Una vez fulminado el fatídico trío Cristóbal Montoro-Íñigo Méndez de Vigo-Fernando Benzo de las políticas culturales, urge que el Estado se reconcilie con el sector. El PP ha culminado el sexenio más negro para las industrias y los creadores. La mala voluntad política del equipo de José Ignacio Wert, primero, e Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, después, han deprimido al sector, tanto en la orientación de políticas públicas como en la proyección y cooperación cultural exterior.
La Fundación Alternativas -máximo órgano intelectual de sustento del PSOE- reclamaba hace unos días en su informe anual “la necesidad de un pacto de Estado por la cultura” y de un Ministerio de Cultura autónomo “para recuperar la influencia política perdida en estos seis años”. Tal y como ha podido saber este periódico, el presidente Pedro Sánchez va a ejecutar la autonomía de cultura en el Consejo de Ministros.
Presencia y autonomía
Independizarse de Educación y Deporte es el primer gesto para alejarse lo máximo posible del legado PP. Además, es una reivindicación del propio Sánchez desde la oposición. En el debate televisado con Mariano Rajoy previo a las Elecciones Generales de 2016, el líder del PSOE anunció la creación de un Ministerio de Cultura e Industria, aunque sus consejeros culturales rectificaron inmediatamente. Cultura a solas. Así se propone en todos los programas firmados por el nuevo presidente del Gobierno.
En el Congreso, los socialistas (José Andrés Torres Mora) van a encontrar buena sintonía con Podemos (Eduardo Maura), tal y como se ha visto hasta el momento, para desarrollar nuevas políticas, a pesar de arrastrar el Plan 2020 de Benzo. Algunas de las hipótesis que se barajan para encabezar el nuevo Ministerio pasan por rescatar de nuevo a alguien del sector (un perfil como el de Ángeles González Sinde y no como Wert o Méndez de Vigo). Suena con fuerza la editora y ex diputada en la Asamblea de Madrid Ana García D'atri, ex concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid, portavoz de las Artes, Turismo y Deportes y cercanísima a Pedro Sánchez. El binomio se remataría con Ibán García del Blanco (León, 1977) como secretario de Estado.
Gestos y gastos
El dinero ya está cerrado (aunque siempre hay margen para ampliar partidas), pero los gestos son gratis. En 18 meses, el nuevo Ejecutivo no va a poder reparar los daños causados en estos seis años, ni tampoco un cambio de paradigma en la concepción de las ayudas a la cultura. Sin embargo, urge recuperar el tejido cultural arrasado, reparar la desigualdad de acceso a la cultura, aprobar el Estatuto del Artista, reformar la Ley de Mecenazgo y superar la desigualdad de género.
El PSOE y sus aliados no necesitan dinero para actuar de manera inmediata y aprobar la compatibilidad de las pensiones de los creadores jubilados, devolver el IVA al 10% en todas las industrias culturales, nombrar un administrador de la SGAE para que la entidad de gestión evite los estatutos draconianos de Fernández Sastrón, reformar la Ley de Propiedad Intelectual (que en estos momentos está en ampliación del plazo de presentación de enmiendas a la chapuza del PP), resolver las luchas sindicales abiertas contra la fusión del Teatro Real y de la Zarzuela (el PSOE no cree que el proyecto garantice la pervivencia del género), urgente ayuda al Museo del Prado para celebrar su bicentenario y Memoria Histórica (dotación económica y fomentar el apoyo judicial para las exhumaciones).
Un pacto por la cultura
El presidente Pedro Sánchez ha ido dejando rastro de sus pretensiones culturales a lo largo de estos años. El último capítulo lo mostró en las primarias del PSOE que ganó a Susana Díaz. Profundizaba entonces más en las propuestas progresistas de política cultural que su rival. De hecho, lo más importante para lo que se viene es que los alrededores susanistas no pongan las manos sobre los designios de la cultura, que se descolgó con una idea del PP para salvar las cuentas del sector: turismo y Marca España. Su gran proyecto era sacarle todo el dinero posible al turista asiático -tal cual- y rascarle el bolsillo con chirigotas culturales.
Sánchez, asesorado por Ibán García del Blanco, actual Secretario de Cultura y Deportes del PSOE y director de la Fundación Pablo Iglesias, incluyó en su programa cláusulas muy concretas, como crear un pacto político y social por la cultura, el estatuto de las artes y los artistas, introducir los lenguajes artísticos y culturales en las diferentes etapas educativas, “una ley de pluralidad lingüística”, elaborar “una verdadera” Ley de Mecenazgo, reforzar la defensa y protección de la creación en la Ley de Propiedad Intelectual y… bajar el IVA.
Un modelo para el siglo XXI
Para el nuevo presidente la cultura forma parte esencial del “nuevo activismo del Estado, de lo público y de lo comunitario”. “Hay que fomentar la producción cultural en nuestro país, como industria, como generador de puestos muy cualificados de trabajo y como una actividad que es, por definición, no sólamente económicamente útil, sino socialmente necesaria en nuestra sociedad”, escribió en sus promesas para los suyos.
“La cultura debe tener sustantividad ministerial y debe ser transversal a toda la acción política”, declara el nuevo presidente, para quien cultura y socialismo es un eje social prioritario de esa nueva socialdemocracia que imaginó hace ahora un año. “El gobierno del PSOE fue el primero en la historia que planteó un modelo cultural para España, ahora será un gobierno socialista el que desarrolle un modelo para el siglo XXI”