El 13 de julio de 1943, Encarnación Aragoneses, más conocida como Elena Fortún terminaba de escribir su nueva novela sobre su personaje más carismático, Celia. La niña que había enamorado a todos los niños y niñas desde que en 1929 apareciera en forma de historietas cortas en la revista Blanco y Negro se había convertido en un fenómeno literario durante la república.
La guerra rompió su vida, y también la de Celia, porque aquella niña no era más que un álter ego de la propia Fortún, que tras la derrota del bando republicano se exilió a Buenos Aires, desde donde siguió escribiendo y publicando su exitosa saga. Pero aquel 13 de julio fue diferente. No había terminado una novela de Celia más, sino que había terminado la más dolorosa y personal, aquella en la que contaba el día a día del conflicto.
Acabarla fue tan importante que dejó constancia de ello: “Hoy, 13 de julio de 1943, termino de poner en borrador Celia en la revolución”. Parecía que sabía que esta vez la cosa sería distinto, y que el camino de Celia por la zona republicana no iba a ser material fácil para publicar en la España franquista de censura y persecución.
Fortún describió el hambre, las bombas, el miedo y la dificultad de mantenerse fiel a los ideales. Entregó el manuscrito en un bolso junto con el de Oculto sendero a su hijo y su nuera, únicos familiares vivos, y la familia lo entregó a la editorial Aguilar en los años 60, pero consideraron que no era el momento. Nadie se acordó de aquel Celia en la revolución hasta que llegaron los actos de su centenario. Allí,la profesora de Filosofía Inglesa y biógrafa de la autoira, Marisol Dorao, comenzó a indagar. Las consultas le llevaron hasta EEUU, donde la nuera de la Fortún le entregó los manuscritos recuperados con la indicación de que se publicaran.
En 1987 apareció Celia en la revolución. La tirada fue muy corta, y desapareció en poco tiempo. Con esta historia se completaba también el puzzle de la vida de la propia autora, de qué había ocurrido desde aquel 1939 cuando huyó de su país. En 2016 la editorial Renacimiento, con el impulso de Marisol Dorao y las estudiosas María Jesús Fraga y Nuria Capdevila-Argüelles, retomó la publicación de las obras de Elena Fortún, y es así cómo aparecieron en 2016 Celia en la revolución y en 2017 Oculto sendero. Ahora, la aventura de Celia en plena Guerra Civil llega al teatro Valle Inclán y de la mano del Centro Dramático Nacional.
Una obra protagonizada por Tábata Cerezo y dirigida por María Folguera que estará hasta desde el 6 de noviembre al 24. La novela ha sido adaptada a las tablas por Alba Quintas, que apuesta por dar a conocer la otra cara de “esa niña traviesa que cuenta cuentos o la de la adolescente abnegada y algo señoritinga que cuida de su casa y de sus hermanas con solo catorce años”. “Celia tiene muchos otros rostros y es un espejo maravilloso de la evolución personal de la propia Elena Fortún. La Celia de Celia en la revolución es una adolescente que aunque no conoce nada del mundo de la guerra, tendrá que acostumbrarse muy rápido a vivir con ella; tiene que sobrevivir sola, tiene que acostumbrarse a confiar y también a desconfiar en aquellos que la rodean, y quizá por primera vez en su historia, de alguna manera se rebela a la vida que su padre y su abuelo dibujaron para ella, y empieza a tomar sus propias decisiones”, cuenta en el dossier de prensa de la obra.
“Creo que a los jóvenes de hoy en día se nos remueve algo cuando escuchamos decir a Celia ‘Ahora todo se soporta’. A nosotros también nos han ahogado en la narrativa de que estamos en un tiempo mucho peor que el de antes y que tenemos que conformarnos con lo que nos llegue, que no debemos protestar. Tengo la sensación de que la mía y las que vienen detrás son generaciones a las que se las ha dado por perdidas antes de tiempo. Ser adolescente en tiempos de crisis significa descubrirte a ti mismo a la vez que descubres que hubo un tiempo pasado mejor del que tú ya no tendrás frutos, y de alguna manera eso se queda contigo, pero no; igual que Celia no lo soporta todo, por mucho que quiera decírselo, deseo creer que nosotros tampoco”, añade.
Además de la novela, la dramaturga se leyó la biografía escrita por Marisol Dorao y la correspondencia que mantuvieron Elena Fortún y Carmen Laforet, “la cual fue una de las lecturas más maravillosas que he hecho en mucho tiempo”. También textos de Chaves Nogales o Clara Campoamor. Todo con una función: “comprender cómo funcionaba aquella época, saber realmente qué movía a las personas entonces, entender cómo sentía Elena Fortún”.
Noticias relacionadas
- Rosalía monta un tablao flamenco en los MTV EMA: así ha sido su histórica y espectacular actuación
- ¿Un ‘Juego de tronos’ para toda la familia? Que no cuenten conmigo para ‘La materia oscura’
- Los MTV EMAs se rinden al talento femenino y coronan a Billie Eilish como estrella del momento
- Salven las noches de boleros: la lucha por la supervivencia de los bares míticos de Madrid