¿Hablan raro los murcianos? La historia de un acento incomprendido
- El acento murciano es diana de bromas y escarnio en las redes sociales y otros ambientes, ¿pero por qué al resto de españoles les cuesta entenderlo?
- El estigma lingüístico de Susana Díaz (por andaluza)
España es una marmita en la que se revuelven multitud de culturas, de tradiciones, de formas de hablar. Cada zona goza de idiosincrasia propia, de un acento y unas expresiones características. Pero entre todas ellas destaca especialmente la región de Murcia, caracterizada por una serie de peculiaridades muy concretas, como pudo apreciar cualquiera que escuchara el pasado domingo a sus grandes campeones.
Murcia se ha convertido en una potencia mundial a nivel deportivo y sus paisanos presumen orgullosos. Alejandro Valverde, con 38 años, puso el broche de oro a su laureada carrera proclamándose campeón del mundo de ciclismo en ruta en Innsbruck (Austria), enfundándose el maillot arcoiris.
Alcanzar tierra virgen fue lo que logró, poco antes, el mismo domingo, Ana Carrasco, la primera mujer en ganar un Mundial de motociclismo. 21 añitos, viviendo en casa de sus padres y exportando la marca de Cehegín, su pueblo, por todo el globo. El joven tenista Carlos Alcaraz culminó la racha de triunfos made in la Región logrando el punto decisivo de la final de la Copa Davis Junior ante Francia.
Los murcianos han hecho sonar el himno de España sin respiro estos días, pero el resto de españoles siguen sin cogerle el punto a su acento. Que si vocales muy abiertas, como la 'e' y la 'a', que si unas consonantes que se aspiran, como la 's', que si otras son mudas... Las bromas llueven de forma continua aunque algunos se lo toman a coña —en Twitter existe un traductor murciano-español para darle guasa al debate—, ¿pero por qué a veces hay que afinar tanto el oído para entender lo que dicen los murcianos?
Responde el lingüista Jorge Diz Pico: "El acento murciano está ausente en los grandes medios de comunicación, y los murcianos que trabajan en los medios tienen que desprenderse de ese acento por vergüenza, porque se lo han autoinculcado". Como no estamos acostumbrados a escucharlo en la televisión o en la radio, nos suena raro, por eso no lo percibimos de forma clara y la oreja rechaza el esfuerzo que conlleva la adaptación. Es como quien ve una serie o una película en inglés británico y de repente le cambian al inglés norteamericano.
De la mano del andaluz, el acento murciano es el más estereotipado de España. La gente se ríe del acho, del pijo y de las frases más castizas típicas del territorio. "Son las formas de hablar más diferenciadas del centro, especialmente de Madrid", explica Diz a este periódico. Están expresiones como he comío y no eh hutto (no es justo) y vocablos indescifrables para los 'forasteros' como espolsar (sacudir), leja (balda), zafa (lavamanos), carlota (zanahoria), mañaco (niño), etcétera.
Un problema de clasismo
"La gente asocia a quien habla así con personas de clase social baja y relacionadas con los fenómenos migratorios dentro de la península" que se registraron en épocas de pobreza, recalca el Diz. Existe un "clasismo" hacia los acentos naturales de Murcia y Andalucía. Ambos están sometidos al escarnio público, sobre todo en las redes sociales, al desprecio y a la crueldad.
El filólogo asegura que el rechazo a estos acentos no se produce porque nos suenen mal —peor que el gallego o el canario, por ejemplo—, como unas uñas que chirrían cuando arañan una pizarra, que sea una cuestión de música, sino que se debe a otro tipo de circunstancias, como el estereotipo arrastrado desde los años de crisis en los que estos hablantes, normalmente pertenecientes a las clases trabajadoras, están socialmente menos valorados.
En la Región se entremezclan el dialecto murciano, el castellano tradicional con ciertas peculiaridades lingüísticas, y el panocho, una variante comarcal que se habla fundamentalmente en la huerta de Murcia. El primero se caracteriza por haber recibido influencias del catalán, del mozárabe y del aragonés tras la Reconquista —la terminación ico/a en los diminutivos es un claro ejemplo de esto—.
Pero es esta forma de hablar, las letras que se aspiran, así como los dejes y el tono cantado natural de otras regiones, una parte importante de la cultura de una zona, de un pueblo. El lingüista Jorge Diz lo tiene claro, hay que pelear por conservarlos: "El acento es como el traje o la música típica de una región. No debería existir ninguna razón para eliminarlos porque tengan prejuicios asociados".