Jedet: "La sociedad respeta más a los perros que a las mujeres trans"
“Las tránsfobas son unas ignorantes que se parecen más a Vox que a las feministas” / “Tengo muchas amigas trans que se están prostituyendo ahora mismo para pagarse unas tetas: es una pena” / “Nunca me ha preocupado no ligar por ser mujer trans, sino que me metieran una paliza” / “Cuando los hombres nos llaman ‘putas’, es que algo estamos haciendo bien”.
22 junio, 2020 02:55Jedet es una artista multidisciplinar: cantante -ahí su Reinas con Ms Nina o su disco La Leona-, actriz -en Paquita Salas o La Veneno, con Los Javis-, dj, influencer, escritora, y, por supuesto, activista de los derechos de las personas trans. Ahora publica sus memorias, un libro donde recopila textos, experiencias, pensamientos y pequeños poemas, donde revela que el primer hombre que le hizo daño fue su padre, donde relata agresiones, pánicos, pasiones, dudas, donde se sincera respecto a su transición y sobre las presiones sociales que hay sobre las mujeres trans, a las que se obliga a reasignar su sexo o a ponerse pechos aunque en ocasiones no lo deseen.
Habla de trastornos alimenticios, de amores tortuosos, de sus mujeres admiradas, de su infancia en un pueblo pequeño, cuando se metía en la cama todas las noches deseando despertarse siendo niña. Sobre la mirada sexualizadora y fetichista de los hombres que han intentado usarla y tirarla. Sobre su ya infalible "detector de capullos". Sobre su vida, en verdad, habla Jedet, con toda su hermosura y su crudeza. Charlamos con ella al teléfono a raíz de Efecto Mariposa, su libro publicado por Plan B.
Hablas de que este libro de alguna manera supone un diario íntimo. ¿Cuál es la parte que más te ha costado publicar, la revelación más personal o profunda que haces aquí?
Tuve muchas dudas a la hora de atreverme a enviar el manuscrito, especialmente cuando hablo de los trastornos alimenticios. Eso lo conocía mucha gente de mi entorno, mi círculo más íntimo lo sabe… pero no lo había querido compartir nunca con nadie más. Abrirte siempre es difícil.
Cuentas en el libro cómo has sufrido mucho por los hombres, desde tu padre a tus amantes o novios. A su vez, dices algo hermoso, y es que todas las personas a las que has admirado son mujeres. ¿Cómo superar esta desconfianza hacia los hombres? ¿Crees que pueden aprender algo del feminismo?
No tengo ni idea de cómo superarla, porque justamente ahora he salido de otro chasco y trabajé, precisamente, la confianza. Para nada, porque de repente me di la hostia y me di cuenta de que esa persona me había estado engañando a niveles muy heavys. Vas intentando confiar y darle la oportunidad a algunas personas, pero luego dices “hago bien en no confiar”. ¿Me vale la pena? Me voy cerrando. Creo que hay buenas personas, claro, quizás haya que elegir mejor. Respecto a la segunda pregunta, por supuesto. Los hombres deben educarse en el feminismo, reconstruirse y mirarse fuera del privilegio que tienen por haber nacido hombres, y ponerse un poco en nuestra piel, que no es nada fácil… porque están muy cómodos.
Sé que estoy generalizando, pero los hombres tienen otra forma de ser, por naturaleza son cobardes, huyen de los problemas, no son claros, les aterra la conversación porque supone enfrentamiento, ¡son infieles…! Son capaces de prometerte algo y romperlo enseguida. En cambio, por mi experiencia, las mujeres estamos hechas de otra pasta. Claro que hay mujeres que me han decepcionado, pero muy pocas. Ya te digo: es una generalización, pero en muchos casos pasa.
En la introducción hablas de la fetichización de las mujeres trans, de que hay muchos hombres que las entienden como “putas / zorras / degeneradas”, mujeres a las que utilizar para un encuentro sexual pero que luego nunca cogerían de la mano por la calle. Es terrible. ¿Cómo has vivido esta situación?
Es una pena, pero es mi día a día, y ya es como quien oye llover. Hay días que me es indiferente y otros días que me sale la rabia y los mando a tomar por culo. Lo tomo como un filtro de capullos. Dependiendo de cómo se acerquen a mí, ya sé por dónde van. Si recibo esa sensación, sé si eres un capullo o no. No hay mal que por bien no venga. El fetiche se les nota y yo he aprendido a detectarlos.
¿Por qué, también en la ficción, se suele representar a las mujeres trans como personajes que terminan en finales trágicos o siempre trabajan en la prostitución? ¿Cómo salir de este arquetipo tan nocivo?
Para empezar, la representación de las personas trans en la ficción es escasa y cuando se nos representa, normalmente lo hacen actores con peluca. Actores cisgénero con peluca o actrices cisgénero. Bueno, esto me molesta bastante. Es verdad que yo prefiero que me represente una actriz cisgénero, porque no soy un hombre disfrazado de mujer, ¿sabes? Si todo estuviese equilibrado y hubiera igualdad, sería distinto; si las actrices trans estuviéramos en series y en películas y también hiciésemos papeles de mujeres cis… pues estupendo, pero no es así. Para un papel trans que hay y que se lo den a una cis… pues mira, no me parece, nos están quitando la única oportunidad que tenemos de trabajar.
Es cierto eso que dices de que se nos suele representar como prostitutas y como yonkis, y es una reducción, porque también hay mujeres trans escritoras, o médicas, etc., pero, a la vez, el 85% de las mujeres trans están en el paro y tienen que buscarse la vida como pueden. Esa ficción, lamentablemente, se asemeja a lo que vivimos. Tengo muchas amigas trans que se están prostituyendo ahora mismo para pagarse unas tetas. Es una pena.
También te quejas mucho en el libro de la presión que hay sobre la transición, sobre si hormonarse o no, sobre si operarse los genitales o no… ¿qué tienes que decirle a esa parte de la sociedad que obliga a las mujeres trans a tener pechos y vagina?
A las mujeres en general nos dicen cómo tenemos que ser, ya desde la publicidad. Todo está hecha para hacernos sentir imperfectas. Nunca seremos lo suficientemente bellas o delgadas, o no tenemos buen cutis, o lo que sea. Con las mujeres trans es aún peor, claro, porque se nos ve como a la última mierda. No se nos trata como a mujeres reales, sino como a imitaciones.
En uno de tus textos hablas de eso. De sentirte como un bolso de imitación.
Sí. No les parecemos “de verdad”. Nos dicen: qué mínimo que si te haces mujer tengas vagina y parezcas lo más cisgénero que puedas parecer. Eso nos exige la sociedad. Muchas mujeres se hacen la reasignación de sexo sin quererla, sin desearla, por esa presión de que van a ser más aceptadas o más queridas, por la idea de que van a encontrar a una pareja que las quiera. Hay mujeres de todo tipo, con vello y sin vello, gordas, flacas, altas, bajas, con espaldas anchas o estrechas, con pene o con vagina.
Cuentas que de pequeña no sabías lo que era una mujer trans, ¿qué tipo de educación emocional, sexual, identitaria y diversa crees que está faltando en los colegios?
Claro, a mí me jode que se me califique de referente, porque la responsabilidad no es mía, la tiene el sistema educacional y los planes de estudio. Que se identifique a las mujeres trans porque las ven en programas de televisión o tal y cual: no, no es eso. Se tendría que responsabilizar el Gobierno de que en los colegios e institutos, los niños, las niñas y los adolescentes aprendieran la riqueza del género, de la sexualidad, etc., y tuvieran esa información.
Yo no la tuve, y a día de hoy aprendo cosas que debería haber aprendido de más pequeña. Si se educase de verdad en los colegios mucha transfobia y homofobia dejarían de existir porque la educación es poder y los niños lo verían como algo normal. Precisamente lo que pasa es que no quieren que tengan esa información porque a ellos les viene bien para extender su visión de la realidad, son unos manipuladores.
En una de las entrevistas que aparecen en el libro, charlando con Javier Ruescas, hablas de tus dieciséis años, cuando salías por Granada y aún te considerabas un chico gay. ¿Cómo pasaste de considerarte un chico gay a una mujer trans?
Fue muy progresivo, aunque en el fondo yo lo he sabido siempre. Siempre me he metido en la cama deseando levantarme al día siguiente siendo una niña. Pero aprendí a vivir como hombre. Pensaba que no había posibilidad de vivir como una mujer, así que fui acallando esa voz, esa identidad mía. Y fui viviendo con tranquilidad, y es cierto que llegué a un punto, por 2016, en el que fui escuchándome un poco más y empecé a experimentar con el género, con las cosas que se asocian a lo femenino.
El maquillaje, los vestidos y tal, que, por otra parte, no creo que sean de chicas ni de chicos puramente. Los vestidos son vestidos y los puede usar quien quiera. Pero a raíz de estas cosas empezó a producirme más rechazo mi barba, mi vello… me veía la barba y me echaba a llorar, tenía que hacerme el láser… y empecé a tomar bloqueadores de testosterona. Cuando me trataban en masculino, me sentaba fatal, y dije “Jedet, esto quiere decir algo, tú quieres vivir tu vida siendo leída por la sociedad como una mujer”.
Ahí decidí empezar mi transición, pero ya había experimentado y había hecho muchas minitransiciones previamente. Al final, un hombre gay es un hombre, y tiene muchos privilegios, aunque siga existiendo la homofobia. Si no tiene pluma, si es más o menos guapo, blablá, incluso a la gente le hace gracia. Pero una mujer trans es la última mierda en la escala. La sociedad respeta más a los perros que a las mujeres trans. Fue muy difícil. Cuando tú aceptas que vas a hacer la transición, sabes que vienen curvas. Pero no me preocupaba el no ligar por ser mujer trans, por ejemplo, nunca me ha preocupado. Me preocupaba ir por la calle y que me metieran una paliza.
Hablas también de tus referentes, como Marilyn Monroe: de mujeres que tuvieron una vida muy dolorosa, que se autodestruían porque no podían más, y a las que llamaban “guarras” por disfrutar de su sexualidad. ¿Qué nos llaman hoy cuando nos llaman “putas”?
Los que nos llaman putas se sienten intimidados por una mujer libre, por una mujer que hace lo que le da la gana y que no necesita a un hombre para ser feliz. Ella decide, ella pone las normas, ella elige con quién, cuándo y cómo, en general, no sólo en el sexo. A los hombres eso les produce rechazo y prefieren estar con mujeres más sumisas. Creo que cuando ellos nos llaman “puta”, es que algo estamos haciendo bien. Dicen eso porque ven a una mujer poderosa y libre que no pide perdón y vive su vida como le sale del coño. Eso les duele en su enorme ego. Normal, claro, porque les han educado diciendo “tú eres el ombligo del mundo”, y llegan estas mujeres y les dicen “pero tú, ¿quién eres, chaval? Chao”.
¿Qué opinas de la guerra que se está viviendo ahora dentro del feminismo propiciada por las TERF, donde se ponen en cuestión los derechos de las personas transexuales y su lugar dentro del movimiento feminista?
Me da por reír o digo “madre mía” y cierro la pestaña. Creo que, como las mujeres han estado oprimidas toda su vida, toda la historia, ahora están ellas oprimiendo a las mujeres que estamos más oprimidas, que somos las trans. Están haciéndonos lo que les hacían. Cuando a ti te hacen bullying, la solución no es hacer bullying. Las tránsfobas se parecen más a Vox que a las feministas. Cuando las escucho es como si escuchara a Vox, que pienso “lástima, son unas ignorantes, tiene que haber de todo, pobrecitas…”. Me da pena que su mensaje pueda llegar a chicas trans más jovencitas o que no tienen un carácter tan fuerte, porque a mí no me duele nada de eso. Cuando se avanza en la sociedad nacen estas fuerzas que necesitan que retrocedamos.
Que existan las TERF, de hecho, significa que estamos haciendo algo bien. Les está jodiendo que cada vez tengamos más visibilidad, más presencia y más derechos, y gracias a sus delirios se están planteando debates donde la gran mayoría de las feministas nos identifican a las mujeres trans como mujeres. Está clarísimo. Estamos más unidas que nunca gracias a ellas, para eso están sirviendo. Y para demostrar que aún tenemos que seguir luchando y que no podemos acomodarnos y perder de un plumazo los derechos conquistados. Hay que hacerlo por todas las mujeres trans que han perdido la vida por defenderlos.