Noemí Casquet (Barcelona, 1992) es un torbellino hecho mujer: periodista especializada en sexualidad y viajes, directora en Santa Mandanga -la primera plataforma de educación sexoafectiva explícita-, creadora de Totoyo -agencia de comunicación enfocada en la sexualidad-, autora de Mala mujer (Lunwerg) y cráneo privilegiado en general. Hace una semana revolucionó La Resistencia de Broncano con su descaro, su verborrea y su alegría. Es espiritual y física, es cálida y panorámica, explora el placer -y sus dolores- y sacude tabúes. Charlando con ella en la glorieta de Quevedo, un miércoles de mayo por la mañana, parece que la vida sale a recibirte.
¿Qué es el sexo para Noemí Casquet?
Para mí el sexo es vida. Está en todos lados. Está en nuestro pulso. Y si nos paramos a pensar, aunque puede sonar un poco a paranoica, creo que el sexo lo vemos en cómo lo actuamos: es siempre para reproducirnos. Queremos gustar a los demás. Pero para mí también el sexo es sagrado. Es una forma de conectar con los dioses. Cuando follo, follo con el universo. Entrego todo lo que tengo de mi ser, mi alma, mi cuerpo, a un momento en este espacio-tiempo que me conecta con un placer superior. No follo por saciar nada, follo por conectar con alguien.
O sea, ¿a dios le gusta el sexo?
A los míos sí (ríe). Al menos al universo. Si dios no quisiera que me tocara, no me habría puesto un acceso tan rápido a mi clítoris.
¿El sexo es un mecanismo de control?
A nivel social, sí: es una de las herramientas más clave para manipularnos. Como nos llama tanto la atención, si el sistema tiene acceso a nuestro deseo y a nuestra forma de entender el sexo, tiene acceso a gran parte de nosotros y nosotras. ¿Cuántas veces hemos visto que el sexo es totalmente tabú pero luego tenemos una sociedad hipersexualizada? Carteles con mujeres en lencería, de repente vemos un anuncio de un tío llevando un coche y una tía que se gira y dice “¡oh!”… “Si llevas ese coche, te acostarás con ella”.
El coche como prolongación del falo.
(Risas). Totalmente. Todo son pulsos que nos llevan hacia el consumismo a través del sexo. Actualmente no interesa que encontremos una conexión con nosotros mismos en el sexo, porque en el momento en el que nos planteemos qué buscamos en el sexo, qué tipo de sexo queremos experimentar y qué queremos hacer con este cuerpo (que es un pasaporte en esta vida)… en ese momento acabaríamos con lo establecido. No nos podrían manipular. No nos podrían infligir miedo. Es una de las claves por las que el sexo sigue siendo tabú.
¿Qué es una mala mujer?
Para mí es una mujer conectada consigo misma y con el futuro que proyecta. Es importante ser consciente de que también a la sociedad le interesa que llevemos un camino establecido: lo hegemónico, porque así es mucho más fácil vendernos cosas. Y consumir cosas. Universidad, trabajo estable, irnos a vivir, casarte, tener hijos y morir… en cada etapa te venden ciertas cuestiones. Puedes hacer eso. No es que esté bien o mal, es que seas consciente de que lo eliges porque quieres elegirlo. Pero, ¿y si te pones una mochila a la espalda y te vas a recorrer el mundo tú sola? Está igual de bien, pero hazlo porque quieres hacerlo. Igual en el sexo: tu cuerpo, tu mente y tu coño son tuyos y de nadie más. Nadie puede interferir en ellos, más allá de tu propia opinión.
¿Cómo sabemos que realmente queremos algo, y que nuestro deseo no está siendo inducido por factores socioeconómicos o culturales? ¿Cómo distinguir la verdadera libertad?
Siempre digo que la verdad está dentro de todas nosotras, en realidad. En mi caso, por ejemplo, tuve una época de monogamia, y cada vez que hablaba con una persona que no era monógama, en mi interior, en lo más oculto de mí, se encendía algo. Pero estaba muy enterrado. Yo sabía que estaba ahí, porque soy consciente de las capas que tengo en mi vida. En ese sentido, ese “algo” empezó a germinar y salió. Yo ahora me siento más cómoda en una relación no monógama que monógama. Si queremos ser más libres o probar una orgía, o acostarnos con otra chica siendo mujeres… seguramente cuando escuches a otras personas hablando de ello, “tin”, te salte algo, y digas “esto me gusta, amiga”. ¿Cómo acceder a ello, no? Cuando la sociedad te está diciendo que no hagas esto, que no hagas lo otro, que eso es de putas, o de guarras… que tienes que ser una “buena mujer”. Hay que buscar excusas. Y las excusas son personas como yo, en mi caso, que estamos en el universo diciéndote “eh, ¿quién eres, qué te gustaría hacer?”. No somos más que eso, que excusas en esta vida para hacer que te plantees quién coño eres. Somos las nuevas brujas del siglo XXI y queremos acabar con esta sociedad que perpetúa tantos tópicos.
¿El cuerpo se agota? ¿Es posible la monogamia para siempre?
A ver: la monogamia se ha estudiado mucho a nivel antropológico. ¿Lo somos por naturaleza o no? La conclusión a la que se ha llegado es que somos monógamos a nivel familiar y somos no monógamos a nivel sexual. ¿Esto qué significa? Que necesitamos un hogar al que volver. Un hogar que puede ser otra persona, o pueden ser dos personas, o una comuna, pero es tu hogar, es tu unidad familiar. En cuanto al sexo no somos monógamos, tenemos deseos y pulso sexual. Prácticamente no conozco a nadie que haya tenido una relación monógama y que no haya tenido deseo hacia otra persona que haya conocido. “Jo, si no estuviese con Fulanito, no me importaría”… Tenemos ojos, tenemos olfato, y tenemos feromonas. Son cuestiones de nuestro instinto más básico: reproducirnos con la mayor gente posible. Esto está muy adentro de nosotros.
En cuanto a si podemos aburrirnos del cuerpo de nuestra pareja estable, depende mucho de qué tipo de sexo tengas y qué busques en el sexo. ¿Qué finalidad tienes: es un método para sentirte bien o un método para conectar contigo misma, o con la otra persona? ¿Quieres utilizar el sexo como una herramienta para acuñar tus historias? Todo depende de tu finalidad. Para mí es una pieza clave para conectar con algo superior, con una de las fuerzas más grandes que existen, que es el placer. Y el dolor. Porque dentro del sexo puede haber dolor. Por eso con mi pareja no me aburro nunca. Siempre estoy buscando otras vías para encontrar algo más. Cada vez que follo me conozco más, y eso es maravilloso.
¿Has sentido que los hombres te temen?
(Ríe). Sí y no. Es una dicotomía. Por un lado siento que muchísima gente me desea. Por hablar de sexo de forma abierta, mucha gente quiere verme desnuda, o en actos sexuales. He sido tendencia en PornHub este fin de semana, cuando no hay nada de mí en PornHub. Pero por otro lado, a mucha gente le supone una incomodidad que sepa tanto sobre sexo; o que ellos y ellas piensen que me he acostado con mucha gente, cuando una cosa no lleva a la otra. Una cosa es que haya experimentado mucho en el sexo y otra que haya tenido sexo con mucha gente. Por ejemplo, a raíz de la entrevista en La Resistencia, me llegó un comentario el otro día que decía “seguro que se ha follado a medio Madrid”. Y no tiene que ser así. Yo puedo follar todos los días con una persona en concreto, o con dos personas, y a nadie le importa si me acuesto con más o no.
Sí, creo que impone que una mujer sea tan segura de sí misma, porque, hablando en términos heterosexuales, se entiende en este sistema que el hombre debe aprender a hacerlo todo, que nosotras nos ponemos rollo estrellita de mar y él tiene que encontrarte el punto G, empotrarte, tal… pesan mucho estas cuestiones, y no son necesarias. Siempre digo lo mismo: ¿has follado alguna vez con una mujer empoderada? Es maravilloso. Que ella te coja la mano y te diga “aquí”, “a mí me gusta así”… es genial. Te ahorra toda la presión y la opresión del sistema patriarcal, también a los hombres.
Es normal que las mujeres feministas tienden, tendemos, a hablar mucho de nuestra opresión porque precisamente hemos podido hablar poco a lo largo de la historia. Pero, ¿qué hay de ellos y de sus presiones? Por ejemplo, el tema del tamaño.
La solución es feminismo. Es capaz de romper con todas estas estructuras establecidas dentro del sistema. Hay un falocentrismo increíble en la sociedad, fruto también del sistema patriarcal. Es interesante conocer que por eso los hombres están tan obsesionados con el tamaño de su pene, porque al fin y al cabo es sinónimo de la “virilidad” que se pueda tener. No debe ser así. ¿Qué significa ser hombre? Es cierto que cuanto más grande tengas el pene, es más fácil penetrar y llegar a expulsar el semen más cerca del cuello uterino.
A nivel animal, por así decirlo, es normal que los penes grandes atraigan, porque representan que es más fácil que fecunden. Pero si quitamos todo esto, como seres racionales que somos, es interesante que analicemos cómo se ha ido perpetuando el tema del tamaño a lo largo de la vida. Especialmente, por el porno. Los actores tienen penes muy grandes, y los hombres, lo único que aprenden (porque no tenemos un sistema sexual educativo apoyado por las instituciones) es a través de la pornografía. Cuando el porno sólo representa el placer masculino, no el femenino: es un bucle del que no sé si estamos dispuestos a salir. La única salida es a través del feminismo inclusivo, inclusivo para todos los géneros, no sólo el feminismo exclusivo, sólo para mujeres.
He visto un tuit tuyo en el que decías que si una mujer tiene mucho sexo, es una ninfómana, y si un hombre lo hace, es un campeón. Es verdad que muchos hombres se escudan en la cuestión biológica para justificar su promiscuidad y seguir acusando la femenina (y poder llamarla “puta”): esto de “una mujer sólo puede quedarse embarazada una o dos veces al año pero el hombre puede fecundar a muchísimas mujeres”… ¿Cómo subvertir esta situación?
Aquí hay dos partes. La parte biológica y animal y la parte humana y cultural. La parte animal: es cierto que el principal cometido de un hombre es fecundar al máximo de mujeres posibles. Vale. ¿Esto en qué se traduce? Por ejemplo: tú puedes acostarte con un hombre, el hombre eyacula y se acaba la relación. Pero si a ese hombre le metes en una orgía, el hombre puede llegar a eyacular varias veces porque su instinto le pide que fecunde a varias. ¿Esto significa que a las mujeres no nos gusta el sexo o que no tenemos la misma actividad sexual que los hombres? En absoluto. Nosotras sentimos muchísimo placer. Una cosa es el instinto animal (que es quedarte embarazada o reproducirte, ahí el instinto más básico) y otra cosa es que ¡hemos evolucionado! Tenemos conciencia, vamos mucho más allá de lo animal. Nosotras tenemos el doble de terminaciones nerviosas en el clítoris: tenemos 8.000, el glande del pene puede llegar a 4.000. Y cuando estamos a punto de corrernos, podemos llegar a 15.000 terminaciones nerviosas. El clítoris es el único órgano sexual que está ahí para darte placer: es maravilloso, es un regalo.
En cuanto al tema de la ninfomanía: se utiliza sólo en femenino. Es una adicción al sexo. Y si no te llaman ninfómana, te llamarán “zorra”, “puta”, o derivados, sólo porque vas a hacer con tu coño lo que te dé la gana. Y eso jode. Imagínate un mundo en el que las mujeres seamos conscientes de lo que queremos en el sexo: se les acabaría el chollo de “esclavas sexuales”.
Otro concepto biológico: la “intrasexual competition”. Competición sexual entre hembras por ser las fecundadas por el macho. ¿Cómo se compagina esto con la sororidad que enseña el feminismo?
Insisto en lo mismo: una cosa es la base animal y otra cosa es tu mente, tu cabeza. La capacidad de razonar las cuestiones y sobre todo la creación de conciencia. Para mí algo básico es ser consciente de este instinto de competición entre mujeres por ser las fecundadas. En realidad, se debería traducir en “¿te gusta este tío? De puta madre”, “te apoyo en lo que haya pasado”, o en “no te voy a llamar guarra por ir vestida de ninguna manera”. Al contrario: eres libre de hacer lo que quieras, porque yo quiero cambiar esta estructura, este sistema. Eres libre: para mí eres libre. Y creo que la sororidad es una forma de apoyarnos en la libertad.
¿Cómo fue tu primera vez?
Me encanta esta pregunta. Pues fue en Madrid. Creo que vine aquí buscando mi virginidad (risas). No, no. La perdí y ojalá no la encuentre nunca. Claro, primera vez… ¿de qué?
Tu primer contacto con el sexo, no me refiero sólo a primera relación sexual.
Exacto, yo creo que la virginidad se pierde cuando se pierde la inocencia. Mi primer contacto con el sexo fue con seis años. Me acuerdo de estar en la bañera, de abrirme de piernas y ver que había una campanita. Me la toqué y me dio tanto placer que hasta me daba dolor. Mi madre me vio y me dijo “no te toques”. Ese “no te toques” me ha acompañado a lo largo de mi vida, hasta hoy. Luego vinieron enamoramientos, besos, tocamientos… y el ver por primera vez un pene. Dije “qué feo”. ¿Cómo puede gustarle esto a alguien? Qué ingenua, ella (risas). El pene es maravilloso. Recuerdo cuando le pregunté a mi madre qué era un orgasmo. Y me dijo “cuando lo tienes, lo sabes”, o “es cuando se siente mucho, mucho placer”, pero ¡yo ya tenía placer y no tenía orgasmos…! Me ha obsesionado siempre poder describir qué es un orgasmo, pero aún no sé explicarlo.
¿Crees que es una sensación universal o que cada persona tiene orgasmos diferentes?
Yo creo que cada persona tiene orgasmos diferentes. Incluso tú, como persona, puedes tener orgasmos diferentes. Unos te conducen a un punto, otros pueden hacerte sentir mal… hay tantas cuestiones. Un orgasmo es una descarga eléctrica de nuestro cuerpo, pero no tiene por qué ser siempre genital. Hay más orgasmos corporales. Cuando aprendes y descubres cómo tenerlo, puedes estirarlo y sumergirte hasta tal punto que ese orgasmo te haga sentir inconsciente. La barrera del subconsciente y el consciente está muy baja cuando estás a punto de orgasmar: yo aprovecho ese momento para proyectar algo que deseo mucho. Para que mi energía que se descarga vaya direccionada hacia esa meta, ese objetivo.
¿Cuánto tiempo hay que esperar (si es que hay que esperar algo ) para tener sexo con una persona que te gusta mucho? A veces hemos pensado, de forma estratégica y no mojigata, que retrasar el encuentro puede ser más placentero. ¿Qué es lo perfecto: hacerlo esa misma noche, aguardar una semana…? ¿Tiene el deseo los mecanismos de la espera?
Bueno, lo que me estás diciendo consiste en basar el deseo en expectativas. Cuanto más tiempo tardes en acostarte con una persona, más expectativas vas a crear al respecto. Entonces, ¿qué puede pasar? Las expectativas no son reales. Es una proyección de tus pensamientos y de tus fantasías. Estás poniendo sobre los hombros de la otra persona un peso gigante, algo de lo que ni siquiera es consciente. Y puede pasar que cuando realmente tengáis sexo, te frustres. Y digas: vaya-mierda-de-polvo. Y esto me pasó a mí tal cual. Estuve una semana detrás de un tío con una tensión sexual tan bestia que cuando me tocó en la discoteca (era un curso de inmersión lingüística), ¡yo temblaba! Temblaba del deseo que tenía. Pero, ¿qué pasó? Que luego fue horroroso. Tenía tantas expectativas generadas a lo largo de esa semana… que cuando pasó fue horrible. Fue fatal. Yo lo que digo es: ¿te apetece? Folla. ¿No te apetece? No folles. Si quieres alargar el deseo… que sea sin generarte expectativas, pero es muy complicado, porque tenemos mente y funciona muy rápido.
Hablemos de prostitución: ¿abolicionismo, regulacionismo?
Yo soy feminista prosex, que significa que apoyo el trabajo sexual. Gran parte de las cosas que he aprendido ha sido gracias a trabajadoras sexuales y gracias a trabajar en la pornografía como directora y productora durante tiempo. Escuchando a las compañeras, me doy cuenta de que lo peor es que podría pasar sería el abolicionismo de la prostitución, o de la pornografía. Porque las estaríamos en la situación en la que están las mujeres de los países en los que el aborto es ilegal: desprotegidas. Abortando en carnicerías. La prostitución y el aborto no van a dejar de existir, por mucho que estén prohibidos. La prostitución no va a acabar: lleva muchos, muchos siglos. Esas mujeres formarían más parte de la trata, del mercado negro. En manos de unas personas que pueden hacer con ellas lo que quieran. Porque daría igual violar a una puta, porque daría igual pegar a una puta…
Tristemente, ya da igual. Por la alegalidad.
Exacto, por eso tenemos que luchar para que esto sea legal. Una cosa es que sea legal, y otra cosa es cambiar el sistema. Educar para cambiar. Pero en primer lugar hay que proteger. Cuando te sacas el carnet de coche, te dicen “el PAS”: proteger, avisar y socorrer. Pues se puede usar aquí, yo creo. Proteger a las nuestras, avisar de que aquí hay algo y socorrer a los demás, educar. Pero sobre todo, protegerlas. Que haya un marco legal para que sean autónomas y digan que son trabajadoras sexuales, para acabar con el estigma. Que denuncien, que los casos se resuelvan. A partir de ahí cambiamos las estructuras: ¿por qué los hombres padecen ese consumismo con los cuerpos?
Es verdad que el hombre ha estado en la cúspide durante mucho tiempo y ha tenido esclavas sexuales y domésticas, ¿qué pasa? Si empoderamos a las mujeres, ¿quién sabe si el día de mañana, en la equidad, nos apetece acostarnos con una persona…? Por crecer en nuestro camino sexual. Porque necesitamos llegar a algo a lo que no podemos llegar sin un trabajador sexual, por ejemplo. Hay mujeres ya que lo hacen, y cada vez más. Pasa lo mismo con la pornografía. ¿Por qué el porno representa el placer masculino? Porque ellos son los que pagan. Si nosotras seguimos enfocándonos en que el porno es machista, tal, estamos negando que hay una parte de la pornografía, por muy pequeña que sea, que es maravillosa y que está luchando porque cambien las cosas. Tenemos que proyectar el foco ahí. Hay gente que está representando otros placeres.
Hablando de roles y de BDSM, ¿qué decirle a quien piensa que una mujer que se siente cómoda en el papel de sumisa no puede ser feminista?
Para mí, ser sumisa o ser dómina es independiente del feminismo. Si quieres que se te corran en la cara, si quieres comerte una polla hasta la garganta, o arrodillarte, o todo eso, si lo haces siendo consciente de que quieres hacerlo, es de puta madre. Eso es ser feminista. Yo me someto, sí, pero me someto porque yo quiero hacerlo. Son mis reglas, mis normas. Esa es una de las bases del feminismo, empoderarnos: y te empodera que se te corran en la cara siempre y cuando tú quieras que lo hagan.
Cronología de tus mitos sexuales.
Mi primer mito sexual fue Kylie Minogue, en un videoclip suyo. Hay un plano que sale ella con toda su pierna y su cámara recorre la pierna… fue la primera mujer que me mojó las bragas y me las envió a Hong Kong. Fue increíble. Siempre mis mitos sexuales han sido mayoritariamente mujeres. Siento mucha más atracción hacia una mujer en el plano sexual. Aquellas mujeres de los años cincuenta, sesenta, incluso setenta… que hacían con su cuerpo lo que querían. Más estadounidenses, aquí en España teníamos en franquismo. Bettie Page, por ejemplo, me ha puesto muchísimo. Tiene una sesión de fotos vestida de dómina, de bondage, que es brutal. He ido hacia mitos sexuales un poco pasados, por así decirlo. Y en la actualidad me sigo fijando mucho en ese tipo de mujeres. Sobre todo mujeres que hagan con su cuerpo lo que quieran, que tengan pelos en los sobacos si quieren tener pelos en los sobacos, que se sientan poderosas.
Hombres sexualmente sobrevalorados de España.
Miguel Ángel Silvestre, Mario Casas… todo este estereotipo de actor, chulazo, fuertote, guapetón de cara, prototipo español de moreno de ojos verdes o marrones… es, para mí, sobrevalorado. Porque hay tantos hombres que no están cachas y que tienen una presencia y una potencia sexual increíble… valorarlos a ellos es como: ¿por qué?
El político más sexy.
A mí me gusta mucho Alberto Garzón. O sea… primero porque a nivel ideológico tengo mucho en común con él, y segundo porque me parece tan mono y tan cuqui. Pero a la vez es de esos hombres que tienen pinta de empotrarte contra la pared y decirte “hola, nena, aquí estoy”. Creo que es un hombre con el que me lo pasaría muy bien. Declaración de amor.
¿El macho ibérico modo Santiago Abascal está muriendo?
Yo espero que muera. O sea, no Santiago Abascal, que a lo mejor me amenazan y todo. Dios mío, no. Pero sí, yo creo que ese macho ibérico aburrido, de la caza, de “el hombre es ibérico”, de aparecer con su caballo, la barba perfectamente recortada y esta voz que estoy poniendo… yo espero que muera. A mí lo que más me pone son esos hombres deconstruidos a los que les dé igual el género. Que se pinten las uñas si quieren, que se maquillen si quieren, que no tengan ningún rechazo hacia algo que esté considerado femenino. Ese hombre me encanta. Ojalá más hombres así.