La Leyenda Negra es una sombra que sobrevuela y escruta de forma permanente la historia de España. Un cúmulo de falacias y verdades retorcidas vertidas especialmente desde fuera de las fronteras del país —aunque también se han registrado importantes corrientes internas— que intentan desprestigiar la figura de los españoles y de lo español; tildarlos de seres salvajes, sin escrúpulos; de conquistadores sanguinarios que arrasaban todo nuevo territorio en el que desembarcaban sus tropas.
Están los crímenes de la Inquisición, el empeño, costase lo que costase, de Felipe II en convertir el imperio español en el amo mundo y los asesinatos de indígenas durante la conquista de América. Todo ello ha contribuido a generar ese pensamiento antiespañolista que en multitud de casos se levanta en torno a mentiras.
¿Pero dónde nace la Leyenda Negra? La mala opinión hacia lo español comienza a registrarse, de forma escrita, en algunos libros llenos de falsedades y exageraciones, como el del príncipe Guillermo d’Orange, Apología. Ante la propagación de estos bulos y de la hispanofobia, cuyo germen sitúan otros expertos en la Italia prerrenacentista de la Baja Edad Media, algunos historiadores salieron al quite para tratar de desmentirlos. Es el caso de Julián de Juderías, el primero en estudiar de forma detallada el tema, que trata de derrumbar todas estas mentiras en su libro La leyenda negra. Estudios acerca de España en el extranjero.
“Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad”, escribe Juderías.
“La leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso o de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional”.
Epidemias y no masacre
En los últimos tiempos, por el contrario, se han registrado una importante cantidad de investigaciones que pretenden desmontar los mitos de la Leyenda Negra. El libro de María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y Leyenda Negra (Siruela, 2016), se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas, y en él la historiadora andaluza trata de desmentir que la conquista de América fuese un genocidio. Hubo mucha muerte, sí, pero debido principalmente a las epidemias demoledoras que se propagaron durante aquella época.
Esta visión también la defienden otros expertos como Stanley G. Payne, autor de En defensa de España (Espasa, 2017) o Miguel Arenas: los españoles que desembarcaron en el Nuevo Mundo apenas fueron unos cientos, por lo que es prácticamente inconcebible que acabasen con millones de indígenas.
Es una cuestión de números. Estaban mejor organizados y contaban con armas más poderosas, pero eso no significa que se produjesen las persecuciones y masacres relatadas por el fraile Bartolomé de las Casas. Además, la Corona española promulgó una serie de leyes para proteger a los nativos y envió una suerte de auditores para evitar los abusos. Medidas que otros países como Inglaterra o Francia ni valoraron implantar.
La Inquisición y los crímenes amparados bajo los reinados de Carlos V y Felipe II son dos de los dos pilares sobre los que la Leyenda Negra ha tratado tradicionalmente de reproducirse. Pero este odio hacia lo español proviene en gran medida de la supuesta destrucción y muerte que acarreó el proceso colonizador del Nuevo Mundo. Cristóbal Colón descubrió América el 12 de octubre de 1492, pero los que llegaron tras él implantaron una política de terror que significó el asesinato de millones de indígenas.
Los más críticos
Existen algunos estudios en este sentido, como el de Antonio Espino López, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona, en cuyo libro, La conquista de América: Una revisión crítica (RBA Ediciones, 2013), asegura que el desembarco de los españoles en la otra orilla del Atlántico se convirtió en un huracán de asesinatos, ejecuciones, mutilaciones y violaciones. En definitiva, una mascare espoleada fundamentalmente por la codicia, por el deseo de obtener la mayor cantidad posible de oro y riquezas.
Pero el primero en denunciar las tropelías de los españoles en suelo americano fue Bartolomé de las Casas, un fraile sevillano que se dedicó a cargar sin ambages contra sus compatriotas. El religioso viajó al Nuevo Mundo a comienzos del siglo XVI y décadas más tarde escribiría varios ensayos en los que describió las atrocidades que significaron muerte y tortura para millones de indígenas. Los más famosos son Brevísima relación de la destrucción de las Indias e Historia de las Indias. Muchas potencias extranjeras se ampararon en estos documentos para atacar a España.
Para respaldar este carácter sanguinario de la conquista de América, la Leyenda Negra también ha tratado de hacer creer que la mayoría de españoles que viajaban hasta el Nuevo Mundo eran gentes sin futuro, sin nada que perder, y delincuentes encarcelados en las prisiones castellanas. Y esto, supuestamente, tendría un triple objetivo: vaciar las cárceles de la Península, poblar los nuevos territorios conquistados y expulsar al otro lado del globo a los delincuentes más conflictivos. Otra exageración como bien demuestran los registros de las expediciones.