"El mayor racista, xenófobo y yo diría esquizofrénico que ha tenido la política". Así describía Javier Ortega Smith al fundador del PNV Sabino Arana Goiri en su intento por desacreditar las palabras de Aitor Esteban, portavoz del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso de los Diputados: "Vox es el franquismo puro". Guerra de viejos mitos. Esteban, para defender la figura de Arana, despejó el balón farfullando: "Que los franquistas me hablen de estas cosas tiene narices. Tienen ustedes un descaro...". Más tarde, le esquivó la mano en el saludo final.
Lo cierto es que desde finales del siglo XIX hasta la muerte del padre del nacionalismo vasco en 1903, las bases del partido más votado en Euskadi se erigían sobre pilares xenófobos, católicos, y tradicionales. La doctrina de Arana, publicada en sus numerosos escritos en semanarios como el Bizkaitarra o Euskeldun batzokija, era clara: Dios-raza-lengua-independencia.
El PNV es uno de los partidos más antiguos de toda España. Con más de un siglo de historia siempre ha estado presente en los sistemas democráticos españoles defendiendo la independencia y autonomía vasca y, aunque el nombre de Sabino Arana se escuche en los mitines del partido, nunca se hace mención al origen racista del Partido Nacionalista Vasco.
Invasión maqueta
Para Arana, el vasco debía rechazar la industrialización que estaba teniendo lugar en las Vascongadas. La burguesía urbana vasca había fomentado dicha industrialización que atrajo a numerosa inmigración española -maquetos- desde las diferentes partes de la península. Tal y como escribe el santanderino José María del Olmo en Historia del racismo en España (Almuzara), “la reacción anti-maqueta surge como consecuencia del miedo que las clases medias y una parte de la burguesía vizcaína sienten ante el desarrollo del movimiento obrero”.
Así, el líder nacionalista escribiría que la “invasión maqueta” pervertía la sociedad vizcaína y que la impiedad, el librepensamiento, el socialismo y el anarquismo eran obra de esta españolización de la sociedad.
Ocho apellidos vascos
La pureza de sangre era una de las obsesiones del bilbaíno. Uno no podía ser parte del PNV si no tenía ocho apellidos vascos -posteriormente esta norma tuvo que ser suprimida por la imposibilidad de llevarla a la práctica-. Tal era el odio al español que Arana se casó con Nicolasa Achicallende, una vasca pura “incontaminada”.
En 1895 escribió Tratado etimológico de los apellidos euskéricos, donde explicaba que la raza de una familia se representaba con sus apellidos: “Si los apellidos son euskéricos, el que los lleva es vasco; pero si no son euskéricos, el que los lleva no es vasco”.
La raza original
Asimismo, defendía la exclusividad de la raza vasca puesto que no procedía ni de los fenicios, ni de los celtas, ni de ninguna otra civilización del pasado que hubiese llegado a la actual España. De esta manera, el vasco sería realmente el nativo real de la Península Ibérica y de Europa. “Si por haber sido los aborígenes de España se nos llama españoles, por la misma razón se nos debe llamar marroquíes, italianos, franceses e ingleses…”.
El español es afeminado
La intolerancia hacia los españoles le hizo elaborar un discurso donde el paternalismo y el sexismo también estaban presentes. Por ejemplo, Arana ensalzaba la masculinidad de los vascos mientras que ridiculizaba a sus compatriotas del sur. “El vizcaíno es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos), o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero)”, escribía.
Españoles, vasallos y siervos
“El vizcaíno no vale para servir, ha nacido para ser señor (etxejaun); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo”. El fundador del PNV resaltaba que fuera de España los españoles ejercían las labores más humildes.
El español, un incivilizado
Tras las conquistas visigodas, romanas y musulmanas, Sabino Arana entendía que el español era de por sí un pueblo débil. Creía firmemente que “el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que lo civilice”.
Un lavado en la vida
Como en casi todas las ideologías que predican la discriminación hacia otra raza, la higiene era uno de los temas clave para criticar al español. “El español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año”. Los textos despreciativos de Arana intentaban marcar una diferencia en todos los ámbitos para demostrar la superioridad vasca.
Violencia en Euskadi
Es otro de los temas recurrentes en los discursos nacionalistas y xenófobos. “El 95% de los crímenes que se perpetran en Vizcaya se deben a mano española, y de cuatro de los cinco restantes son españoles vizcaínos españolizados. Decid pues, ahora, si el vizcaíno es español por su tipo, carácter o costumbres”, llegó a escribir culpando a los maquetos del auge de los actos vandálicos.
El adulterio español
El tradicionalismo de Arana defendía el ámbito rural de la urbe y el amor a la familia era fundamental para el nacionalista vasco. Así, describía al vizcaíno como un buen padre que rara vez sucumbía ante los placeres y vicios. En cuanto a los españoles tenía una imagen diametralmente opuesta: “Entre los españoles, el adulterio es frecuente así en las clases elevadas como en las humildes, y la afección al hogar es, en estas últimas, nula porque no la tienen”.