Marcos Moreno siempre está en el lado de la frontera que cualquier refugiado sueña con estar. No le gusta el paraíso en el que ha nacido -por azar o suerte-, y lleva años dándole la espalda. Desde 2008 ha estado juntado días con noches y retratando lágrimas con gritos para lograr plasmar en papel de foto la cruel realidad de personas que ayer tuvieron una vida como la tienes tú. Y al fin su verdad sale a la luz.
Este fotoperiodista que colabora con medios de mundo y medio, entre ellos El Español, National Geographic, The New York Times y The Times, -por acabar esta lista antes-, se dedica a inmortalizar y darle voz a todos aquellos que se quedan sin ella de camino hacía lo que ellos creen que es la libertad.
Con esta exposición pretende sacar a la luz la oscuridad a la que se enfrentan día tras día los refugiados, sin poner pixeles ni vendas en los ojos a nadie. Sin distorsiones ni adornos. Poniéndole nombres y nacionalidades a esos a los que los gobiernos suelen pegarle un simple número en la espalda.
Moreno puede hablar en primera persona de las dificultades a las que se enfrentan estos seres humanos, los cuales -contando con que aterrizan, desembarcan, sobreviven- apuestan todo lo que tienen por su futuro a una sola carta. Sueñan con tener algún problema menos al poner los pies en tierra que no es suya. A veces escuchan rumores como el Aquarius que les prometen una vida que nunca llegará y otras no llegan ni a escucharlos.
Marcos Moreno habla para EL ESPAÑOL de los sentimientos que las fronteras le han levantado, de la realidad que ni se habla ni se intuye, de lo poco que retumban los gritos de los que más pueden quejarse y de por qué la humanidad le está decepcionando. Y además, expone sus pruebas.
¿Por qué ha dejado de preguntarse qué le ocurre a este mundo?
Porque conforme van pasando los años y fotografiando distintas coberturas, me doy cuenta que todo es un teatro donde la gente de a pie, los ciudadanos normales y corrientes, somos meras marionetas en manos de unos pocos que deciden cuando y qué hay que hacer.
Retrata a refugiados de Belgrado, Hungría, Francia y los que provienen de África, ¿hay algún sentimiento en común a la hora de retratarles?
Claro que sí, todos son seres humanos que huyen de la guerra, las enfermedades, los malos tratos, o que simplemente buscan una vida digna para ellos y para sus familias. Vida que se les niega por ser de otra raza o religión. Sin embargo, bien que les vendemos armas, bombardeamos sus casas, les quitamos sus peces, sus minerales, sus riquezas, pero luego no queremos que vengan a nuestra tierra, así de egoísta es el ser humano.
¿Actúan diferentes a España otros países con respecto a los refugiados?
Cada país actúa de una forma y esta puede cambiar, de hecho, cambia, el ejemplo lo tenemos en Italia, un país donde se han acogido miles de personas rescatadas del Mediterráneo y que ahora le cierra la puerta de raíz, incluso peor aún, se detecta xenofobia y racismo impulsado por la ultra derecha. Hungría nunca quiso recibir a los refugiados, construyó vallas como las de Ceuta y Melilla, incluso utilizando las mismas concertinas fabricadas en España, por cierto. En cuanto a España, no he visto mucha diferencia entre el gobierno de la derecha y el de la izquierda, si, cierto es que la izquierda ha recibido y rescatado más personas, pero a la hora de informar, a la hora de que los periodistas podamos hacer nuestro trabajo, ninguna diferencia, hermetismo y obstáculos para poder mostrar lo que está sucediendo.
¿No ha tomado el gobierno ninguna medida acerca de las mujeres mulas?
No, ningún gobierno, ni el de antes, ni el de ahora, es algo que se conoce sobradamente y que se permite, estas mujeres son viudas, divorciadas, digamos que están dentro de un entorno marginal en Marruecos, se les da un permiso para entrar en España, cargar el bulto y con las mismas, salir. Sin embargo, muchas de ellas, incluso pernoctan en nuestro país, siendo ilegal, la ley no lo permite. Además cargan todo lo que pueden sostener con su cuerpo, siendo muy perjudicial para su salud, pero eso les da igual a todo el mundo. Pasan sin ser registradas por nadie, nadie sabe, ni si quiera ellas lo que llevan en eso bultos y cuando pasan por el torno hasta Marruecos, allí tienen que pagar un peaje a las autoridades marroquíes. Es un negocio redondo para ambos lados de la frontera.
¿Entre tantos pesares en las fronteras, se ha llevado alguna alegría?
La verdad que pocas, en las fronteras no suelen pasar cosas agradables, más bien lo contrario, pero tengo que decir que he hecho algunos amigos que afortunadamente están trabajando en Europa y pueden ayudar a sus familiares. O el caso de Fatima, "la niña Princesa" que al menos, vive feliz con su madre en Europa aunque su padre no lo consiguiera.
Lleva desde 2008 haciendo estas fotos, ¿ha percibido algún cambio, ayuda o mejora respecto a los refugiados?
Desgraciadamente, no los suficientes, incluso, en ocasiones, a peor. Mi opinión es que el problema no se soluciona pagando a países como Marruecos o Libia para que impidan, o intenten impedir, que esas personas pasen a Europa, la solución debe buscarse en el origen, por qué huyen? de que huyen? e invertir en sus países para que no tengan que salir de el.
¿Qué pretende conseguir con esta exposición?
Mostrar lo que muchos medios de comunicación no muestran, dar voz a quién no tiene nada, contar lo que están sufriendo esas personas y que con suerte, alguna entidad o alguna persona, sienta compasión por ellos y mejore sus vidas aunque sea un poco. Las exposiciones de fotoperiodismo sirven para contar más detalladamente lo que está ocurriendo en el mundo, ya que en algunos medios no se cuenta o se distorsiona.