No negaré una cierta sorpresa cuando, por la ya casi eterna Covid-19, el Teatro Real reprogramó su temporada de ballet incluyendo IT Dansa. Para un templo excelso de la cultura, se torna raro que sobre sus tablas dancen proyectos culturales habituales en espacios menos contundentes.
Mas la equivocación hizo mella en quien escribe y sirva esta crónica para emendar mis profundos prejuicios. La compañía en cuestión, pero no cuestionada, se funda con el propósito de dar cobertura a dieciocho bailarines. Todos ellos seleccionados para cursar un posgrado depurativo en técnica y estilo. El resultado es sorprendente, merece la pena disfrutarlo desde la seguridad de un asiento esterilizado del Teatro Real.
Cuatro son las coreografías escogidas para un espectáculo que se restringe a una duración de hora y media. La noche comienza con Kaash de Akram Khan, un clásico reciente de la danza contemporánea donde, el ya reconocido creador de la última Giselle del English National Ballet, explota los sonidos tribales de una lejana India.
Nos "hablan"
Con inteligencia, la directora de IT Dansa (Catherine Allard) va encendiendo la llama. Los bailarines calientan la frialdad que nos envuelve, mientras nos “hablan” de los orígenes de un mundo que algún día agonizará. La desnudez del escenario se llena con brazos y piernas ágiles, siempre entrenadas para levitar. Es entonces que llega la segunda pieza, aparentemente sencilla y con un título poco llamativo: The prom.
La coreógrafa Lorena Nogal ubica la acción a contar en la memoria de un conserje que limpia los restos de la fiesta de graduación. Todo indica que asistiremos a una pieza menor. Olvidable entre otras muchas… una vez más me equivoqué. Con enorme plasticidad y a fuego lento se va cociendo la historia de excesos que siempre predominan en este tipo de celebraciones juveniles.
Los bailarines son capaces de transformar sus esculpidos cuerpos en los más diversos elementos. Por lapsos de tiempo devienen agua, por instantes se evaporan, por minutos se convierten en divertidas fregonas que limpian las exuberancias de una noche pretérita. Pasados el ecuador, y ya convencido de la excelencia, el equilibrio tiene lugar con In memoriam.
Juego armónico
El juego armónico de Sidi Larbi Cherkaoui despierta la sensibilidad a través de la atracción y la agresión como forma de repulsión. Una pausa coreográfica necesaria para terminar con Whim, la última entrega de la noche. Esta pieza que lleva la firma de Alexander Ekman fue creada para IT Dansa y no se disimula.
El sentido del humor, sello del creador, inunda la escena mientras que los bailarines explotan todo su potencial artístico. La danza teatro toma cuerpo en este final electrizante que tanto agradecemos quienes no ha tocado vivir el Madrid pandémico de hoy. Cae el telón.
Nos marchamos mientras lavamos, nuevamente, nuestras manos con hidrogel. Desistimos cenar fuera, es mejor evitar contactos. Todo sigue siendo raro alrededor. Sin embargo, IT Dansa nos ha dibujado una sonrisa en el rostro. Nadie la ve porque nos protege la mascarilla.