Decía George Steiner que lo que no se nombra no existe. Y Wittgenstein, que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo. No les faltaba razón. La situación tan extraordinaria -en el más terrible de los sentidos- que estamos viviendo al atravesar la pandemia del coronavirus ha incorporado a nuestro vocabulario habitual palabras que no estaban presentes y que, a partir de ahora y durante un tiempo largo, formarán parte de nuestros recursos y nuestro imaginario. Aquí los términos nuevos que hoy son parte de nuestro día a día y de nuestra preocupación inmediata.
Guerra: “Desde los tiempos de II Guerra Mundial, nunca la Humanidad se había enfrentado a un enemigo tan letal para la salud y tan pernicioso para nuestra vida económica y la social”, ha dicho el presidente Sánchez, que también acostumbra, en las últimas semanas, a emplear lenguaje bélico contra el Covid-19: ha hablado de “victoria”, “batalla”, “frente”, “armas”, “enemigo” o “primera línea” para referirse a los sanitarios que están “batiéndose contra el virus”.
Posguerra: Sánchez también ha hecho un llamamiento al PP para que contribuya a la “posguerra”, es decir, a la reconstrucción de la España posterior al paso de la pandemia. La elección de términos bélicos responde a la cruel virulencia con la que el virus está azotando a nuestro país. Es una forma de colocar al ciudadano en el nivel de gravedad que esta situación requiere.
Desescalada: igual que con "escalada" nos referíamos a la intensificación de los casos de contagio y las muertes ocasionadas por el maldito virus, con "desescalada" hablamos de lo contrario, del retraimiento de la pandemia. De la bajada, del descenso del pico. Bien. No obstante, la RAE no recomienda su uso porque nos invita a evitar los "calcos del inglés". Uno de estos calcos nos llevó a naturalizar el término "escalada" ("to escalate"). Por eso la RAE apunta que lo mejor es usar "reducir", "disminuir" o "rebajar".
Héroes: los héroes se han quitado la capa. Ya no tienen súperpoderes ni salen en películas de Marvel. El coronavirus nos ha hecho pisar el barro, ver la realidad, y darnos cuenta de que el enfermero, el médico, el barrendero y la cajera del supermercado son héroes y se merecían mucho más respeto que el que se les daba. Que no se nos olvide cuando esto pase.
Distanciamiento Social: en España nos gusta tocarnos, besarnos, abrazarnos… y de repente el coronavirus trajo un término que atentaba contra nuestra propia forma de ser. La distancia social nos obligaba a separarnos de la gente, a guardar al menos un metro con todo el mundo, incluidos con aquellos que queremos. Nunca nos habíamos relacionado así, demostrando cariño en la distancia, sin el contacto humano.
Curva: conocíamos muchas formas de usar esta palabra: la curva de la felicidad, la chica de la curva… pero nunca pensamos que nuestro optimismo e incluso nuestro futuro dependiera de ella. Cada mañana todos miramos los datos y esperamos a que nos digan la noticia que queremos oír: que la curva se aplana, que todos nuestros esfuerzos han servido para algo.
Pico: la palabra favorita de Fernando Simón, el maldito pico, ese que llevamos semanas intentando alcanzar y doblegar. El punto álgido de la pandemia, el momento en el que todo cambiará… y que sigue sin llegar.
ERTE: las siglas que nadie quisiera conocer y a las que todos tenemos. El dichoso Expediente de Regulación Temporal de Empleo. La medida para evitar que las empresas despidan a sus trabajadores que el gobierno ha aprobado para defender el empleo.
Estado de Alarma: sólo lo habíamos visto en las películas cuando ocurre un acontecimiento fatídico. La gente se repliega en sus casas, no pueden salir, hay toque de queda y los militares dicen por un megáfono que las personas no pueden estar en las calles. Lo que antes era una excepcionalidad se ha convertido en nuestro día a día, y el estado de alarma que nos obliga a quedarnos en nuestros hogares es nuestra nueva rutina.
El Estado de Alarma se instaura en los siguientes casos: grave riesgo, catástrofe o calamidad pública, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud. Dos: crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves. Tres: situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad. Cuatro: paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad.
Wuhan: la ciudad que nadie sabía colocar en un mapa y que ahora todos conocen. El inicio de todo, de una pandemia que mirábamos desde la lejanía con superioridad occidental hasta que nos pilló por sorpresa. Wuhan pasó de ser la ciudad con la que todos bromeaban al sitio que todos admiraban por su forma de contener el coronavirus.
Termómetro: no ha cambiado de significado, pero sí cómo miramos a un instrumento que antes sólo era el indicador para tomarse un paracetamol y ahora se ha convertido en el aparato que puede alertarnos de que tenemos el virus. Nunca nos habíamos tomado tanto la temperatura ni habíamos sido conscientes de tener uno en casa. Las farmacias se quedaron sin ellos y se convirtieron, por primera vez en la historia, en un artículo de primera necesidad.
Fómite: nunca habíamos oído hablar de esta palabra. Sólo la habíamos oído en la película Contagio, donde ya explicaban que era. Ahora Fernando Simón nos lo tuvo que explicar: aquellas superficies y objetos inanimados que cuando se contaminan con algún virus se convierten en trampas que pueden transferirlo a otra persona: la barra del metro, un pomo de una puerta… todo podía ser un fómite y todo podía pasar el coronavirus.
Confinamiento: quedarse en casa. No salir. Seguir las órdenes para que esto pase. Una reclusión forzosa para la que no estábamos preparados y que nos demostró que teníamos más ingenio y resistencia de la que pensábamos.
Pandemia: hasta hace poco nos resultaba un término apocalíptico, y, desde la peor de nuestras soberbias de ciudadanos de primer mundo, tercermundista. Parecía que la “pandemia” siempre les ocurría a los otros, a los más desfavorecidos, y que nosotros, con nuestros infinitos medios -que no eran tales- sobreviviríamos a todo. Comprobamos que no.
El Diccionario esencial de las ciencias define pandemia como “epidemia que afecta a la vez a gran número de individuos en una amplia zona geográfica”; y epidemia como “presencia de cualquier enfermedad, infecciosa o no, generalmente de aparición brusca, cuya incidencia en una población determinada excede significativamente los niveles habituales en otras poblaciones. Cuando la extensión geográfica es muy amplia o prácticamente universal, recibe el nombre de pandemia”.
Himno: una palabra que ha tomado un nuevo rumbo. Ya no se refiere al himno oficial del país, sino a las canciones a las que los ciudadanos se han ido agarrando estas últimas semanas de forma natural, para rebelarse musicalmente contra el virus y sus estragos. Ahí Resistiré, de El Dúo Dinámico, Color Esperanza, de Diego Torres, o Quién me ha robado el mes de abril, de Sabina.
Semana Santa: en estos instantes, una fábula. Nos quedan los días de fiesta: poco más. Ni fervor religioso en los barrios, ni arte sacro, ni nada. Atrás quedó el discurso frenético que se viralizó hace unas semanas: “Cofrades, a la calle ya”. No puede ser. Los adeptos se encienden incienso en sus casas y acarician sus capirotes. El año que viene será.
Patología: se refiere a la “enfermedad física o mental que padece una persona”, pero estos días la hemos escuchado mucho con esta fórmula: “El paciente x falleció por coronavirus porque tenía patologías previas”. Se trata de enfermedades previas al contagio del virus que habrían agravado la situación de un paciente, como problemas respiratorios o de otra índole que le colocasen entre la población de riesgo del Covid-19.
Aplausos: la nueva forma de homenajear, cada día a las ocho de la tarde, al personal sanitario que está jugándosela por nosotros. Ya hay casi 20.000 profesionales contagiados en todo el país.
Coronavirus: enfermedad infecciosa desconocida hasta la fecha en humanos.
El virus causa una enfermedad respiratoria similar a la gripe con diversos síntomas (tos, fiebre, etc.) que, en casos graves, puede producir una neumonía. Si existen patologías previas o se tiene una edad avanzada, puede causar la muerte. Para protegerse es recomendable lavarse las manos regularmente, evitar tocarse la cara, usar mascarilla y guantes y, fundamentalmente, quedarse en casa para frenar el contagio masivo.
Cuarentena: en términos médicos, se refiere al aislamiento de un grupo determinado de población por un período de tiempo suficiente hasta que se evite o limite el riesgo de que se extienda -más- una epidemia o pandemia. Para nosotros, es un sacrificio que, de forma inédita, ha recortado nuestros derechos fundamentales -como la libertad de movimiento-, pero que es necesario cumplir estrictamente por un bien, en estos momentos, mayor: la salud pública y la seguridad.