El parimonio de Zamora ha encontrado un nuevo enemigo. Si la crisis, la dejadez y la falta de compromiso de la gente siempre complican las labores de mantenimiento y restauración de las obras, ahora se ha unido la creciente aparición de grafitis en los monumentos de la localidad.
Según informa La opinión de Zamora, la situación empieza a ser preocupante, y ninguna institución ha podido poner freno al problema, que se ha agudizado en los últimos años. El medio informa que ni siquiera el románico zamorano, una de las joyas de la ciudad, ha podido evitar los grafitis, y que las puertas de las iglesias de San Esteban, San Ildefonso y Santa María la Nueva -aquellas que dan a calles menos transitadas- ya se han visto dañadas. También otros edificios emblemáticos y atractivos para el turismo se han visto atacados, como el Museo Etnográfico, el de Semana Santo o incluso la imagen de Fray Diego de Deza.
Además del románico todo el casco antiguo de la ciudad está plagado de pintadas. El Castillo, a pesar de su remodelación, ya tiene inscripciones, la calle Troncoso también, y hasta calles muy concurridas como la de Notarios han sido atacadas. La publicación local hace un recorrido por alguno de los lugares que más han sufrido estos ataques, entre los que se encuentran la Calle Pizarro o el Parque de San Martín.
Una de las preocupaciones es conseguir frenar las pintadas de cara a la Semana Santa, una de las fechas importantes de la ciudad por el turismo y que este año tiene varias zonas de su recorrido con grafitis, por lo que las autoridades deberán limpiar y mantener las zonas.