En la primera ocasión sobre el escenario del Teatro Real, la voz poderosa e hipnótica de Asmik Grigorian (Vilnius, Lituania, 1981) ya logró emocionar —literalmente— al patio de butacas. Era solo un ensayo, la antesala del debut de una de las grandes sopranos del momento en el coliseo madrileño, donde este jueves se estrena Rusalka, de Antonin Dvořák, que contará con diez funciones hasta el próximo día 27. En la nueva producción, el director de escena Christof Loy transforma el reino acuático de las ninfas en un viejo teatro imaginario en el que la protagonista es una bailarina coja.
Asmik, hija del tenor Gegham Grigorian y la soprano Irena Milkevičiūtė, fue reconocida en los International Opera Awards de 2019 como la mejor cantante femenina del año. Ha cantado óperas como La Traviata, Madama Butterfly, Fedora o Eugenio Oneguin. Ahora, con el respaldo unánime de la crítica, se mete en la piel de Rusalka, que regresa al Teatro Real casi un siglo después.
¿Cómo se siente ante su debut en Madrid, en el Teatro Real? ¿Qué significa para usted?
Ha sido una sorpresa enorme descubrir lo organizada que es la gente aquí, me esperaba un poco más de caos como en otros países del sur de Europa. Realmente me han sorprendido las personas que viven aquí. Es muy especial porque además tienen una mentalidad muy abierta y son todos extremadamente amables. Es raro encontrarse con esta gente verdadera y no deshonesta. En el teatro todo es super profesional, cuidadoso y hecho con amor. Eso es lo que significa la vida para mí y por lo tanto es muy especial estar aquí.
Quizá ese factor humano explique el éxito del Real, el único gran teatro del mundo que ha logrado retomar su actividad tras la pandemia.
Es un auténtico milagro que no se puede explicar con palabras. Todos tenemos la sensación de ser una verdadera familia. Es alucinante.
¿Qué se va a encontrar el público en esta nueva producción de Rusalka?
Toda producción es nueva, toda interpretación individual es nueva; y al mismo tiempo no hay nada nuevo. Es la vida, es el amor. Trata mucho del ser humano, de sus imperfecciones, de la belleza de ser imperfecto. Creo que es una de las óperas más conmovedoras y Christof [Loy, el director de escena] tiene una sensibilidad especial. Siempre es muy difícil poner la magia en las palabras, y creo que en esta producción tenemos magia desde el principio hasta el final.
¿Cómo se definiría como cantante?
Probablemente diría que soy una cantante muy honesta en todos los sentidos porque lo que hago sobre el escenario lo siento al 100%. Durante los ensayos es como si me construyera mi propio mundo, no es solo Asmik interpretando el papel de X. Y lo hago cada día, con cada compañero, por lo que al final todo se vuelve real. También creo que soy muy honesta en la forma en que trabajo porque trabajo mucho, y lo hago sin engañar a nadie.
Otra cosa que es muy importante para mí como cantante es mi historia personal: mis padres fueron cantantes increíbles. Y soy una especie de friki de la técnica, es fundamental aprender todo lo que sabían ellos de la escuela de la ópera para poder aplicarlo en las fantásticas producciones de hoy en día.
Soy una cantante muy honesta en todos los sentidos porque lo que hago sobre el escenario lo siento al 100%
¿Se dio cuenta de que quería ser una soprano escuchando a sus padres?
Es difícil de concretar. Nunca en mi vida he tenido deseos. De algún modo siempre he ido siguiendo lo que venía. La ópera ha estado ahí durante toda mi vida. Desde los cinco años he ido a escuelas de arte, he sido músico… Nunca me he imaginado siendo algo más, excepto una bailarina, como hacemos todas las niñas. En este sentido, esta ópera está haciendo realidad uno de mis sueños de la infancia.
En este montaje interpreta a un personaje cojo, que utiliza muletas. ¿Eso afecta de alguna manera su interpretación?
En nada. Lo que me ha llevado más trabajo es la parte de la danza porque nunca lo había hecho. La respiración de las bailarinas y las cantantes es totalmente diferente. Cuando empecé con los pointe shoes me di cuenta de que no podía manejar mi canto. Me ha llevado bastante tiempo entender lo que no se puede hacer.
El año pasado fue coronada en los Intenational Opera Awards como mejor cantante femenina del año. Antes ya había ganado el galardón de cantante más joven. ¿Qué será lo siguiente?
Nunca he buscado esos premios. A mí me gusta trabajar con equipos grandes, y me gusta compartir esa felicidad y alegría con la gente que me ayuda en mi vida diaria. Personalmente te dan la confianza de que estás haciendo las cosas bien, que todo el esfuerzo merece la pena. Pero disfruto cada momento de mi trabajo y eso es lo que de verdad importa. Y si quiero algo, hago todo lo posible para lograrlo.
¿Cree que está en el mejor momento de su carrera?
Espero no estarlo aún, pero diría que probablemente estoy en la mejor edad para alcanzarlo.
¿Cómo ha logrado compaginar su trabajo, que conlleva viajar por todo el mundo, con su vida familiar, teniendo dos hijos?
Es muy difícil, pero al final se trata de saber gestionarlo. Aunque implica mucha energía te brinda muchos sentimientos y experiencias. Me encanta estar con mis hijos y no me puedo imaginar sin esta vida real que rodea la ópera. Siempre puedes refugiarte en ellos cuando estás perdida en algo. Es muy reconfortante. Para mí es muy saludable cocinar, limpiar el suelo o fregar los platos. Y nunca he sentido que tuviese que sacrificar nada: quiero estar al 100% con mi trabajo y con mis hijos, por lo que tengo que estar al 200%.
Plácido Domingo es una de las personas más hermosas que me he encontrado
¿Cómo ve el movimiento MeToo? ¿Cree que ha cambiado internamente el mundo de la ópera?
Por supuesto que está afectando, pero seré honesta: no me gusta demasiado la forma en que lo está haciendo. Soy una mujer, me encanta serlo y estoy muy orgullosa de ello, no necesito demostrarlo. Me encanta cuando un hombre me dice un piropo. Pero esto no es agradable: conozco a muchos cantantes estadounidenses que ahora están asustados de incluso tocar tu mano. Es un tema muy complicado porque hay muchas historias diferentes. Debemos encontrar un equilibrio porque ahora no lo hay. Los hombres ya no te lanzan piropos porque están asustados. Esto es enfermizo. Hemos perdido parte de la química de algo que es precioso.
¿Y el escándalo de Plácido Domingo cómo se está viviendo?
Conozco a Plácido y es una de las personas más hermosas que me he encontrado. No puedo hablar del escándalo, no sé nada sobre ello, pero sí dar mi opinión sobre él: una persona lo más respetuosa y un artista increíble.