pero al habitáculo lo llaman la “iglesia roja” por algo: fue excomulgada en 2007, cuando Rouco Varela la cerró por no ceñirse a los cánones. Sus sacerdotes vestían de calle, acogían a expresidiarios y drogadictos, admitían ateos y musulmanes en misa y, en la eucaristía, en vez de hostias, repartían rosquillas. Para que los niños se animaran.
Toledo, que está siendo investigado por un presunto delito de ofensa contra los sentimientos religiosos, redondeó su performance vital invitando al evento a dos sacerdotes. A pesar de su "yo me cago en dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María”, ahí estaba Javier Baeza, párrroco del centro pastoral que acogió el evento, que ya ha tenido problemas por apoyar al actor. El Arzobispado ha contactado con él para analizar sus “implicaciones” en el caso de Willy Toledo. Baeza explica que su “vivencia de la fe y de la democracia incluye la expresión, la crítica y la discrepancia", e incluso "la beligerancia contra aquello en lo que nosotros sí creemos”. “Hoy estoy con Willy igual que ayer estuve con los refugiados, y mañana con los desahuciados”, apostilla. “Nadie puede ser juzgado por sus ideas ni por exponerlas públicamente”.
El sacerdote Benjamín Forcano, que también avala a Toledo, se ha explayado al habla con este periódico. Él es un testimonio vivo de la exclusión eclesiástica por sacar los pies del tiesto: en 1993, Roma le expulsó de su orden, junto a otros cinco claretianos progresistas. Tuvo reyerta con los sectores más conservadores de la Iglesia por su libro Nueva ética sexual (1981). “Lo publiqué hace 38 años, 15 después del Concilio Vaticano II, pero con Juan Pablo II ya de Papa, artífice de la involución, y quien paralizó el espíritu y el contenido del concilio”, relata. “En mi libro replanteaba el problema de sexualidad de las personas. Durante siglos se consolidaron el miedo, la vergüenza, la depreciación y la represión de la sexualidad, y de ahí derivaba la depreciación y repreciación del ser humano”.
En su obra sometió a revisión temas como la institución familiar, el celibato, el feminismo, el control de natalidad, el divorcio, el aborto, las relaciones prematrimoniales, la homosexualidad y hasta la masturbación. Se encuadró en las palabras del concilio Vaticano II recogidas en el Gaudium et Spes, 62, pero a pesar de ello su libro fue denunciado y el autor, sometido a un proceso extraordinario que duró diez años.
Las 'paces' de la Iglesia con el feminismo y el comunismo
Benjamín Forcano es un creyente insurgente. Recuerda que hay muchos cristianos, como él, “que critican el atraso y las contradicciones de la Iglesia, con palabras seguramente menos malsonantes que las del actor Guillermo Toledo, pero con argumentos bien fundados que determinan censuras, marginaciones y sanciones”. A propósito de la polémica de la procesión del “coño insumiso”, que ha llevado a Toledo frente a la Justicia, Forcano defiende que “en la iglesia primitiva pervive al conciencia de la igualdad del varón y la mujer, pero fue perdiendo fuerza poco a poco”. Él entiende estos exabruptos. “Los cristianos no supieron desentrañar toda la fuerza del principio igualitario del Evangelio y han acabado asumiendo que la mujer es congénitamente más débil que el varón, más ignorante y más incapaz, y, en consecuencia, que está destinada a someterse al varón y a ser protegida por él”. Lo tiene claro: la Iglesia es “patriarcal” y “machista”. No sabe acompañar al “movimiento feminista moderno”.
Los cristianos no supieron desentrañar toda la fuerza del principio igualitario del Evangelio y han acabado asumiendo que la mujer es congénitamente más débil que el varón
El sacerdote siente que las creencias comunistas de Toledo son compatibles con las de la Iglesia en su sentido originario. Pide la reconciliación entre la Iglesia y la izquierda, ya que “tienen muchas cosas en común”: “Hay pobres porque hay empobrecedores y hay oprimidos porque hay opresores. La derecha es enemiga de la igualdad y de una justa y solidaria distribución de la riqueza”, indica. “Y la parte más significativa y poderosa de la Iglesia ha hecho alianza con quienes detentan la riqueza y el poder. Lógicamente, eso choca con quienes luchan por un cambio que elimine la desigualdad y la injusticia”. Cita al mismísimo Jesucristo: “Ay de vosotros, los ricos… no se puede servir a Dios y al dinero”.
En defensa de los rebeldes
Willy Toledo, dice, “es un rebelde como en su día lo fue Jesucristo”, quien también se enfrentó a las convenciones religiosas de su época. “Hoy Jesucristo también sería acusado de ofensa contra los sentimientos religiosos”, asegura. “Ya lo fue, en su momento. Los Sumos Sacerdotes lo llamaron ‘blasfemo’ y dijeron que llevaba dentro a Belcebú”. Pero, ¿cómo creyendo Forcano en Dios y en la Virgen defiende que Willy diga que se caga en ellos? “Porque estoy convencido de que expresiones irreverentes como las de Guillermo Toledo no van contra el Dios auténtico ni contra María de Nazaret, la de verdad, sino contra un rostro de ellos desfigurado, envilecido y manipulado”, responde.
Hoy Jesucristo también sería acusado de ofensa contra los sentimientos religiosos. Ya lo fue, en su momento. Los Sumos Sacerdotes lo llamaron ‘blasfemo’ y dijeron que llevaba dentro a Belcebú
“Yo también me aparto de esa clase de Dios y de esa figura de María. Querer conectar a Jesús y a su madre María con el despotismo político, con la soberbia e hipocresía de los grandes, con la opresión y con el desprecio a los pobres… eso sí que es mentira y se convierte en blasfemia”, lanza. ¿Qué cree que diría el Papa Francisco, conocido por su progresismo, sobre el caso de Willy Toledo? “El Papa Francisco ha sabido ir a la raíz, con humildad, lucidez y coraje, y está marcando un sólido y esperanzador camino para recuperar la credibilidad de la Iglesia. Yo creo que el Papa Francisco, tras escuchar atentamente a Willy Toledo, lo comprendería. Acaso le recomendaría otro lenguaje menos inadecuado y provocativo y lo abrazaría”.