“He estudiado química muchos años para poder concluir mis atentados”, canta Marcelo Criminal en una de las coplillas de su nuevo disco Momento de Auténtica Realidad. “Pero últimamente todo va a peor, las lágrimas apagan el contenedor, dicen que todas las penas al final se pasan, pero no puedo olvidar las cosas que me pasan: ni siquiera la violencia me calma ya y la industria farmacéutica me da ganas de llorar”. El niño de Murcia que escribía canciones de amor -ahí el hitazo Perdona (Ahora sí que sí) cantado por Carolina Durante y Amaia- ahora escribe también las canciones de la rabia, las canciones de la frustración, las canciones de la decepción rebozadas de ironía fresca, de inteligencia, de ansiedad moderna.
“Me da rabia la distribución del dinero, el sistema industrial… estoy dentro y estoy bastante en contra de muchas cosas. Yo pretendía hacer una canción acerca de que la revolución requiere, como condición necesaria, el optimismo. Pero es muy difícil, radicalmente difícil ser optimista. Eso le pasa al terrorista de mi canción”, sonríe. “Yo he intentado que el disco no sea pesimista. Hay que entender las cosas como son para poder cambiarlas, pero se pueden cambiar, o eso creo. El mundo no es insalvable. No estamos en el infierno en la tierra”.
Con todo, sabe que su generación está más triste que la de sus abuelos -“y eso que sus vidas eran infinitamente más duras”-: “Está claro que no estamos bien. Hay un problema de salud mental muy importante, las estadísticas de los suicidios son brutales… y no se dice, no se dice nada de la epidemia de la depresión. Hay algo que no funciona, y yo creo que no somos nosotros, ¿sabes?".
"La gente ve que se mata a trabajar y no tiene dinero para vivir de una forma digna, la gente se ve privada de una serie de servicios que son necesarios para la vida y se ven obligados a esclavizarse para ello”, resopla. “Si estás en el paro estás en la mierda, y si estás trabajando, también. No sentimos que esto merezca la pena”.
Murcia y la antiestrella
Está lleno de imágenes poéticas, como un chaval médium, y de cierto patetismo ilustrado que le hace encantador: Marcelo no lleva una vida de estrella del rock, sencillamente estudia Filología Hispánica, vive en casa con su madre y con su hermana, queda con su novia y sus amigos e intenta echar el rato este que es la vida.
“Tengo una relación problemática con Murcia, que en muchos sentidos me gusta y en otros muchos no; en cualquier caso creo que influye mucho en mi vida y en mi música la experiencia murciana”, cuenta a este periódico. “Tiene mucho que ver con haber crecido a las afueras de la ciudad en una época de burbuja inmobiliaria que nunca llegó a cristalizar: edificios a medio construir, edificios nuevos abandonados. Eso tiene que ver con lo que soy, alguna manera”.
Con España le pasa un poco lo mismo: no se siente “patriota ni nada por el estilo” pero tampoco cree que haya que “demonizar tanto sus defectos”: “Soy consciente de donde vivo, y ya está. Luego me interesa la cultura española. No soy muy anglófilo ni me atrae el mundo francés. Me interesa el cine español, la historia olvidada del cien español, mejor dicho, y la música española de los sesenta y setenta, quizá porque tengo la sensación de que es un terreno poco explorado”, comenta.
Dentro y en contra
En Dentro y en contra ironiza sobre su carrera musical, y, por qué no, sobre el circo de la escena independiente: “Si no sueno en Radio 3 me dispararé en el pie / y diré a todos que solo era una broma”, canta. “Hay mala leche en esa canción, sí”, reconoce. “Porque creo que hay gente que se mete a hacer música para ver si les hacen caso, y si no, adiós. Yo no entiendo la música así. Una cosa que pasa mucho ahora es que veo a muchos grupos jóvenes con una visibilidad muy grande de golpe y eso choca con mi experiencia, me resulta incómodo y raro y creo que no tiene que ser bueno para nadie, ni siquiera para ellos. Es una crítica, la canción, a hacer música sólo por el mundo que hay alrededor”.
“Supongo que cuanto más dentro estás más fácil es estar en contra. Yo quería hablar sobre la facilidad que tiene alguien de olvidar los defectos del sistema de cara a entrar en él, porque le seduce demasiado la idea… está bien estar dentro, pero no hay que ser ingenuo ni ser acrítico”, lanza.
Está a favor de la “democratización de la música” porque siente que “implica quitarse una serie de prejuicios”, como que el primer disco tenga que ser el mejor o la idea de que el artista es un ídolo diferente al resto de la gente. “En mi mundo ideal todo el mundo hace música. Estoy en contra de la endiosación, de la idea del talento y de la idea de la ‘buena música’”.
Amor e internet
En el disco también hay canciones de amor muy delicadas y hermosas, como Demasiado lento -“todas esas fotos de la polaroid ya las he quemado, no las veré hoy (…) quiero decirte que ya te olvidé, y si aún no lo he hecho, pues ya lo haré”- o Cantares -“puede que sólo él me entienda / porque sólo él te quiere como yo”-. A este respecto, dice Marcelo que no sabe “demasiado”: “Es un tema muy misterioso. Sé lo que es querer, sé lo que es ser querido. En realidad hay un tema que trato con más frecuencia que el amor y es la decepción. Es difícil llegar a una comprensión profunda de la otra persona y una aceptación profunda también”.
Ojo al tema JL frente al ordenador, uno de los más evocadores del disco. “Vienes y te vas y sabes cuentas extrañas en Twitter / y no sé qué hacer, / tu credibilidad ha sido desmontada y ya van… cuarenta años… pero no puedo evitar darte otro fav. / Vienes de un planeta extraño / y yo sigo con Youtube (…) Dónde estabas cuando te necesitaba y el Partido Popular gobernaba”. No va de ningún amor virtual, sino sobre el youtube JL y sobre sus teorías de la conspiración, de la civilización extraterrestre y de los elegidos.
“Mi relación con internet es bastante tóxica”, ríe el artista. “Y muy íntima, también. Pero intento no celebrarlo de forma ciega, quiero ser crítico. Me interesan las cosas que genera internet, los efectos sobre nosotros, y cómo nos afectan también cosas que no nos tendrían que afectar. La gente era más feliz antes de Twitter. Hasta hay una nueva gramática del amor…”, esboza.
El arte politizado
Más allá de eso, habrá que comentar la bofetada sin mano que le mete al PP. Y al sistema, que lo único bueno que le ha dado, dice, es el servicio público de bicis. Y a los “fachas” de Murcia. “De alguna manera sí que soy antisistema, o, mejor dicho, estoy politizado. Me interesa mucho la política y en mis canciones se ha visto reflejado. No son panfletarias, o intento que no lo sean, intento que sean sutiles o divertidas. Para eso me inspiró mucho Triángulo de Amor Bizarro, y en mi primera adolescencia, haber escuchado a Manolo Cabezabolo, Eskorbuto o los clásicos anglosajones”, revela.
“Me da la sensación de que el mundo de la música está muy apolitizado. Me gustaría que no fuese así. No digo que todas las canciones tengan que ser con el puño en alto, pero… se puede hacer algo más, se puede tratar sin intentar caer en la vergüenza ajena”, cuenta. “Y sí, me meto con los fachas de Murcia. Existen. Y me molestan. A nivel municipal y regional. No es que me caigan mejor los de Castellón tampoco”.
¿A quién haría Marcelo Criminal ministro o ministra de Cultura? “A Belén Gopegui. Ministra de Cultura y presidenta del Gobierno. Es una pensadora muy lúcida y brillante de una izquierda nada amable.