No solo puede ser recordado el extravagante Karl Lagerfeld, de trajes negros y coleta plateada, por hacer resucitar en la década de los 80 a Chanel, el buque insignia de la moda francesa; ni tampoco exclusivamente por su faceta de diseñador mesiánico, de creador irrepetible, revolucionario. El káiser, como se le conocía -un alemán gobernando en París sin guerra de por medio-, fue un creador polifónico, cultivador de varias disciplinas artísticas más allá de las agujas.
"Exactamente, las tres cosas que más me gustan son la moda, la fotografía y la literatura. Estas tres cosas las hago y todo viene de mi mente. Me encantaría saber cantar pero no sé, me gustaría saber actuar pero no lo necesito, mi vida es ya una pantomima", reconocería en una ocasión. Es su particular autorretrato, Karl Lagerlfeld entendido como un espectro amplísimo de creación, no solo dedicado al campo de la moda, porque "esta no va sólo sobre ropa: va sobre todo tipo de cambios".
Además de director artístico, durante más de tres décadas se ocupó de la fotografía de Chanel, otra exitosa disciplina para un personaje polifacético que también flirteó con el diseño de objetos, el dibujo o la interpretación, y que en 1984 creó su propia enseña: Karl Lagerfeld. No era habitual entonces fabricar los diseños primero en forma de bocetos, pero el alemán fue más osado que nadie, más intrépido, más atrevido.
“Los libros son una droga sin peligro de sobredosis. Yo soy la víctima feliz de los libros”, decía Lagerfeld, lector habitual de los principales periódicos de todo el mundo. Entre sus autores predilectos se encuentran Borges, Balzac, Hölderin, Thomas Mann, Nietzsche u Homero. Entre su lista de novelas favoritas también colocó el delicioso texto de Joan Didion, El año del pensamiento mágico. Pero Lagerfeld no solo leía, sino que también escribía. Uno de ellos tiene el provocador título de El mundo según Karl; otros de fotografía y, por supuesto, moda y estilo, aunque con su particular visión.
Por si esto no fuese suficiente para demostrar la pasión del diseñador por los libros, también es conocido que cada vez que adquiría una de estas obras o un catálogo, lo hacía por duplicado, para conservar uno en su biblioteca personal y otro llevárselo a su estudio, donde lo desmenuzaba en forma de collage para incorporarlo a sus paneles de inspiración. Rodearse de arte para que el chaparrón de ideas no escampase nunca. Un genio.
El historiador de moda Olivier Saillard dijo sobre el káiser en una entrevista que "dispone de una cultura a la antigua que los demás no tienen, una sed de conocimiento que ha formado su espíritu. Puede leer un libro sobre el siglo XVIII e imaginar cuatro colecciones a partir de dos o tres páginas". Porque Lagerfeld era simplemente un potenciador de la cultura, con todo lo que abarca esa expresión.
Exposiciones y escultura
Dentro de esa faceta de creador cultural, en los últimos años Karl Lagerfeld se ha involucrado en varias exposiciones, como la presentada en París a finales del año pasado en la que abordó otra disciplina: la escultura. Fue su primera muestra de este tipo, en la que se sucedían mesas, fuentes y espejos esculpidos en mármol. El artista explicó que que se inspiró "en las perfectas proporciones de las columnas griegas. Nada es más moderno que la Antigüedad".
También en la capital francesa, en 2015, estrenó una retrospectiva que recogía un puñado de fotografías inéditas, obras determinantes de su carrera. Uno de los comisarios de la exposición, Eric Prfunder, declaró entonces que el estilo de Karl roza con lo cinematográfico y es abundante en contrastes, extremista. “Cuando es negro, lo quiere profundamente negro”. Eran imágenes de sus modelos posando al lado de columnas de piedra, que conferían al cuerpo humano una sensación escultórica.
La creatividad siempre ha sido una de las grandes facultades de Lagerfeld. En una de sus frases más representativas, decía: “Reinventa nuevas combinaciones de lo que ya tienes. Improvisa. Sé más creativo. No porque tengas que hacerlo, sino porque quieres. La evolución es el secreto para el siguiente paso”.
El diseñador, aunque dijo que no quería ser actor, sí fue el protagonista de varios documentales sobre su vida, rompiendo un tabú de las celebrities, abriendo las puertas de su casa a las cámaras y a los medios de comunicación. En 2005, permitió al cineasta Loïc Prigent que siguiera sus jornadas de trabajo en Chanel. El resultado fue Signé Chanel, un preciso retrato del mundo de la alta costura en varias entregas. Dos años más tarde, Rodolphe Marconi retrató al Lagerfeld más íntimo en una película en la que el diseñador confiesa sus temores, se abre al espectador y le confiesa cómo ve las cosas.
Ese era Karl Lagerfeld un hombre que, a pesar de emplear su vida en el universo de la moda, estaba convencido de que "solo la inteligencia dura. La juventud y la belleza son temporales". Su luz se ha apagado este lunes a los 85 años.
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