Jorge Ilegal es como España, ingobernable; aunque a él, un enemigo feroz de las fronteras, las religiones y las identidades -de los límites, en sentido profundo-, no le gustaría nada esa comparación. Digamos, entonces, que es un hombre en rebelión sin tregua en su arte y en su vida. Un tipo escurridizo, un antónimo de la mansedumbre, un solitario vocacional: nunca ha vivido con una pareja, no ha tenido hijos, no se casa con ninguna corriente, con ninguna idea. Su ética es impredecible, pero eso es una demostración de su poderosa vitalidad. A él le gusta destripar guitarras y arreglarlas; releer a Nietzsche, buscar soluciones oníricas a los problemas cotidianos del cruento mundo. Este mundo de malos, dice Jorge. Pero él no: él es bueno.
Con Ilegales ha vendido millones de ejemplares y ha abarrotado recintos por toda España. Hay algo bélico en su forma de expresarse: parece, incluso encerrado, que entiende la vida como un cuerpo a cuerpo. Resulta imponente. Incómodo. A veces, francamente hostil. También refrescante desde su verborrea cultísima e imparable y su afán deslenguado y honesto por contradecir al mundo. Ya le conocen. Después no se hagan los sorprendidos.
¿Qué ha aprendido de usted mismo en este encierro? ¿Y de los demás -del ser humano, en sentido profundo-?
Como solitario empedernido que lleva una vida social intensa, me encuentro perfectamente. Tengo una vida interior… (ríe) muy patente desde siempre, y bueno, estoy bien. Estoy ordenando ahora mismo una ingente colección de soldaditos de plomo y otros materiales, que van desde 1860 -los más antiguos- hasta los años cincuenta, o los primeros sesenta, que ahí me dejó de interesar. Tengo destripada una guitarra encima de la mesa con un circuito realmente complicado, quiero filtrar unas secuencias… me encuentro bien solo.
Estoy en un apartamento pequeño. Cuando se planteó esta situación pude optar por tres sitios: en el palacete de mi familia hay mucho espacio, está solo, podría estar a 20 metros de cualquier otra persona, pero he preferido quedarme en casa y ponerme a arreglar canciones buscando las palabras exactas. Tengo un montón de libros pendientes. Esa posibilidad de leer. También le estoy enviando a mis compañeros de Ilegales canciones grabadas para que vayan haciendo los arreglos pertinentes, todas las estructuras, las progresiones de acordes con un tempo perfecto… en fin. Estoy viendo que los víveres me van a permitir quedarme en casa hasta el lunes sin salir a hacerme con nada. No tengo frigorífico. Ni televisor. Veo los noticiarios desde el ordenador y tengo los víveres conservados a la antigua usanza, en una pequeña terraza que está siempre fría. En esta época del año se mantienen perfectamente.
¿Qué va a comer hoy?
Tengo un potaje a base de pollo. Estas cosas son más perecederas. Pollo, pimiento. Es importante el aporte de vitamina C. Potajes potentes. Cebolla… ¿qué mas lleva, joder? Ajo. El ajo va muy bien para todo. Y para cenar tengo revuelto de setas. Mañana haré arroz con almejas de lata y bonito.
¿Cuál es el pensamiento más extraño que ha tenido estos días?
Yo no tengo pensamientos raros porque yo vengo raro de serie. Los pensamientos raros han sido una constante en mí, por lo que podría decirse que yo no tengo pensamientos raros. Este tipo de pandemias creo que han estado vigentes de manera constante. Pero lo de vivir con tanta asepsia… cuidado con estas cosas. Generalmente desinfectamos mucho todo y esa desinfección lo que hace es que no tengamos contacto con bacterias y virus, que al final podrán matarnos por falta de inmunidad. Vivimos en un mundo demasiado aséptico. Ahora tiene sentido, claro, pero cuando no hay pandemias deberíamos reducir el nivel de asepsia para estar un poco más fuertes. No sé, Lorena. A lo mejor estoy diciendo una burrada, no soy científico.
¿Qué es el mundo interior; cómo se cultiva? ¿Realmente puede la cultura salvarnos de algo?
El hecho cultural es lo que ha hecho a la especie humana conquistar nichos ecológicos. Puede salvarnos incluso la vida la capacidad de los seres humanos de pasar información de un individuo a otro de la generación siguiente. Ese plagio constante, que existe mucho en las artes, ese basarse en investigaciones anteriores: claro que puede servirnos de mucho. Además, esta especie necesita, para sentirse realizada y sentirse bien, adquirir conocimientos. Ampliar conocimientos es un placer en sí mismo y es algo que llevamos haciendo desde mucho antes de que existiese la historia, o de que tengamos hechos pretendidamente contrastados. Los historiadores antropólogos ya se sabe cómo son: cogen un hueso de pollo de paella y un diente de vieja y ya tienen una especie.
“Para los desgraciados, todos los días son martes”, cantaban las Vainica Doble. ¿Cómo cree que afectará esta situación a nuestra concepción del tiempo, del trabajo y del placer?
A mí no me va a cambiar nada, no. Yo he pasado por períodos de aislamiento voluntario. Evidentemente va a afectar intensamente a la economía, es un pretexto perfecto para los despidos baratos y para recontratar gente con muchos menos derechos. Esto favorecerá a los de siempre, a esos apóstoles de la desgracia. Se sirven de todas estas desgracias para restringir derechos, se da más poder al gobierno de los Estados… vimos lo que pasa desde el 11-S en los EEUU, las empresas de seguridad y tal… con el Covid-19 nos acercaremos a ese peligrosísimo Estado parapolicial que muchos desean. Vaya, que desean una serie de señores a los que les deseo una muerte rápida. Una urgente muerte en beneficio del resto de la humanidad.
Esta crisis, ¿le volverá más humanista o más misántropo?
Tiene dos caras. De momento sí hay una parte buena, pero como se provoque un “sálvese quien pueda”, que es pura naturaleza humana… Me enfadaré mucho, desgraciadamente, mucho, mucho, si en un futuro próximo la gente con poca memoria -que es abundante- vuelve a votar a partidos que quieren que la sanidad pública sea privada. Ahí tenemos a una privatizadora como Esperanza Aguirre con coronavirus. Mire, señora, a lo mejor no hay sitio para usted en los hospitales porque usted los ha cerrado y se los ha dado a compañías aseguradoras, a laboratorios medicoquirúrgicos, a la banca. Vamos a quitarle el respirador, señora, que ya tiene una edad, y se lo vamos a dar a alguien que lo necesite más.
Decía Blaise Pascal: “Todos los males derivan de una sola causa: nuestra incapacidad de quedarnos quietos en una habitación”. ¿Está de acuerdo?
No, no estoy de acuerdo. Stephen Hawking estaba quieto dentro de sí mismo y su aportación a la física, a la astrofísica y a la concepción del universo es de tanto valor que resulta inestimable.
¿Cree que los ciudadanos españoles han mostrado responsabilidad individual? ¿Qué valor le da a ésta?
Cada uno es hijo de su padre y de su madre. Se ve de todo. Y ya no sólo por cuestiones educacionales, sino por… hay sectores de la población tan próximos a instintos primitivos que es como si la especie se dividiese en dos o en tres. Probablemente lo está haciendo. Hay colectivos realmente estúpidos. Se están observando cambios físicos en la forma de la mandíbula en un período tan corto como puede ser de la Edad Media a aquí. Hay una evolución… parece que esta humanidad esquizofrénica del siglo XXI difiere en capacidad mental del hombre de las cavernas, que era un hombre “renacentista”, porque tenía que hacer frente a muchísimas situaciones de estrés y de supervivencia. Inventaban con más facilidad. Eso conectaba antes con el hecho cultural en la historia, con las tecnologías, con la capacidad de transmitirnos conocimiento de unos a otros; todo eso avanzando en progresión geométrica. Pero las capacidades mentales está claro que están disminuyendo. Por eso vemos a gente con concepciones muy diferentes de este tipo de urgencias.
¿Qué idea tiene ahora mismo de la libertad? ¿En qué se canjea?
La libertad es un valor a la baja. Por el que apuestan a la baja… como en el lenguaje de la bolsa. Están apostando a la baja por él los grandes apellidos. Rockefeller, Morgan, payasos como el señor Trump, Bolsonaro… son instrumentos realmente eficaces en manos de las élites para conseguir sus propósitos.
¿Reforzará esta crisis nuestra idea de colectividad? ¿Empezará a estar mejor vista la palabra “España”?
Pf… (se parte de risa). Bueno, no lo sé, mira. Una de las ideas que se oponen a todo progreso es el nacionalismo. Los nacionalismos son algo realmente pernicioso. Si queremos dar el paso hacia una humanidad futura mejor hay que desprenderse de conceptos como “identidad”, “fronteras”, “raza”, “religión”… fíjate que son conceptos muy queridos. Sacralizados. Si queremos una humanidad mejor, también posterior al virus, tendremos que olvidarnos de todas las banderas. Me declaro pirata en guerra contra todas las banderas. Bueno, pirata no, que Francis Drake era un gilipollas y un marino de mierda.
¿Cree que esta crisis reforzará la idea de “clases sociales”, y, más allá de eso, de “lucha de clases”? Es decir: ¿esta crisis nos iguala a todos en la desgracia o nos aleja respecto a nuestra situación económica?
Sí nos aleja de los ricos, claro que sí. Todas las crisis alejan. La crisis económica será una crisis social. Veremos las estrategias de la clase más fuerte para tener un mayor control sobre las bajas, hundiéndolas en la miseria.
Una canción, una película y un libro para resistir en cuarentena.
Hay montones de canciones que me ponen alto… tengo una colección de discos aquí, muchas bandas españolas, aunque ahora me está dando por el jazz. Lo que pasa es que me gusta oírlo a alto volumen. Y no es momento de beber. Yo soy más bebedor social. Aprovecho para poner música cuando la gente sale a aplaudir y así no molesto. Me encanta Mozart. Estoy releyendo Nietzsche. Siempre lo releo, cada x años. Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal, El nacimiento de la tragedia, Crepúsculo de los ídolos… hay un montón. El Anticristo no está mal pero es probable que en este momento no sea un libro muy relajante. Prefiero Así habló. Porque Nietzsche usa ahí recursos literarios con una solvencia apabullante y el Anticristo no es tan literario, aunque los argumentos son demoledores, ¡pero bueno…!
¿Cine? No soy muy de cine. Me gustó El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. Hay un momento en el que cambian los colores. Tiene ese punto onírico que siempre me ha interesado. Soy alguien que aprecia mucho los sueños. He escrito muchas canciones mientras duermo. Estoy convencido de que la parte subconsciente es la más inteligente de todos nosotros, ahí se liberan muchas trabas. Es un campo que deberíamos explorar con más frecuencia. Yo lo hago todo lo que puedo, también con cuestiones de electricidad, o de mecánica, o para arreglar la guitarra que te decía… he encontrado la solución después de dormir, ¿sabes? Me he despertado diciendo “joder, ya sé dónde va este puto cable”.