El escritor Arturo Pérez Reverte ha parodiado en una columna una presunta carta enviada por el Ministerio de Igualdad a su nombre, donde le comunican una "queja recibida" por sus textos: "Me pongo en contacto con usted porque he tenido conocimiento, a través de una queja recibida en dicho Observatorio, de la existencia de comentarios y comportamientos de carácter sexista, machista y racista en boca de personajes de algunas de sus novelas (se adjuntan títulos y capturas de texto)", reproduce.
"Este tipo de textos, teniendo en cuenta sobre todo el amplio público al que pueden ir dirigidos, desde jóvenes en edad escolar como es el caso de su Capitán Alatriste (lectura recomendada por personal docente en cierto número de colegios), hasta otras clases de lectoras y lectores, contribuyen a fortalecer los estereotipos de género, en especial cuando se narran escenas de contenido sexual en algunas de las cuales, explícitamente relatadas, el varón adopta determinados y arcaicos roles dominantes".
Lo cierto es que la carta no es real, como acaba por reconocer Reverte, pero "podría perfectamente serlo" por el "ojo censor" al que la corrección política feminista, a su juicio, nos tiene acostumbrados. Lo aclara: "Está copiada de una casi idéntica, remitida por el Instituto de la Mujer a una empresa de Madrid que fabrica plaquitas para dormitorios de niños rotuladas Aquí duerme un pirata, Aquí duerme una princesita y otras atrocidades así. Eso es lo que da escalofríos; o por lo menos a mí, que vivo de contar historias y expresar cosas, me los da".
Aquí su reflexión al respecto: "Qué necesidad tengo de añadir enemigos a los que cualquier vida más o menos larga puede acumular. La respuesta es que lo hago en defensa propia: vivo de contar historias y me gusta hacerlo en lugares donde el único límite a la libertad sea un código penal hecho por juristas sabios, no por idiotas oportunistas resueltos a controlar desde el dormitorio de un hijo hasta el pensamiento de un adulto. Estoy harto de salvadores y apóstoles que pretenden vigilarme", lanza.
"Quiero oír a Pablo Iglesias diciendo libremente que desea liquidar la monarquía, a Santiago Abascal afirmando que quien aborte irá al infierno, e incluso a quien diga, si lo considera oportuno, que le gustan las mujeres con tetas grandes o los hombres bien dotados de herramienta. Quiero leer y escuchar toda clase de cosas, esté de acuerdo o no, para luego, con la educación que recibí, los libros que leí y la vida que he vivido, elaborar mis propias referencias. Quiero poder escribir lo que me salga de los cojones".