El sábado 31 de julio de 1920, hace cien años, sale a la luz la primera entrega de Luces de bohemia, de Ramón del Valle-Inclán, la obra cumbre de la literatura dramática española del siglo XX. Se publicó en folletón, cada semana, hasta el 23 de octubre, en la revista España, dirigida entonces por el socialista Luis Araquistáin; afín, siempre, a Largo Caballero.
Pero por la acción censora del director, de las quince escenas que conforman Luces de bohemia, según la definitiva publicación en libro de 1924, solo se publican doce, siendo excluidas las tres del anarquista Mateo: su prendimiento, su encuentro con Max Estrella en el calabozo 'Número 2' de Gobernación y su aniquilación por la Ley de fugas.
Algo sorprendente, siendo la columna vertebral de la obra la peripecia de Mateo, en un retrato cabal de Mateo Morral, el anarquista catalán, a quien Valle conoció. Luces de bohemia desde su origen hasta su estreno, cincuenta años después, fue víctima de la censura, o de la autocensura. Primero, Araquistáin. Después…
Hasta Fraga Iribarne
La obra, publicada en 1920, no se llevó a la escena comercial hasta el 1 de octubre de 1970, dirigida por José Tamayo, que durante más de seis años luchó en pleno franquismo para montarla. Tamayo tuvo que bregar con tres ministros del régimen: Gabriel Arias Salgado (el todopoderoso "Arcángel"), Manuel Fraga Iribarne y Alfredo Sánchez Bella.
Tamayo me confesó que el "Arcángel" le permitía estrenar la obra con la censura de casi setecientas palabras, y Fraga, sin casi mil, y, por supuesto, sin la escena del preso Mateo con Max Estrella en los calabozos de la Puerta del Sol, en los años 60 sede de la Dirección General de Seguridad. En estas condiciones, Tamayo se negó a estrenarla.
Inesperadamente, Sánchez Bella, muy cercano al Opus Dei, dio la autorización para la representación íntegra de la obra, y Tamayo se apresuró a montarla. De cualquier forma, don José me dijo que él, por su cuenta, había prescindido de dos palabras, que "hubiesen distraído la atención del espectador". Tamayo no me quiso decir qué dos palabras fueron aquellas… La censura y Valle-Inclán. El primer censor, Araquistáin. Y todo por el anarquista catalán, Mateo… Morral.
Morral y su bomba
Un Mateo Morral con el que Valle-Inclán hizo buenas migas… El 31 de mayo de 1906, tiene lugar la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg. Desde un balcón del cuatro piso de la casa número 88, de la calle Mayor de Madrid, hoy 84, encima del restaurante Casa Ciriaco, el anarquista Mateo Morral arroja una bomba envuelta en un ramo de flores sobre la carroza real que se dirigía desde los Jerónimos, donde se había producido el enlace, al Palacio Real. La fechoría del anarquista Mateo arroja un balance de 25 muertos y un centenar de heridos.
Veinte días antes del atentado, Mateo Morral ya estaba en Madrid, y Ramón del Valle-Inclán y Ricardo Baroja coincidieron con él en la Horchatería de Candela de la calle Alcalá. El personaje fascinará a los dos, pero especialmente al gallego. Tras la muerte de Morral, Valle y Baroja fueron a reconocerle en la cripta de iglesia del Buen Suceso, donde se expuso el cadáver.
Baroja le retrata en esa circunstancia en un aguafuerte y Valle-Inclán le escribirá un poema, Rosa de llamas: "En mi senda estabas, mendigo escotero. / Con tu torbellino de acciones y ciencias: / Las rojas blasfemias por pan justiciero, / Y las utopías de nuevas conciencias. / ¡Tú fuiste en mi vida una llamarada / Por tu negro verbo de Mateo Morral! / ¡Por su dolor negro! ¡Por su alma enconada, / Que estalló en las ruedas del Carro Real!".
En 1924, cuando edita completa Luces de bohemia, Valle recordará su relación con el anarquista: "Mateo Morral, pasajero hacia su fin, estuvo en nuestra tertulia la última noche. Ricardo Baroja y yo le conocimos juntos, y juntos fuimos a verle muerto. Ricardo Baroja hizo entonces una bella aguafuerte. Yo guardo la primera prueba".
Nace Max Estrella
Aquellos días y, sobre todo, aquel personaje, Mateo Morral, dejan un profunda huella en Valle-Inclán, hasta el punto de que al paso de los años irá convirtiendo al anarquista en el personaje emblemático de Luces de bohemia.
Hay que subrayar que tres años después del atentado, el 3 de marzo de 1909, muere Alejandro Sawa, retratado por Valle-Inclán como Max Estrella, y la peripecia de Mateo Morral unida a la del bohemio autor de Iluminaciones en la sombra (1910), vertebrarán Luces de bohemia.
Valle-Inclán asistió también al velatorio del cadáver de Sawa en su buhardilla del actual número 7 de la calle Conde Duque, desde la que se divisaba, y divisa, La Moncloa. Y también estará en el entierro. Que bien se describe todo en Luces de bohemia.
Por ello, es digno de mención el hecho de que cuando se publica la primera versión de la obra en la revista España, no aparezcan las escenas del anarquista Mateo. Mientras que en la edición en libro de la obra, en 1924, sí estarán.
La España de Ortega
La revista España, fundada por Ortega y Gasset en 1915, y cerrada en 1924 siendo su director Manuel Azaña, está dirigida en 1920 por el socialista Luis Araquistáin.
Es más que probable que el original de Luces de bohemia, editada por la revista, contuviera ya las tres escenas en donde aparece Mateo; la fundamental, sin duda, la del encuentro de Max Estrella en los calabozos del, en aquel momento, Ministerio de la Gobernación, en la Puerta del Sol.
Sin embargo, la circunstancias políticas pudieron aconsejar a Araquistáin, amigo y muy colega en ese momento de don Ramón, la eliminación de esas escenas, con la conformidad del propio Valle-Inclán, que transigiría, tal vez por motivos económicos o coyunturales, con los cortes y amaños, así como con la rutinaria, por no decir descuidada edición, algo insólito en Valle-Inclán, siempre preocupado hasta de las capitulares que debían llevar sus textos sobre los papeles.
La Semana Trágica
Es indudable que las escenas de Mateo estaban escritas en 1920, y aún mucho antes —las historias de Mateo y de Sawa eran de Valle desde 1906-1909—, y fueron censuradas por Araquistáin, y autocensuradas por él mismo, para ser publicadas. El lance teatral de Mateo, desde su prendimiento, hasta su fin, es una acción paralela que nos vertebra la situación político-social del momento mejor que nada.
La circunstancia no es en puridad la de 1920 —aunque también—, sino la de 1909, cuando muere Sawa y cuando se produce la Semana Trágica de Barcelona —25 de julio-2 de agosto—, no se olvide. Aunque en el 19 comience el pistolerismo en Cataluña..., y el 17 no haya sido de dulce, con las Juntas de Defensa, la Asamblea de Parlamentarios convocados en Barcelona por la Liga y la huelga general revolucionaria.
De todas formas, Valle es también periodista y para la publicación de Luces de bohemia en ese verano de 1920 se ocupa de dar cuenta de que unos meses antes ha quedado vacante, por su muerte el 4 de enero, el sillón en la Academia de "Don Benito [Pérez Galdós] el Garbancero". Muerte de la cual también se cumplen ahora cien años.
Valle, el "primer bolchevique"
Del calabozo 'Número 2' de Luces de bohemia en la Puerta del Sol sale el anarquista con la convicción de que lo van a pasear. ¿Cómo le "suicidaron" a Mateo Morral, sin juicio, por la Ley de fugas, tras su detención en Torrejón por un guardia jurado particular de la finca de Aldovea, de los duques de Tovar, el dos de junio, dos días después de su fechoría en el Pretil de los Consejos, desde el alto balcón de la calle Mayor 88; hoy, Mayor 84? "Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa prensa canalla?", se preguntaba el profético Mateo al abandonar el calabozo, en la escena cumbre de Luces de bohemia.
Pero, ¿por qué la supresión de las tres escenas? ¡Precisamente, esas tres escenas! Cuando en el número del primero de mayo de España, hace tres meses justos, Valle-Inclán ha publicado un muy combativo artículo titulado Ganarás el pan. Cuando, en La Internacional, órgano del PSOE partidario de adherirse a la III Internacional, don Ramón dice "¿Qué debemos hacer? Arte, no. No debemos hacer arte ahora porque jugar en los tiempos que corren es inmoral, es una canallada. Hay que lograr primero una justicia social".
Se suprimen las escenas, en fin, cuando Araquistáin, en La Pluma —de Azaña y Rivas Cherif—, le dedica a Valle-Inclán —el 26 de septiembre de ese 1920, al tiempo que se publican en la revista que dirige, España, partes de las escenas de La Lunares y la muerte de Max— los siguientes versos: "(...) Por Oriente, otra vez el Evangelio asoma, / como hace veinte siglos asomó el cristianismo, / y otra vez esta tierra en su mágica redoma, / funde emoción y norma, la ley y el bolchevismo. (...) Vos, don Ramón, que sois el primer bolchevique / y el último cristiano —que sois fuego y justeza— / consentidme que nueva tan buena os comunique”.
Los aliados pagan España
La revista España vivió desde el 29 enero de 1915 hasta el 29 de marzo de 1924. Nueve años fecundos, primero dirigida por José Ortega y Gasset; más tarde, por Luis Araquistáin (10 de febrero de 1916-30 de diciembre de 1922), y, hasta su cierre, por Manuel Azaña. Llevó como subtítulo el siguiente: "Semanario de la vida nacional", y tuvo vocación de revista popular; entiéndase, una revista rigurosa, pero que pudiera llegar a un lector amplio.
La idea de su primer director y promotor, Ortega y Gasset, era la de profundizar en la explicación de la actualidad, nacional e internacional, teniendo como responsabilidad también la de estar cerca de la cultura más vibrante.
Pese a la formación germánica de Ortega, España se inclinó por los aliados. De esta forma, en un principio, España fue subvencionada por Gran Bretaña, con 1.500 pesetas al mes, y, luego y plenamente, por Francia, ya con Araquistáin como director. Precisamente, con Araquistáin, miembro del PSOE, la revista había tomado un rumbo republicano, con tintes revolucionarios, que incomodaba a los tan liberales como monárquicos británicos.
Miguel Moya, verdugo de Max Estrella
Ortega, tras la experiencia directiva, de poco más de un año, dejará pasar casi dos hasta que llega la botadura de su más importante proyecto editorial, el diario El Sol. Es una prolongación de España.
Va a competir con los grandes: con ABC, del poderoso Luca de Tena, y con El Imparcial, Heraldo y El Liberal, del trust del todopoderoso Miguel Moya —muy posible Buey Apis de Luces de bohemia, como director de El Liberal y, por ello, verdugo de Alejandro Sawa; más que García Prieto, empresario de La Prensa, citado por Valle-Inclán, como inspirador de El Popular de la obra.
Sin Ortega, España sigue su andadura. Aunque deja de estar capitaneada por el filósofo, tiene tras de sí a Luis García Bilbao, quien puso el capital inicial, 50.000 pesetas, que había recibido de una herencia. Si con Ortega la revista va mermando su penetración, con Araquistáin y su descarada "estrategia aliada" —incluido un mitin el 27 de mayo de 1917 en la plaza de toros de Madrid— digamos que la revista se estabiliza.
La publicidad sigue siendo escasa, pero los lectores se mantienen en una cifra no desdeñable. Los 50.000 ejemplares iniciales, Ortega los dejó en 18.000, que Araquistáin, con su periodismo más agresivo y profesional, estabilizó en los 20.000.
España, a la izquierda
García Bilbao no abandonó el timón, sino que se apropió de algunas funciones que hasta la marcha de Ortega habían sido asumidas por el filósofo. La clara definición izquierdista de la revista, le origina algún que otro contratiempo a Araquistáin con la censura, que habrá que tener en cuenta.
Del 9 de agosto al 25 de octubre de 1917, la revista es suspendida por no haber respetado la censura previa impuesta por la huelga general. Araquistáin es detenido junto con García Bilbao, Núñez Arenas y Corpus Barga. España será un baluarte firme ese verano en la defensa de los intereses de los profesionales de la Prensa.
En 1920, en el mismo número en que se empieza a publicar en folletón Luces de bohemia, de "don Ramón del Valle Inclán", se da cuenta de la constitución de la sociedad anónima España, para la edición de la revista y otras publicaciones. La sociedad tiene un capital de 500.000 pesetas, de las que 200.000 son aportadas por García Bilbao y Araquistáin, como valor de la propia España. Araquistáin queda al frente de la sociedad, mientras no exista renuncia o delegación.
Constituida la sociedad, la revista volvió a ser suspendida, once meses, de febrero de 1921 a enero de 1922. En enero de 1923 la dirección pasaría a Azaña.
Eduardo Dato contra los anarquistas
Tras el golpe de Primo de Rivera, con Azaña en la dirección, España volvió a sufrir una nueva suspensión gubernativa, fruto de la censura militar, para llegar a su cierre en marzo del 24. España no pudo con Primo de Rivera.
España trató temas tan palpitantes en la cultura del momento como el cine, un arte nuevo, o el teatro. También se ocupará, en su apreciación de la modernidad, del deporte. Los toros, sin embargo, al considerarse un emblema de la "vieja España", serán menospreciados por estos intelectuales que quieren mirar a Europa.
En esferas periodísticas y políticas como las dominadas por Araquistáin y García Bilbao no se podía ignorar que Eduardo Dato, recién llegado al poder en mayo, había recibido, antes de tomar el mando, por parte del capitán general de Valencia, Miguel Primo de Rivera, una recomendación para combatir a los anarquistas, para que "una redada, un traslado, un intento de fuga y unos tiros resolvieran el problema".
Araquistáin y su SA
No estaba el horno para bollos, así que mejor no publicar las escenas del anarquista Mateo. ¿Quién tomaría la decisión? En la decisión participaron, además de Valle-Inclán, que cedería tras pactar un beneficio, Araquistáin y García Bilbao. Ese día salen con la Sociedad Anónima. Y quieren atraer accionistas. Y Dato quiere controlar la Prensa.
No es muy cuidada la presentación de Luces de bohemia en la revista España. Da la sensación de que, limado el asunto del anarquista, es una pieza correcta para todos: para Araquistáin y para García Bilbao, sobre el papel, comienza una nueva época, y a Valle-Inclán no le importa que le pongan en la proa del movimiento obrero, y si, además, obtiene alguna compensación, mejor que mejor.
Así, serán doce escenas las que se ofrezcan, en trece entregas, desde el 31 de julio al 23 de octubre del 20. Y salvo las escenas undécima y última, nunca España las edita íntegras. Después, da la sensación de que don Ramón, tras publicar la obra completa en 1924, quedó satisfecho, y muy consciente de que, dado el teatro que se hacía, ni tirios ni troyanos llevarían a escena Luces de bohemia…, hasta que pasaran cincuenta años. Y con suerte.