A nivel musical, es probable que sea su canción con menor pegada: su canción más oscura, más perversa, más rabiosa y, por todo ello, más desagradable. Pero quizá en esta ocasión no se trata de hacerla bailable ni disfrutable en sus directos, sino de insuflar el veneno de la venganza a sus enemigos, a los que la critican en el detalle y a los que la acusan de apropiación cultural. A Palé, el nuevo tema de Rosalía, ha dejado desconcertado a todos. Empieza lírica: “Desde el día en que nací, traigo la estrella que llevo (…) sólo me protege a mí", en referencia a su talento, a su personalidad como artista, a una impronta propia que trata de defender frente a los que quieren verla caer.
Aparece con dientes de oro y un entrecejo a lo Frida Kahlo, quizá como guiño a otro gran icono del arte y el feminismo devorado por el capitalismo: a la pintora la envasaron, la convirtieron en merchandising, rebajaron su mensaje y su poderío y la vendieron por todo el mundo, dulcificándola, minimizando su carácter y su profundo dolor. Consiguieron que ya no molestara. Que ya no fuera transgresora. Consiguieron manosearla. Rosalía es consciente de que las críticas hacia ella van en la misma dirección: que si es un producto manufacturado, que si depende de una gran compañía que la avala, que si ella no se encarga de nada de lo que lanza… como si fuese una muñeca al servicio de una enorme maquinaria que la usa para hacer dinero.
Juega con esa idea en el videoclip apareciendo subida en una barra de reproducción, en mitad del proceso gélido de la creación de algo que no importa, que se repite constantemente, que se imita, que no tiene valor en sí mismo. Hija terrible de una industria.
Ahí es cuando la canción comienza a turbar, cuando comienza a oscurecerse. Ella mira con desprecio a la cámara y enseña un diente de oro, un símbolo que podría asociarse a la cultura gitana, adepta a las joyas: como llevar lo preciado encima, en la propia boca. Recuerden que la comunidad gitana arremetió contra ella por captar algunos de sus leitmotivs: capotes, nazarenos, vírgenes tatuadas… fueron muchos los que se indignaron por la utilización “vacía” de elementos calés y de léxico andaluz en sus últimos trabajos. Así lo contaba la activista Noelia Cortés a este periódico: “Usa a los gitanos como algo cool que incorporar a su disfraz, pero no le importamos demasiado socialmente hablando. Usa nuestros símbolos como si fueran pestañas postizas”.
Mientras el chaparrón cae fuera, Rosalía baila como poseída. Casi rapea. “Muerde si tienes que morder”, invita, en medio de una nave desértica y llena de cajas. “Todo lo que me invento me lo trillan, chándal, oro, sello y mantilla. Restos de caviar en la vajilla, mi Kawasaki va por seguiriyas”. Aquí ya lo deja más claro: está cansada de las acusaciones y ha explotado con una canción llena de pájaros negros, una canción anti-comercial para hundir a los que la señalan por ser mainstream, una canción que escupe baba verde y desafía al oyente.