En España después de comer se veía Al salir de clase. Los jóvenes de varias generaciones se sentaban en el sofá para ver la serie generacional del momento. Un culebrón que se arrastró durante más de cinco años de lunes a viernes convirtiéndose en un fenómeno entre los adolescentes, que forraban sus carpetas con los protagonistas de la ficción que emitía Telecinco.
Al salir de clase no paraba ni en verano. Daba descanso a los actores y metía tramas temporales para que el ciclón no parara nunca. Lo que comenzó como la típica serie de amoríos entre jóvenes acabó dando lugar a tramas cada vez más rocambolescas. Secuestros, bandas xenófobas, violencia, mensajes anónimos… todo cabía allí, en las cuatro paredes del instituto Siete Robles, que estaban pobladas de adolescentes que realmente calzaban más de 25 años (por lo menos).
De aquella serie salió la mayor cantera del cine español. Pilar López de Ayala, Elsa Pataky, Leticia Dolera, Hugo Silva, Alejo Sauras, Sergio Peris-Mencheta… todos ellos siguen protagonizando actualmente nuestras películas y se han convertido en estrellas. En esa lista, sin embargo, falta un nombre, el de Mariano Alameda, el protagonista absoluto de Al salir de clase. Él daba vida a Íñigo, el guaperas con pelazo y buen corazón que traía a las chicas (las de la serie y las espectadoras) locas. Estuvo 594 capítulos allí, y hasta saltó a la universidad y al mundo laboral (era arquitecto).
A Íligo lo interpretaba Mariano Alameda. Su nombre era el primero que salía en los créditos iniciales con esa música machacona que todo el mundo tarareaba, y parecía que sería el más exitoso de ellos. Con el boom de la serie pasó al teatro con varios de sus compañeros de la serie. Cuando acabó Al salir de clase estuvo en Paco y Veva, La verdad de Laura y hasta Aquí no hay quien viva. Protagonizó también uno de los debuts más prometedores del cine español de los últimos años, La noche de los girasoles… y se acabó. Tras unas cuantas apariciones más, en 2009 desapareció del mundo de la interpretación. Su último registro en IMDB, la biblia de cualquier actor o cineasta, es 2010: con el vértigo en los talones, el especial de Nochevieja de José Mota para TVE.
Años después empezó a circular el rumor. Alameda había cambiado el cine por la meditación, se había rapado el pelo y era profesor de yoga. Él mismo terminaba por confirmarlo en una entrevista en El Mundo en 2014 en la que explicaba que se cansó de todo. De la fama, del cine, de la interpretación… “Ser joven, guapo, rico y famoso no me estaba haciendo más feliz. Pero gracias al dinero que conseguí como actor pude viajar a Japón, Tailandia, Nepal, Tíbet o La India y encontrar otros modos de transmisión de otras ideas más pertinentes para el mundo actual, hallar una mezcla de lo más útil de las tradiciones espirituales que la Humanidad ha dado", contaba entonces.
Mariano Alameda no tuvo dudas, desconectó de todo y usó todo lo que había aprendido en sus viajes para crear un centro de meditación junto a tres amigos que se convirtieron en sus socios. Así nació el Centro Nagual que él mismo dirige y en el que da charlas, clases de yoga, de meditación, y de Psicosmología, una terapia creada por él que es el arte iniciático de comprenderse y sanarse, y que según la web del centro “ se basa en el conocimiento chamánico tradicional de la mente y su relación con la realidad, en la psicología y la psiquiatría de occidente y en el conocimiento de la mente desde las tradiciones orientales, tanto en el budismo como en la iniciación espiritual desarrollada desde el Gñana y el Radja Yoga (El yoga del conocimiento y el yoga de los procesos mentales)”. O como decía Alameda en El Mundo, en el arte de comprenderse y sanar, técnicas buenas, nada de paparruchas, para que la gente sufra menos, se comprenda y desarrolle su potencial real".
Sus enseñanzas se pueden seguir en Youtube, donde el Centro Nagual tiene un canal en el que cuelgan sus clases y conferencias, y donde se puede ver al actual Mariano Alameda, una persona normal que dejó la fama y el éxito juvenil por seguir su sorprendente vocación.