“Si descanso, me oxido”: ese es el lema con el que abre la página web de Plácido Domingo, que hoy parece la hagiografía obsoleta de una estrella caída. Nada tiene ya sentido ahí: ni las fotos pomposas de gentleman maduro, ni las imágenes del tenor dejándose deslumbrar por los focos del escenario -como un auténtico mesías ascendiendo a los cielos-, ni la lista de medallas y de premios, ni el calendario de próximos eventos que hoy hace aguas. Plácido Domingo tendrá que empezar a acostumbrarse a descansar, aún a riesgo de oxidarse, tras una semana que ha supuesto su estocada definitiva.
La investigación conducida por el sindicato de trabajadores de la Ópera de Estados Unidos ha concluido que el artista abusó de su poder y acosó sexualmente a, al menos, 27 compañeras mientras ocupaba la dirección de la Ópera Nacional de Washington y la de Los Ángeles.
El discurso de Domingo sobre esta problemática ha ido fluctuando desde verano a acá: al principio salió con un “las reglas por las cuales somos medidos hoy son muy diferentes de lo que eran en el pasado”, más tarde sacó pecho -probablemente al sentirse avalado por muchos medios, instituciones y amigos- al estilo “nunca he abusado de una mujer; los españoles somos cálidos, afectuosos...”, y ahora regresa al autoflagelo pidiendo perdón y aceptando “toda la responsabilidad” de sus acusaciones.
Todas las cancelaciones
Es el final: el chiringuito se cae. Ayer, el Teatro de la Zarzuela cancelaba las dos próximas citas del tenor, fechadas para el 14 y 15 de mayo, “en solidaridad con las mujeres afectadas por el escándalo sexual”. El 14, además, se le homenajeaba: la idea era que se sumase al elenco de Luisa Fernanda (en la piel de Vidal) para celebrar sus 50 años de amor con el coliseo madrileño. El 15 iba a dirigir él mismo la orquesta. Nada de eso ocurrirá ya.
El Teatro Real, con todo el dolor de su corazón, tampoco le acogerá. En su día había salido en defensa de Plácido con un comunicado en el que reiteraba su “admiración y reconocimiento por todo lo que representa su extraordinaria carrera para la lírica española e internacional, y por su ejemplar trayectoria en esa institución”.
La idea del Real fue reunirse para dirimir qué hacer con los futuros conciertos de Plácido, pero el tenor se les ha adelantado y ha cancelado todas sus representaciones (cuatro) de La Traviata. También se retirará de las representaciones en los teatros y las compañías que tengan dificultades para llevar a cabo esos compromisos.
El Comité Ejecutivo del Teatro Real ha subrayado su “política de tolerancia cero ante los acosos y abusos de toda índole”. Más bajas: la Asociación Cultural Amigos de la Música, organizadora del XXXII Festival Internacional de Música y Danza 'Ciudad de Úbeda', también ha suspendido el concierto de Domingo del próximo 3 de mayo, para el que se habían vendido ya más de 1600 entradas.
Fuera su nombre de Teatros y Escuelas
Miren que en un primer momento habían aguantado sin cancelar, pero las críticas de las feministas de la ciudad han podido con su participación en el evento. La organización ha acabado declarando lo siguiente: “Si bien esta Administración local reconoce la grandeza artística del tenor y su difusión de la cultura, no podía mirar hacia otro lado”.
Les Arts ha roto también su relación con Plácido Domingo: el patronato del coliseo ha acordado hoy eliminar su nombre del Centre de Perfeccionament y, además, desistirá de “posibles relaciones futuras”. Las plataformas feministas valencianas llevaban pidiéndolo desde diciembre; y solicitando, además, que fuese rebautizado con el nombre de artistas valencianas como Matilde Salvador, Amparo Iturbi, Etelvina Ofelia Raga o Lucrezia Bori.
El nombre de Plácido, a modo de homenaje, está en muchos más sitios: ojo al Auditorio Plácido Domingo (en calle Monasteiro de Oseira, Madrid); o al Teatro Auditorio Plácido Domingo (Calle Espina y Capo), o el CEIP Plácido Domingo (un colegio público en la calle del Tejo), o la Escuela Pública de Música y Danza Plácido Domingo (Retiro).
Casi 8 millones de pérdidas
¿Qué más pierde Plácido? Bien: su caché no sobrepasaba los 250.000 dólares por función. Para este año 2020, aún tiene planificados 27 conciertos -después de las cancelaciones de EEUU, donde murió mediáticamente hace meses, y las españolas que acabamos de enumerar-: la gira arrancaba el 22 de marzo en Hamburgo y acababa el 14 de noviembre en Alemania. De hecho, aún arranca, al menos hasta que las instituciones clásicas de estos países -Rusia, Austria, Italia, Reino Unido, Alemania, etc- se manifiesten al respecto y se unan (o no) al rosario de cancelaciones.
¿Cuánto dinero, aproximadamente, perdería Plácido este año si sumamos esas 27 previsibles cancelaciones con las siete españolas? Estimación: unos 7.820.000 euros, sin contar con las estadounidenses, que se dieron antes de que el resultado de la investigación le señalase como culpable. Casi ocho millones de euros.
Ahora recordará con nostalgia aquel tiempo, cuando corría el año 1990, en el que se embolsó un millón de dólares por su concierto de las Termas de Caracalla con Luciano Pavarotti y José Carreras. Detrás de esa operación estaba el productor húngaro Tibor Rudas, quien convirtió a los tres tenores en auténticos fenómenos de masas. Se hicieron 33 conciertos en 16 países y está considerada la operación comercial más rentable de la música clásica.
No obstante, si leemos su comunicado entre líneas, en un primer momento no ha parecido muy dispuesto a retirarse. Parece que irá allá a donde le quieran. Además de contar que siente que “ha crecido con esta experiencia”, se mostró “comprometido con producir un cambio positivo en la industria de la ópera para que nadie tenga que pasar por la misma experiencia”: decía que era su “ferviente deseo” que la ópera sea un “lugar más seguro”. Pero estas buenas palabras no han convencido a casi nadie.
Los amigos que le defendieron
Irán cayendo, poco a poco, los amigos. O al menos, los amigos que lo han defendido públicamente. Recuerden que Ainhoa Arteta decía hasta hace dos días que lo de Plácido era “una caza de brujas” y que “pondría la mano en el fuego por él”. ¿Volvería a decirlo? “¿Qué hay de malo en que a un hombre le gusten las mujeres?”, deslizó la artista. “No hay que darle mayor importancia, a esto se le llamaba antiguamente ligar”. También la gran Paloma San Basilio partió una lanza a su favor: “Siempre fue un caballero, un gran compañero y un generoso artista, de los que no abundan”. En el mismo estilo, políticos como Cayetana Álvarez de Toledo o Rafael Hernando.
El periodista Rubén Amón, su amigo y biógrafo, publicó primero una columna en El País titulada “En defensa de Plácido Domingo”, donde aseguraba que “la precariedad de las acusaciones al cantante” no guardaba “proporción con la demolición de su imagen”. En noviembre, El Confidencial abría con una exclusiva entrevista a Domingo en la que el entrevistador era, precisamente, Amón. Los colegas se encontraron en el apartamento de Nueva York del tenor. El titular rezaba: “He sido galante, pero siempre en los límites de la caballerosidad”. Habían pasado cien días desde la “escandalera mediática”, como lo denominó Amón, por sus acusaciones de acoso.
Ahora el biógrafo ha dado un sutil paso atrás, aunque sin caer en la disculpa: “He defendido a Plácido Domingo. Lo hice porque reí en la palabra de amigo. Y porque me convencieron todos los argumentos que me expuso en privado. No puedo arrepentirme de creer en un amigo. Ni de haberlo defendido. La decepción es proporcional”.
Todos se han ido. Sólo Bertrand Ndongo, más conocido como “el negro de Vox”, sigue defendiendo al artista. “Sigo pensando que lo ocurrido no puede servir para arruinar la carrera de un gran artista conocido a nivel mundial como Plácido Domingo. No ha violado ni agredido sexualmente a nadie. Su caso no tiene nada que ver con el de Harvey Weinstein”, ha manifestado.
Ya no se escuchan aplausos. No suenan ya los que resonaron en Les Arts de Valencia, incluso después de las primeras acusaciones: más de diez minutos de ovación al tenor que desafiaban los testimonios de las víctimas. Tampoco suena ya aquel estruendo emocionante que se oyó el 30 de julio de 1991… una hora y veinte minutos de aplausos tras interpretar a Otelo en la Ópera Estatal de Viena. Fue el más largo de la historia.