Tristán yace muerto sobre el escenario. Isolda se encuentra a escasos metros, imaginando que su amado vuelve a la vida: "¿Tan sólo oigo yo esa melodía, que tan maravillosa y quedamente, suena desde su interior en delicioso lamento que todo lo revela, en tierno consuelo, gentil reconciliación, penetrando en mí, elevándose, en dulces ecos que resuenan en mí?". Tristán, no obstante, no regresa. Es ella quien le acompaña a la muerte.
La obra de Wagner, representada en numerosas óperas a lo largo de la historia desde su primera función aquel 10 de junio de 1865 en Múnich, siempre tuvo el mismo final. Excepto en enero de 2015 en Toulouse. En aquella ocasión, mientras Isolda culminaba su canción, Tristán abrió los ojos y se levantó. El público del Teatro del Capitolio de Toulouse se echó a reír. ¿Habían cambiado acaso el desenlace? No sabían que el tenor estadounidense Robert Dean Smith, quien interpretaba al noble bretón, acababa de huir de una muerte no teatral.
Había sucedido lo siguiente: la escena implicaba el descenso de una roca de 210 kilogramos que, sostenido por una cuerda, debía permanecer a 60 centímetros del protagonista, cubriéndole simbólicamente. No obstante, siguió descendiendo y cuando solo quedaban 11 centímetros para alcanzar a Robert Dean Smith, este entendió que debía haber un error técnico y que si no salía de su posición acabaría aplastado por la roca.
¿Había sido un simple error de cálculo por parte de los trabajadores? ¿Era una especie de venganza hacia Robert Dean Smith? La policía investigó los hechos y finalmente determinó que se trataba de un sabotaje perpetrado por parte de uno de los maquinistas de la ópera a un compañero del departamento. El tenor estadounidense, por su parte, no sería sino un daño colateral de aquel acto.
Cinco años de cárcel
La caída de la mole negra habría terminado con la vida de Robert Dean Smith. Si no hubiera sido por la rapidez de aquellos que trabajaban al otro lado del escenario, quienes pulsaron el botón de emergencia e hizo que la roca se detuviera a 11 centímetros del tenor, probablemente le habría alcanzado.
La investigación les llevó hasta Nicolás, quien actualmente tiene 41 años y en 2015 trabajaba como maquinista de la ópera. Él habría manipulado el ordenador para que la roca cayera en el escenario y culpar de esta manera a un compañero por el incidente.
"En ese momento había una tensión enorme. Rápidamente se dieron cuenta de que Robert Dean Smith no era el objetivo y que probablemente se trataba de un ajuste de cuentas entre operadores", explicaba uno de los trabajadores del teatro, tal y como notifica The Times.
Ahora Nicolás se enfrenta a una pena de hasta cinco años de prisión y una multa de 150.000€. Por suerte para él, los cargos se han reducido únicamente a "obstrucción del funcionamiento de un sistema informático" y "modificación fraudulenta de datos", aunque sigue declarándose inocente del sabotaje que casi termina con la vida de Robert Dean Smith.
El tenor ha declinado acudir al juicio, dejando a un lado este incidente que pudo ser mortal. La ópera ha de seguir, al margen de quienes quieran entorpecer su aura con enfrentamientos terrenales.