Pippi Calzaslargas nació en 1945 de la mano de la escritora sueca Astrid Lindgreen. Ahora la editorial Blackie Books publica el libro trayendo a nuestros días las historias de la niña con las trenzas más famosas. Fue Lindgren -quizás sin saberlo- la que parió uno de los iconos feministas más importantes de todos los tiempos. Ella fue el ejemplo de independencia y soberanía. Ella se encargó de pulverizar el machismo.
Esta niña surgió en un período convulso de la historia. Las hazañas de la benjamina llegaron al mundo topándose con las mentes más retrógradas de la época: el libro fue censurado en varios países, incluído España, por considerar a la pequeña demasiado impertinente, “antipedagógica”. No fue hasta 1975 que Pippi consiguió abrirse paso entre librerías y televisiones de millones de hogares por todo el mundo, incluída también la península ibérica.
Desde entonces, no ha dejado de captar adeptos a su filosofía. No es de extrañar, era una niña independiente, perpicaz y siempre de buen humor. Y feminista de pies a cabeza. En aquel momento el mundo se rindió ante esta superwoman de metro y medio, y hoy sigue prendido de ella, porque sus valores están vigentes ahora más que nunca. En una sociedad que creció teniendo como ídolas a princesas de cuentos, se coló Pippi Calzaslargas. Una niña con su propio nombre y apellidos.
En un momento en el que se pensaba que la vida dependía de lo delgada que se tenía las caderas y lo maravilloso que se debería tener el cabello, así como lo atractiva que deberían verse frente a los hombre. Una época que se centró en que todos esos valores eran los que de verdad tenían que preocupar.
Libre y alegre
Tener como meta en la vida encontrar esa pareja con la que pasar los días, con la que refugiarse en el castillo, a la que someterse. Todo era por un buen motivo, y es que encontrar el amor era lo único que podría desembocar en la felicidad. Porque sí, a Bella le gustaba leer… pero porque la Bestia tenía una biblioteca enorme preparada para ella. Las ambiciones de las princesas acababan donde empezaban sus obligaciones como esposas, amas de casa -no siempre, a veces, las protagonistas de los cuentos tenían sirvientas, siempre mujeres, que se encargaban de todo eso- o madres. Así lo expresaba también la periodista María de Castro en su artículo sobre el personaje en Código Nuevo.
En ese tiempo se interiorizaron todos esos roles de género, convirtiéndolos en propio, lo bien hecho, la base de una vida. Hasta que apareció Pippi y arrasó con todo lo escrito. Su figura fue importante y diferente. Una joven soñadora, resulta, feliz, pizpireta, rodeada de animales y teniendo como última preocupación su apariencia. Ella consiguió una felicidad exterior, pero sobre todo era plenamente feliz. Tenía ganas de vivir y ser libre, y a ese son pasaba los días.
El personaje de Pipi Langtrump fue una inspiración para todas aquellas niñas que se preguntaban por qué tenían que llevar faldas cuando se hacían menos daño corriendo en pantalones, por qué tenían que pensar en compartir su vida con hombres cuando los animales les gustaban mucho más.
Soberana y autónoma
Pippi y el Señor Nilson marcaron un antes y un después en la vida de muchas niñas, demostrándoles que se puede vivir sin depender de lo que los hombres piensen de ellas. A esta niña le importaba bastante poco gustarle o no a los demás.
“La niña más fuerte del mundo” como ella presumía, era la protagonista de su propia historia. Ella se encargó de hacer pedazos todos los estereotipos de género, empezando por el que señalaba que las mujeres debían ser dulces, delicadas y elegantes, y terminando por esa lección no explicada que decía que las féminas deben comer de forma remilgada para que los hombres vean lo delicado que hay en ellas. Su lema nunca fue “soy la más bonita” o “soy la princesa más dulce”, no. Ella quería ser fuerte, capaz, valiente y aventurera. Y lo consiguió.
Pese a que Pippi Langstrum fue creada en 1945, lo cierto es que fue una niña que, a día de hoy, parece seguir siendo adelantada a su tiempo. El personaje más irreverente, contestatario y libre de la historia de la literatura infantil, rompió con todo lo que considerábamos “adecuado” socialmente hablando para una chica: no pedía permiso ni perdones y sobre todo, no se rendía a los marcados estereotipos de género que tanto daño han llegado a hacer en la sociedad.
Pippi fue un referente, y lo continúa siendo. Es importante comprender que es fundamental tener ejemplos como ella y no como Ariel. Hay que olvidarse de idolatrar a una sirena que es capaz de desprenderse de una pierna para conseguir el amor de un hombre. La sociedad tendría que hacer memoria y recordar a esa pequeña con trenzas, cuya única preocupación era la de divertirse, ser independiente y valerse por sí misma. Mientras Blancanieves se perdía sola en el bosque, y buscaba la ayuda para sobrevivir de siete hombrecillos, Pippi se alimentaba ella misma y a todos los de su alrededor.
Ejemplo de mujer y valiente. Maestra sin título ni edad. Enseñó a concienciar y a llevar por bandera un: “No te preocupes por mí, que yo sé cuidarme solita”. Y claro que se sabe.