La exhumación de Francisco Franco después de permanecer 44 años enterrado en su gigantesco mausoleo del Valle de los Caídos ha hecho revivir pulsiones guerracivilistas. Santiago Abascal, líder de Vox, un partido que ha calificado la operación del traslado de los restos del dictador a Mingorrubio como una “profanación” y que no condena el franquismo porque “no tiene ningún sentido”, ha compartido en su cuenta de Twitter unas fotografías de milicianos revolucionarios que fueron realizados en plena contienda y con unos esqueletos de monjas.
“El gobierno debería hacerse la misma foto que se hicieron sus admiradas milicias”, ha disparado Abascal, al mismo tiempo que ha aprovechado para calificar al presidente Sánchez de “carroñero de Moncloa”. “A los muertos se les respeta, se llamen Franco o Pasionaria”, ha continuado el líder de Vox, quien tacha la exhumación de “show electoral y necrófago”, recordando la figura de la archiconocida dirigente comunista.
¿Pero cuándo fueron tomadas esas escalofriantes instantáneas, que precisamente no contribuyen a rebajar esa “campaña de odio” que lamenta el líder de Vox? Son obra del fotógrafo Alfonso Sánchez Portela (1902-1990), curtido en el oficio por su padre, Alfonso Sánchez García, fundador de la conocida —en la época— Agencia Informativa Gráfica Alfonso; y están tomadas en Toledo, en el Convento de la Concepción. En ellas se ven a un grupo de milicianos posando con los cadáveres de dos monjas, que habían sido profanadas en el cementerio del edificio religioso.
En los fondos de la Biblioteca Nacional de España se conservan otras fotografías tomadas por la propaganda franquista una vez reconquistado Toledo —una de las grandes victorias de Franco para impulsar su imagen fue liberar el Alcazar de Toledo— en las que se denuncian los destrozos del mobiliario y las tallas religiosas. No aparecen ahí estas fotografías terroríficas.
Sánchez Portela, autor de una famosa entrevista con Abd-el-Kirm, el líder rifeño, en 1921, durante la Guerra de Marruecos, fue un fotógrafo español icónico del pasado siglo. Estuvo presente con su cámara en los principales acontecimientos de la Segunda República, y durante la Guerra Civil plasmó la destrucción, los enfrentamientos y sus consecuencias en el cuartel de la Montaña, en la Sierra de Madrid, el Puerto del León, en Alcalá, en Toledo, en la batalla de Extremadura, en la defensa de la capital o en Teruel. Precisamente en este choque terminó hospitalizado por principio de congelación. Asimismo, inmortalizó los tensos instantes del golpe de Segismundo Casado que certificó la derrota republicana.
Algunas de sus fotografías están expuestas en el Museo Reina Sofía, como las de su padre.