Roberto Moldavsky (Buenos Aires, 1962) es un fenómeno de masas en Argentina, el humorista que abarrota teatros con una simple fórmula, paradójica: repetir lo que dicen los políticos (pero con más gracia, obvio). Ahora acaba de aterrizar en Madrid, una ciudad que le trae malísimos recuerdos futbolísticos —acompañó hace unos meses a la expedición de Boca Juniors durante la final de la Copa Libertadores, que perdieron ante su eterno rival—, para disparar con sus monólogos por primera vez en España. Será en el Teatro Maravillas los días 20 y 21 de marzo. Y en apenas unas horas ya se ha topado con un tesoro, una retahíla de frases que exprimir durante sus actuaciones: las de Mariano Rajoy. "Es un genio", dice el humorista; un sentimiento con seres humanos, que respondería el expresidente.
¿Quién es Roberto Moldavsky?
Es una buena pregunta que yo me hago casi todos los días. Quién soy yo. Soy un humorista que arrancó su carrera popular hace pocos años. Siempre fui el humorista de la clase, de los equipos de fútbol en los que jugaba, de los grupos de amigos, pero nunca nadie me había pagado por ello. Fui comerciante de chaquetas durante 20 años y lo dejé todo para dedicarme al humor en lugares muy pequeños. Hasta llegar a hoy: empecé a trabajar en radio, luego en televisión y ahora tengo la suerte de llenar los teatros en Argentina.
De vendedor a estrella del humor hay un cambio muy radical…
Aquel que vendió un abrigo a 40º no le teme a nada (risas). Es mucho más difícil eso que hacer reír. Muchas veces pensé que me tiraba a una piscina que no tenía agua. Tenía temor, tenía dos hijos y pensaba en las responsabilidades… Quizá el mejor ejemplo que les puedo dejar es el que vemos en las películas americanas, que sigan sus sueños. Acá es un caso parecido.
¿Cómo ven los chicos que su padre sea un humorista tan reconocido?
Desde distintas aristas. Los hijos son muy duros con los padres. Cada vez que hago una broma me dicen: "¡Ah, por qué no te dedicas al humor!" (risas). Ellos tienen 23 y 27 años y digo que están en la edad en la que los padres les damos vergüenza a los hijos, que nos ven por la calle y nos preguntan qué hacemos por ahí. Pero me dicen que me quieren, que están orgullosos por Instagram, no personalmente Ahora los millennials tienes que descubrirlos a través de un posteo.
Soy un gran consumidor de humor: muero por Torrente, por Woody Allen o por los hermanos Marx
¿De dónde le viene ese amor por el humor?
La influencia principal fue mi padre, un contador de chistes. Recuerdo escenas de él contando estos chistes y sus amigos alrededor riéndose mucho. Mi madre también era una mujer muy alegre, le gustaba mucho cantar y sonreír constantemente. Era una casa que salvo momentos de crisis económica había mucha alegría. Entonces supongo que viene de ahí, pero después tengo miles de influencias muy fuertes. En lo internacional, me marcó mucho Woody Allen por mi condición de judío. Él trajo un humor judío, de la madre que le oprime, hipocondríaco constante, como un loser. Pero soy un gran consumidor de humor: muero por Torrente, por Woody Allen o por los hermanos Marx. No solo hago reír, soy un gran público para el que hace humor, un gran reidor.
¿Cuál es la función del humor?
El humor es un gran atajo para decir muchas cosas fuertes, terribles, para poder criticar, para poder salir de situaciones penosas. Es un gran antídoto, un medicamento de venta libre, gratis, que tiene todas las ventajas.
Es un arma política.
No cabe duda. En Argentina tengo media hora de humor político donde lo que hago, nada más, es repetir frases que dicen los políticos encadenadas en un relato. Repito textualmente lo que ellos acaban diciendo y la gente ríe a carcajadas con cosas que han dicho ellos. Yo solamente les doy un marco más gracioso, las meto dentro de una situación. El humor sirve para entender que de la política también nos podemos reír.
Para sus actuaciones en Madrid supongo que también se habrá documentado...
Sí, tienen muchísimo material ustedes también. Los políticos argentinos me dan trabajo constante. Antes solo tenía 5 minutos de humor político, ahora con media hora me quedo corto. Creo que ya lo hacen para mí y me entregan un par de frases. Pero estuve revisando las de ustedes y también hay… (risas)
¿Un pequeño avance?
Tengo algunas de Rajoy que me ha resultado muy… ahí está el ‘mucho español y muchos españoles’. Con Rajoy tengo mucho. Quizá él sabía que venía acá y dijo: "Bueno, le voy a dejar a Moldavsky unas 10-15 frases". Aparece rápidamente como el que más se ha expuesto… Mi hijo me ayuda a escribir los textos. Yo le digo: "¿Cómo hacemos con la parte política?". Y él me contesta: "Espérate, voy a traer algo". 20 frases de Rajoy. Después las voy a escuchar porque hay algo que no… y no, son así. Esta forma de hablar… No es que fuera un político que quisiese llegar a algo, era el presidente. Es para pensar: "Bueno, okey, tienes que ir a una terapia para analizar por qué dices estas cosas".
Hay frases de Rajoy que tengo que buscar en Youtube porque no me las creo. Es un genio
Su último hit fue en el juicio del procés, cuando dijo: “Puigdemont me envió dos cartas: una, la primera; y luego, la segunda”.
Jajajajajaja. Espectacular, es un genio. Las tengo ahí, las estoy mezclando con frases de políticos argentinos para ver que no hay mucha diferencia. Pero hay algunas que tengo que ir a Youtube porque no me lo creo. Pero sí, lo dijo así, es fantástico. Si hubiera sido humorista le hubieran puesto una demanda (risas).
¿Pertenece el humor a la izquierda?
No, no creo eso. Muchas veces en las canciones de los grupos de izquierda no hay un cumpleaños, no hay una fiesta, siempre es alguien al que le fue muy mal, la opresión, los pueblos, alguien que cae preso injustamente, alguien que muere... Lo que suele denunciar la izquierda; y la injusticia en general es poco graciosa. El humor no tiene grietas, no tiene ideología, aunque sí lo puedes utilizar para transmitir tus ideas.
¿Cuáles son los temas fundamentales de su humor?
El tema tiene que lograr que la gente se identifique con él. Puede ser la convivencia de una pareja, un viaje en avión, ir al supermercado, la relación con los perros… Tiene que ser algo para codear al que esté al lado tuyo y le digas: "Ese eres tú, ese soy yo". Ese es el toque que busco. Lo ridiculizo, lo exagero para que cause gracia. Tienen que ser situaciones cercanas con las que nos identifiquemos.
Entonces el humor está en el día a día, no se puede ficcionar.
Hay quien viene y te cuenta el chiste de un elefante que le habla a otro, y seguramente me voy a reír, pero lo que busco es lo cotidiano, que puedas darte cuenta. Una vez la cantante de tango Susana Rinaldi me dijo al terminar mi show: “Me reí mucho, muchísimo, pero a los 15 minutos de salir me quedé pensando en lo ridícula que soy, por qué me preocupo por ciertas cosas”.
Vivió en Israel durante una década y el humor judío es muy importante para su trabajo. Es un humor muy complicado.
Sí, tiene dos características fundamentales: una es que mezcla desgracia con humor. Su historia es tan desgraciada que el material sale de ahí. Lo otro que tiene es que solo es interno, no tiene un chivo expiatorio en otros pueblo. En esa lucha es un humor que deja pensando, la carcajada no es instantánea sino que son muy graciosas las situaciones que describe mezclando estas desgracias. Es un humor bastante sutil, pero profundo, muy divertido. Pero hoy ya no es en lo que está basado mi show.
¿Tiene cabida el Holocausto en ese humor?
No, hay temas con los que no me atrevo. Eso no quiere decir que no valore el humor negro. Alguien puede contarme un chiste de esos y me cause gracia, pero no lo haría en público por una cuestión de herir un montón de sensibilidades. Y además, porque cuando hay un chiste de humor negro, lo más importante es quién te lo cuenta y en qué contexto. El humor tiene que reirse del victimario y no de la víctima.
Entonces, el humor tiene límites, no todo vale.
No, para mí. Yo no juzgo a quien hace humor negro, creo que en los espectáculos de este tipo debería haber una advertencia. Me parece un estilo más, pero con el humor hay una pretensión que no hay con otras cosas. En un diario puedes ver una foto terrible, de gente muerta, estallada, descripciones de noticias escabrosas, con detalles que no hacía falta… sin embargo eso es aceptado por la gente. Pero si alguien hace una broma sobre ese tema… con el humor hay una exigencia injusta que no hay con otros temas.
¿Alguna vez le han demandado por un chiste?
No, no. He recibido críticas de gente que es más papista que el papa: te ríes de un político, el político se ríe y alguno de sus seguidores se enoja. Me pasó un día en mi programa de radio, que me reí del alcalde de Buenos Aires, que está arreglando la ciudad, y le decía que me recordaba a esos maridos que le dicen a su esposa: "Voy a arreglar la lavadora". Y luego la lavadora queda dos meses sin un tornillo, y que le falta una pieza... Yo le decía al alcalde: “Tú no serás de esa gente que empieza a arreglar algo y lo deja a la mitad”. Y él se reía, pero alguno de sus seguidores lo tomó como una falta de respeto. Pero si estás preocupado por eso en el humor no puedes hacerlo. El humor tiene que arriesgar, ir a la realidad, a donde duele.
Hay gente que sin sonarse los mocos a la bandera como Dani Mateo se burla mucho más de España, de forma más prolija
Aquí, hace poco, el humorista Dani Mateo tuvo que ir a juicio por sonarse los mocos con la bandera de España.
Supongo que él no tuvo la intención de herir los sentimientos nacionales ni burlarse de España. Lo más importante en la vida de las personas es la intención. No puedo juzgar el caso porque no lo conozco en profundidad, pero me imagino que hay gente que sin hacer eso se burla mucho más de España, de forma más prolija, haciendo todo otro tipo de cosas que perjudican al país. Pero claro, con el humor, vamos a ponerle una demanda. La exigencia que tienen con nosotros es mucho mayor que con periodistas, políticos…
También Dani Mateo y El Gran Wyoming fueron denunciado hace un tiempo por un sketch sobre el Valle de los Caídos. La demanda la interpuso la fundación del dictador Franco…
Escuchar esto ya me hace reír. Es como si le ponen una demanda a la Fundación Francisco Franco por ser violento. Son cosas que uno a priori no se puede imaginar. Esto es lo gracioso, la vida supera la imaginación que nosotros podemos tener para hacer una broma.
¿Pero esto cómo lo ven desde fuera? ¿Sería verosímil en Argentina?
Es como si la Fundación Videla, por nombrar al dictador que tuvimos nosotros, hiciera una denuncia porque le insultaron a alguien de la familia, cuando él y su gente cometieron unas atrocidades tremendas. Pero así funciona el cerebro de estas personas: ven la realidad de una manera que el resto de la humanidad no la podemos entender. Cada uno tiene sus opiniones y todo sería muy aburrido si pensásemos igual, pero esto es gracioso solo de escucharlo.
¿Qué opinión tiene de una sociedad que lleva a los humoristas a los tribunales?
Si un cómico se roba a algo… (risas) Repito lo que dije antes: hay que ser tan exigentes con el humor como se es con otras disciplinas. Nosotros nunca somos la causa de un problema, nunca una broma determina esa situación. Quizás nosotros nos reímos de alguna situación que existe, nunca la creamos, nunca la inventamos, nunca un chiste da lugar a una situación que no existía. Es como si mañana dijésemos a los cantantes que no hiciesen canciones sobre determinados temas. ¿Cómo se tomaría la gente que denunciasen a Serrat por molestar a otra persona por algo personal? Sería ridículo. Sin embargo, con los humoristas hay por lo menos una polémica.
Los humoristas nos reímos de alguna situación que existe, nunca la creamos, nunca la inventamos, nunca un chiste da lugar a una situación que no existía
También hay bromas que hoy chirrían y hace 20 años nadie se asustaría. ¿Ha habido un retroceso?
Bueno, depende de los temas. En el de género, en el de las mujeres y la igualdad que tiene que existir, por ejemplo, la sociedad está cambiando para bien. Antes era muy común el chiste machista y degradante hacia la mujer, la suegra… y en ese contexto alcanzaban gracia. Entonces sería bueno que el humor acompañe ese cambio. Tener todo el tiempo la lupa puesta sobre los humoristas es agotador.