“Estimado Rafael Nadal: ¡No mate nuestras ilusiones!”
Los vecinos de Lisboa escriben a Rafa Nadal una carta para que restaure una pastelería histórica que el tenista ha comprado para levantar un hotel.
29 junio, 2018 12:51El tenista español es uno de los inversores del fondo español y su última adquisición ha sido una de las manzanas más destacadas de la capital portuguesa por 62 millones de euros. En uno de esos bloques se encuentra la pastelería Suiza, establecimiento que despacha desde 1922. La venta del inmueble se concedió a principios del año, pero no será hasta el 31 de agosto cuando la confitería cierre sus puertas para siempre. El propietario de la pastelería quiere vender desde hace dos veranos y no está dispuesto a mantenerla abierta.
El Foro Cidadania Lx al enterarse de la decisión del campeón convinieron escribirle una carta en modo de sensibilización sobre la importancia que la Pastelería Suiza tiene en la historia de la ciudad. En la misiva le ruegan que no destruya los establecimientos que se encuentran en la manzana, que está comprendida por cuatro edificios que ocupan más de 12.000 metros cuadrados, desde la Plaza D. Pedro hasta la Plaza Figueira. “Recordarle que en este “barrio” hay varias tiendas históricas que la ciudad no debería perder, porque para nosotros, los que vivimos en la ciudad, y para la ciudad, estas tienen una profunda relación de afectividad”.
“Estamos seguros, en el caso de la Pastelería Suiza, que si es restaurada, será la cafetería y restaurante perfecto para el futuro hotel de Rafael Nadal en Lisboa. Es la referencia que este hotel necesita”. Los vecinos concluyen la carta con un efusivo: “Estimado Rafael Nadal: ¡no mate nuestras ilusiones!”.
En estos últimos años, varios grupos inmobiliarios han llamado a la puerta del establecimiento. La pastelería tiene nueve fracciones arrendadas por las que paga unos 5.000 euros al mes ahora el dueño ha decidido vender el fondo.
Desde hace año y medio, las obras que se están llevando a cabo en las fachadas orientadas hacía la Plaza de Figueira no han ayudado en la mejora del negocio, por lo que los ciudadanos han aprovechado la carta para pedirle al tenista que “rápidamente, mande a retirar de las fachadas de los edificios los azulejos horribles que les han pegado, les devuelva las paredes pintadas como siempre fueron desde que ocurrió el terremoto de 1755”.
La Pastelería Suiza abrió sus puertas en 1922 y durante casi cien años ha sido el punto de encuentro para intelectuales judíos que huían de la Segunda Guerra Mundial, como Peggy Guggenheim, Max Ernst o Hannah Arendt que pararon en Lisboa antes de partir hacía los Estados Unidos. Años más tarde, Orson Welles, María Callas y Edward Kennedy se convirtieron en clientes asiduos de la confitería.