A lo largo de la historia muchos son los nombres de jefes militares que nos han llegado a la actualidad. Julio César consiguió hacerse con el poder en Roma tras años de victorias en el campo de batalla. Alejandro Magno consolidó bajo su dominio a las ciudades-estado griegas junto a Asia Menor para enfrentarse posteriormente a los persas. Entre todos los estrategas militares, la humanidad suele olvidar a Flavio Belisario, el general de la historia del Imperio bizantino.
A partir del siglo IV el Imperio romano, que tantos siglos había mantenido el Viejo Continente bajo una civilización hegemónica, entró en una crisis que difícilmente podrían solventar los emperadores. Se dividió el territorio en dos partes: el Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente —también conocido como Imperio bizantino—.
Este imperio tuvo que resistir durante años las incursiones de los germanos y demás pueblos colindantes. Tras la muerte de Justino en 527, el nuevo emperador, Justiniano I, nombró a Belisario comandante de las fuerzas imperiales en Oriente. Este, que se había hecho soldado muy joven, demostró su valía derrotando a ejércitos superiores como el sasánida o el persa. El Imperio romano de Oriente tenía la oportunidad de volver a recuperar las tierras que había perdido y controlar como antiguamente el Mediterráneo. "Así que un visionario emperador, Justiniano I, empezó lo que se llamó la recuperación", escribe el historiador Javier Traité en Historia torcida de España (Principal).
"El caso es que enviaba a recuperar territorios a un general al que le recortaba tanto el presupuesto que se tenía que pagar él de su bolsillo buena parte del ejército", añade. De esta forma, Belisario y sus hombres carecían de apoyo logístico y económico para combatir. No obstante, pese a las dificultades, sus batallas contra los vándalos y los ostrogodos fueron todo un éxito.
Conquistas en la Península Ibérica
Tal fue el expansionismo de Bizancio que recordaba a la época más prospera del Imperio romano unificado. Belisario llegó hasta la Península Ibérica, y se asentaron en la costa con capital en Cartagena. Sin embargo, debido a que Justiniano no podía garantizar más hombres de apoyo, se vieron rodeados y cercados por los bárbaros. En resumen, tal y como narra Traité, "habían conquistado un territorio que no les servía para nada, incluso estorbaba".
A su regreso definitivo a Constantinopla fue recibido con todo tipo de honores. Había recuperado gran parte de Europa en condiciones militares precarias. De hecho, se le requirió una vez más para fulminar una incursión por parte de los hunos en territorio bizantino. Belisario y Justiniano murieron con pocas semanas de diferencia entre ellos, ambos en el año 565. Entre los dos habían incrementado el tamaño del Imperio un 45% y ambos fallecían dejando un gran imperio que seguiría descomponiéndose.
¿Quién sabe qué territorios habrían podido conquistar si Justiniano hubiera dedicado más presupuesto al ejército? Las tácticas de Belisario era impecable en el campo de batalla. "Sus campañas militares son un canto a la estrategia que, por algún motivo, quedan a la sombra de Aníbal o Alejandro Magno, pero que no las desmerecen en absoluto", considera el escritor.