Cuando muere un pintor solo muere el hombre. Ha muerto Juan Genovés, pintor, escultor y uno de los artistas españoles más reconocidos, cotizados e internacionales. Leas donde leas y busques donde busques, se repite en sus obituarios la referencia a su obra más popular y políticamente relevante, El abrazo. El hombre y su obra resumidos por un acrílico y serigrafía sobre lienzo que pintó en la España convulsa y expectante de 1976 y que, inmediatamente, se convertiría en un símbolo de cambio, libertad, y encuentro.
El abrazo fue utilizado por Amnistía Internacional y sus reproducciones en póster ocuparon las paredes de miles de casas españolas durante aquellos años. Ha sido símbolo contra la intolerancia, un homenaje a los abogados de Atocha vilmente asesinados (el propio autor interpretó la pintura con una escultura recordando los asesinatos), e incluso ha sido referencia discursiva de políticos e intelectuales de la más variada tendencia ideológica. “Este cuadro representa la reconciliación entre españoles”, dijo Genovés.
Es un cuadro fetiche que en 2016 el Museo Reina Sofía cedió al del Congreso de los Diputados. Allí recuerda, supongo, que además de enfrentamiento cabe también el acuerdo. La generosidad. Quizás sea el lugar más idóneo donde pueda ser expuesto, donde puede recordar diariamente a sus Señorías que otros antes, y en tiempos muy difíciles, demostraron altura y apuesta decidida por un futuro mejor, mejor que lo peor del pasado. Pero con un cuadro pasa como con las cosas de la vida, hay que fijarse un poco y sentir para entenderlo, si no, pasa de largo y no deja huella alguna.
Genovés pintó el cuadro acertado en el momento necesario, aunque hoy, 44 años después (siempre sabré los años de ese cuadro sin necesidad de hacer cálculos porque lo pintó el año en el que nací) más que un abrazo creo que pintó un paréntesis. La historia reciente de España, desde mediados del S.XIX hasta nuestros días, no ha tenido demasiados abrazos ni encuentros. La virtud, el talento o la suerte de Genovés fue la de ser capaz de reflejar ese paréntesis, ese momento que abrazó, por ejemplo, a Carrillo con Fraga.
Hoy, algunos de los que sucedieron a los políticos de aquella época, al pasar por delante del cuadro en el Congreso se harán una foto con él. Lo utilizarán como fondo en su perfil de tuiter, e incluso lo citarán en sus discursos. Pero eso es una cosa, y otra entenderlo. Me temo que Genovés pintó un paréntesis en forma de un abrazo que hoy ya no existe. Que debería volver.
Descanse en paz el hombre, siga viva su obra.
*Borja Sémper, político y escritor, fue el portavoz del Partido Popular en el Parlamento Vasco y, desde 2009, hasta el 14 de enero de 2020, presidente del Partido Popular de Guipúzcoa.