David Alan Harvey es uno de esos hombres interesantes de mirada larga, con el sombrero oscuro de ala ancha sobre un cráneo pensante y calvo, ya arrugado bajo su bigote de estilo mexicano y escrutando el mundo a través de unas gafas de sol para observar lo que nadie sabe que observa. Con la sempiterna cámara en la mano, con la enjuta y larga figura de tipo aventurero, con la muñeca llena de pulseras tribales -quién sabe de dónde ya-. Ese reportero que viene de vuelta de todo. Ese ser escurridizo que siempre está en otra parte, que siempre está algo más lejos.
Su aura es tan literaria, tan cinematográfica, tan narrativa, que fue él quien inspiró al emblemático Robert Kincaid de Los puentes de Madison, interpretado por Clint Eastwood, con el arrojo y el cansancio, con la elegancia de los tiempos de antes, con el romanticismo subterráneo y con la imposibilidad para tener raíces, con las retinas llenas de imágenes y una novia en cada puerto. Harvey ha sido toda una leyenda del fotoperiodismo: es miembro de pleno derecho de Magnum desde 1997 y ha hilvanado, una tras otra, portadas para la revista National Geographic. También lidera la web Burn, que muestra el trabajo de fotógrafos emergentes.
Un peso pesado
Ha sido el mejor de lo suyo. El más respetado. El fotógrafo del año 1978 y el de 2005 -y, en realidad, el de todas las décadas que hubo ahí en medio-. Sus dos libros principales tratan la migración cultural española a las Américas: un tercero aborda la cultura hip hop. Le llaman “extravagante”. Le llaman “genio”. Quién le iba a decir al niño que empezó a fotografiar con once años -aburrido por su convalecencia después de contraer polio y mirando expectante por la ventana- que iba a llegar hasta aquí. Y, aún más, que a sus 76 años iba a ver manchada su impoluta imagen por unas acusaciones bastante graves y repetidas.
Ha sido acusado de fotografiar desnudos infantiles de niñas prostituidas y sus encuentros con los “clientes” -por llamarlos de alguna manera: mejor los puteros o los explotadores sexuales-. Las imágenes procedían de una estancia de David en Bangkok en 1989 y ya han sido eliminadas de su archivo. No se pueden encontrar ahora fotos de Harvey en Magnum.
Hasta donde se conoce, once mujeres le acusan de haberlas acosado de diferentes formas. Desde instarlas a participar en videoconferencias donde él acababa masturbándose a invitarlas a asistir a su loft de Nueva York, en principio, profesionalmente -para revisar las piezas de algunas fotógrafas jóvenes-, pero, una vez allí, presionarlas para tener sexo.
La periodista Amanda Mustard, una de las voces que se ha alzado contra el legendario fotógrafo -aunque, por lo visto, sus actitudes machistas eran vox populi-, cuenta lo siguiente: “En algún momento, salí con los fumadores de la reunión cuando él se unió, y aproveché ansiosamente la oportunidad para preguntarle si miraría mi trabajo cuando tuviera un momento libre. Se movió suavemente y dijo que le gustaría mirar pero que tendría que ir a su loft la semana siguiente”, revela.
“Ingenuamente, me sentí honrada. ¿Un hombre tan estimado y célebre encontró mi trabajo digno no solo de una reseña, sino de una reseña privada fuera del evento? Me sentí halagada. Afortunadamente, mi historia se detiene ahí. Un colega que conocí en el evento fue testigo del intercambio completo y luego me advirtió que tuviera cuidado al ir a ese loft. Una amiga había pasado por algo horrible con él y no se podía confiar”. Ella lo paró a tiempo porque fue avisada, pero muchas otras cayeron en la trampa.
Otras mujeres le han acusado de obligarlas a compartir la misma cama en hoteles o de ser amenazadas por él al más apuro estilo Harvey Weinstein: si no cumples mis favores, tendrás la ruina encima.
Suspendido por Magnum
Cierto que Magnum ha tardado en reaccionar, porque recibió la primera denuncia contra su fotógrafo de oro en 2009 y no ha actuado hasta agosto de 2020, cuando ha corroborado por votación unánime su suspensión por un año -esto es la primera vez que sucede en siete décadas- y ha abierto su propia investigación sobre las acusaciones vertidas, que van desde las reiteradas invitaciones de Harvey de tutorías a jóvenes fotógrafas -a veces pagándoles hasta vuelos internacionales- a dos casos de abuso físico o cuatro de tocamientos no deseados.
Incluso llegaría a fotografiar a una chica contra su voluntad y luego la amenazaría con publicar esas fotografías. Si cualquiera de ellas se negaba a acudir a su habitación de hotel, era despedida sin contemplaciones.
Malos tiempos para Harvey, después de que la explosión del Me Too salpicase también a Magnum y revisasen sus códigos de conducta -para eliminar comportamientos sexistas- y ampliasen la cuota de mujeres en la empresa. Mustard, la periodista más implicada en este caso y la que está desvelando la mayoría de informaciones, explica que éste no es un caso aislado, sino muy común en una industria como la fotográfica: “El consumo excesivo de alcohol y personas con heridas de guerra son rasgos asociados con los llamados ‘grandes fotógrafos’”, ha denunciado. Él, por ahora, no ha hecho declaraciones al respecto ni ha respondido a ninguna acusación.