La figura de Isabel I en la historia británica es una de las más mitificadas por el pueblo inglés. Pese a ser declarada hija ilegítima en primera instancia asumió el trono durante 44 años y 127 días. A lo largo de su reinado, Inglaterra vivió un florecimiento cultural gracias a artistas como Shakespeare o Marlowe.
En cuanto a política exterior, mantuvo una encarnizada lucha con Felipe II por la hegemonía europea, guerra que terminó arruinando a ambos países. La monarca de tez blanca, que jamás se casó ni tuvo descendientes, fue la última reina de la dinastía Tudor.
Hasta ahora, la única evidencia de la vestimenta de Isabel I se conocía a través de sus numerosos retratos y de alguna moneda acuñada en la época. Tenía alrededor de 2.000 vestidos, todos repletos de perlas y bordados delicadamente. De aquellos ropajes extravagantes no se conocía absolutamente ninguno en la actualidad hasta el descubrimiento de una tela en una de las iglesias de Herefordshire, un condado ubicado al este de Gales, según informa The Times.
El trozo de tela, que ha permanecido durante siglos expuesto en un altar, podría ser en realidad parte de una de las miles de faldas de Isabel I. Está hecha de seda blanca y bordada con hilos de oro y plata. Además, en el tejido se aprecian distintos tipos de pájaros y una especie de mariposa actualmente extinta.
Los historiadores defienden la idea de que esta tela podría haber pertenecido al vestido que la reina llevaba el día que el pintor flamenco Marcus Gheeraerts el Joven la retrató a principios del siglo XVII. Al cuadro se le dio el nombre de Rainbow Portrait. Todo el vestuario de la reina fue reciclado y otros artículos de la realeza fueron vendidos al mejor postor en la época del gobierno republicano inglés.
Tras más de tres años de estudio, finalmente, el vestido de la reina Isabel I se expondrá en el Palacio de Hampton Court, residencia londinense que la familia real no habita desde el siglo XVIII. Dicha exposición, que estará disponible desde el 12 de octubre al 23 de febrero, contará con diferentes reliquias de la familia Tudor, así como el cuadro en el que la reina viste el trozo de tela recién descubierto.