Hoy la recomendación durante la cuarentena es inevitable, casi obligada. Ayer fallecía Lucía Bosé, y aunque para muchos haya sido 'la madre de Miguel' o esa mujer de las páginas de sociedad con el pelo azul, desde aquí hay que reivindicarla como la grandísima actriz que fue. Tenía uno de los rostros más magnéticos del cine. Uno que sedujo al propio Visconti, que dicen que la descubrió en una pastelería.
Trabajó con los mejores, y también en España, donde protagonizó una de las obras maestras fundamentales de nuestro cine, Muerte de un ciclista, dirigida por Juan Antonio Bardem. En ella daba vida a una burguesa en los años 50 en nuestro país que mantenía una relación extramatrimonial con un novio de juventud que es profesor universitario. En una escapada pillan a un ciclista con el coche, pero deciden no asistirle para que no les descubran.
Pero Muerte de un ciclista es mucho más que un thriller, es un bofetón con la mano abierta a la burguesía franquista y al régimen. Su descripción de la clase alta del país es despiadada. Señoritos que miran por encima del hombro, que tienen su poder y su dinero por haber apoyado un golpe de estado y que no tienen ningún tipo de remordimiento. Cuando alguno lo tiene es desterrado del rebaño. Un guion que burló a la censura franquista pero que ahora resuena con la misma fuerza. Un clásico indestructible.