"Una novela que narra con asombrosa agilidad y desde el humor la fascinación por la infancia perdida en un barrio periférico, así como la naturaleza de la fabulación literaria a través de pasadizos que conectan las lecturas que todos llevamos dentro": así se ha referido el jurado del Premio Bibioteca Breve 2021 sobre la obra ganadora, Trigo Limpio, del filólogo, profesor y escritor Juan Manuel Gil. Su manuscrito ha vencido a los casi mil relatos presentados al concurso -antes lo ganaron celebridades literarias como Caballero Bonald, Juan Marsé o Elvira Lindo-. Se le premia con 30.000 euros.
El autor nació en Almería en 1979 y fue la primera generación de residentes de la Fundación Antonio Gala. Aquí la sinopsis de Trigo limpio: “Es una falsa novela de detectives, ambientada entre la Almería de los años noventa y la actualidad. El protagonista, un narrador sin nombre, empieza a investigar la desaparición de un amigo hace 25 años. Es la excusa para escribir una novela perfecta pero conforme investiga, se da cuenta que ni su amigo ni su infancia eran tal y como los recordaba”. Evocador. "No existe peor escuela que la del aburrimiento ni patria más salvaje que la juventud", asegura el narrador.
Enrique Vila Matas ha destacado el poder de la imagen con la que se abre el libro: la del niño que el narrador era cuando jugaba a un partido de fútbol y algo le hizo saltar una verja y romper a correr por la pista de un aeropuerto, justo en el momento en que un avión se dispone a aterrizar. Sucede un verano, a las puertas de su adolescencia, y persigue desesperadamente un balón que el viento de levante quiere arrebatarle para siempre mientras sus amigos le jalean. Toda la historia, en realidad, se basa en reconstruir ese momento que cambió sus vidas para siempre.
Contra la solemnidad
El jurado valora ese “sentido del humor que le permite reírse de la solemnidad de lo literario dentro de un libro profundamente literario”. A este respecto, el autor recuerda que la literatura española no se puede entender sin el humor y esta novela iba a dar cobijo a algunos libros de esa tradición literaria”: “Era mi particular homenaje a aquellas historias que comenzaron a afinarme la mirada como lector al entrar en el instituto. También sentí que solo podía asumir el juego de identificar autor y narrador si lo acometía desde cierta perspectiva paródica. No me llevo bien con la solemnidad, mucho menos cuando recae sobre uno mismo”, concreta.
A su juicio, el humor "se ofrece como refugio, impulso, dolor, euforia, intensidad, catarsis, esperpento, posibilidad, coraza y desnudez": "Y podría seguir enumerando sustantivos. Es probable que el humor sea la madre de todas las ciencias. Y eso ya es una paradoja, porque suena muy solemne".
Olga Merino ha destacado su prosa “ágil y al mismo tiempo impecable, una prosa que fluye estupendamente”, y también su acertado “rescate de la infancia”: “Hay una edad mágica, una edad bisagra entre los 10 y los 11 años, entre la inocencia y lo que viene después… que nos ha dado muchas satisfacciones a los lectores con grandes personajes de ese tipo”. También ha alegado que subraya la visión del autor como literatura que sirve de puente hacia la verdad: “No hay nada que pueda ser contado más allá de la ficción”.
Raquel Taranilla, la ganadora el año pasado con Noche y océano -que hoy forma parte del jurado- celebra la forma de Gil de escribir “desde el no cabreo”: “Me interesa el enigma que son los amigos de la infancia y la curiosidad que se despierta cuando empiezas a investigar qué ha pasado con aquellas personas que fueron tan importantes para ti. El universo infantil no es inocente pero tampoco tiene maldad, es una existencia muy particular”. En el fondo, como aclara el autor, nada en esta novela es Trigo limpio. De ahí su simpático título: raro será que el lector salga de ella sabiendo distinguir el grano de la paja.