El rincón del sexo gay en el franquismo pasa a ser lugar de Interés Turístico: así es el pasaje de Begoña
Este callejón de Torremolinos ha sido declarado Lugar de Interés Turístico de Andalucía. En unos meses se cumplirán los 50 años de la gran redada.
2 diciembre, 2020 03:52Noticias relacionadas
Los años 60 en la Costa del Sol fueron sinónimo de apertura de un régimen que pretendía proyectar una imagen de supuesta libertad. Por entonces, Torremolinos despertaba con el primer pelotazo urbanístico y cultivaba en sus calles los dos ingredientes de la España tardofranquista: los resquicios de un sistema dictatorial que buscaba blanquearse y los primeros comportamientos abiertamente liberales. Todo esto, en un un país que empezaba a ver en colores una historia reciente en blanco y negro.
En 1962 abría en Torremolinos el primer bar gay de toda España, el Tony's. Se inauguraba entonces un tiempo -casi una década- de libertad sexual. El Pasaje de Begoña, una minúscula ele en el callejero torremolinense, fue el epicentro de la vida nocturna de malagueños y turistas hasta 1971.
El pasaje recibía habitualmente las visitas de las celebrities de la época: Sara Montiel, Nati Abascal o Massiel se dejaban ver por el Torremolinos de los sesenta. También acudían intelectuales, políticos o estrellas internacionales como John Lennon o Michael Crawford.
Begoña era un lugar de encuentro que había traspasado todas las fronteras. Hoy, la asociación que lleva su nombre, presidida por Jorge Pérez, recuerda aquellos tiempos como "un auténtico oasis de libertad". Testigos de la época, como Ramón Cadenas, propietario del bar La Sirena, hablan en unos términos similares: "No existía en el mundo un lugar tan maravilloso y diverso, en especial para el colectivo LGTBI, como aquel".
En aquel ambiente de libertad y diversión convivían, en plena oscuridad franquista, heterosexuales, lesbianas, homosexuales y trans. Aunque se trataba de una libertad localizada. Por entonces, se extendió el uso de motes o alias para evitar que una sociedad, ajena a la realidad del Pasaje de Begoña, señalara a aquellas personas de comportamientos subversivos para la época.
Los motes eran los nombres en clave para evitar las represalias de las autoridades. Así La Caldo o La Otxoa evitaban ser reconocidos por su nombre y apellidos. También era, según apuntan algunos estudios, "una estrategia de resistencia".
Estudios académicos
La historia del pasaje se mantiene viva por lo reciente de los acontecimientos que acabaron con su esencia, apenas han pasado 50 años. Pero también gracias a la labor investigadora que desde la Universidad Pablo de Olavide y otras entidades se realiza. Por ejemplo, en 2019 el catedrático José Antonio Sánchez Medina realizó un conteo de visitantes a esta zona de Torremolinos.
Durante los meses de temporada alta veraniega, julio, agosto y septiembre, registró más de 5.000 visitantes durante ese tiempo, lo que ayudó a concluir su estudio apostillando que "sin ningún género de dudas", el lugar cumplía con todos los requisitos para ser declarado Lugar de Interés Turístico de Andalucía.
De la mano de la Asociación Pasaje de Begoña, la Pablo de Olavide realizó un relato histórico del lugar con el título: "Descubrir lo que fuimos para comprender quiénes somos". Este estudio histórico se llevó a cabo con la participación del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades.
La gran redada
El Pasaje de Begoña sufrió en 1971 un golpe definitivo. El 24 de junio, la policía franquista, a la orden del Gobernador Civil de Málaga, Víctor Arroyo, arrestó a 114 personas. Se les imputaba el delito de ser "peligrosos sociales" por su orientación sexual y haber atentado conta "la moral y las buenas costumbres".
Aquella noche había en el pasaje más de 300 personas. Los extranjeros fueron inmediatamente deportados y a todos los que fueron identificados fueron expedientados y amenazados por su "conducta inapropiada".
Aquel día supuso un punto y aparte. Torremolinos ha seguido siendo uno de los iconos del turismo LGTBI europeo, pero el pasaje murió. Hoy los locales, de menos de 30 metros cuadrados, no podrían volver a ser utilizados como bares. Sin embargo, un gran mural recuerda que Begoña fue un paraíso durante casi una década para las personas LGTBI de la España franquista.
Nombre icónico
Aunque el 1981 el Consistorio cambió la denominación del pasaje para reemplazarlo por el de Gil Vicente, dramaturgo portugués del siglo XV, su nombre nunca se olvidó. En noviembre de 2019 el pasaje recuperó su nombre y, en cierto modo, la memoria de un lugar que, más allá de ser un icono LGTBI, fue un referente de libertad durante el franquismo.
El 1 de diciembre ha sido declarado de Interés Turístico de Andalucía, un reconocimiento que otorga la Junta de Andalucía con el fin de poner de relieve la riqueza, variedad y singularidad del patrimonio andaluz, destacando aquellos recursos turísticos que posean una considerable trascendencia turística en términos de demanda y que sobresalen por su contribución al desarrollo de los valores propios y de tradición popular que conforman la imagen turística de Andalucía.
Además, desde la Asociación Pasaje de Begoña se comenzaron los trámites para su declaración como Lugar de Memoria Histórica y Democrática. En palabras de su presidente, Jorge Pérez, este segundo expediente tardará más en resolverse: "En este caso hay un equipo de historiadores y los trámites son más lentos".
El Stonewall español
Este lugar histórico de Torremolinos supuso un hito en la consecución de derechos de personas homosexuales. Desde la asociación, Jorge Pérez recuerda que existe un hermanamiento con el bar Stonewall Inn de Nueva York: "Hay muchas similitudes, porque en aquel lugar también hubo una redada" que significó el comienzo del movimiento de liberación LGTBI. Por ese motivo existe un hermanamiento entre ambos lugares.
De hecho, la redada del Stonewall, un 28 de junio de 1969, marcó ese día en el calendario como el Día Internacional del Orgullo Gay. Dos años más tarde la dictadura de Franco acabó de un plumazo y por la fuerza con el oasis de convivencia y vanguardia que suponía ese minúsculo pasaje de la Costa del Sol.
Entonces ganó la fuerza del régimen dictatorial. Durante años el pasaje, por su forma en ele, se convirtió en un lugar oscuro, lejos de la luz que tuvo en su época dorada. La libertad y diversión se apagaron. Hoy, con el reconocimiento como Lugar de Interés Turístico de Andalucía, se ilumina algo más su memoria.