Hoy la Universidad Camilo José Cela presenta El color de la mañana, un antología de manuscritos del prestigioso Nobel de Literatura, prácticamente los últimos artículos que escribió en su inconfundible página del periódico ABC. “Son pequeñas crónicas donde habla de una gran variedad de temas: a veces más personales, otras veces más políticos o sociales; en otras ocasiones, de divagaciones suyas… todo esto está recogido en veintitrés cuadernos de escritura muy simpáticos. Y digo simpáticos porque Cela escribía en cuadernillos de colegio”, explica a este periódico Nieves Segovia, la presidenta de la Institución Educativa SEK, que también lidera entre proyecto.
Todo lo que Cela tocaba se convertía en oro, ya que era, como escribiría Wilde, uno de esos hombres que “se pasan los días diciendo cosas increíbles y las veladas haciendo cosas improbables”. Un tipo brillante, exigente, incorrecto, libre, desternillante y muy suyo, prolífico y locuaz. “Escribía con una letrita muy pulcra. Hay más de 500 artículos manuscritos, porque él escribía siempre a mano, y todos con fechas, con indicaciones, con tachones, con señas suyas, a manera de ejercicio personal que él tenía y que a veces hay que descifrar”, relata Segovia.
Según cuenta la presidenta, la Universidad ha comprado esos manuscritos, “uno de los pocos que no legó Camilo a la Fundación, porque la mayoría de sus libros están custodiados por la Fundación Cela”. “Estos son otro tipo de textos, más cortos… pero para el patrimonio de la Universidad era una manera de rendirle homenaje, más ahora que hemos celebrado los 20 años como institución educativa. Hemos hecho un facsímil con algunos de esos artículos, una pequeña antología de 15 o 20, una edición más artística”, apunta.
Involucrado en la Universidad
La elección de las crónicas la ha hecho el director de la cátedra Camilo José Cela de Estudios Hispánicos de la UCJC, Adolfo Sotelo Vázquez, que comparecerá esta tarde con otros ponentes -como Juan Manuel de Prada, el jefe de Cultura de ABC Jesús García Calero o la propia Segovia- en la presentación del tomo. “Adolfo ha procurado que hubiese variedad en los artículos: algunos más de costumbres o de índole social… y sobre todo que no fueran tan precisos sobre algo que estuviese pasando en ese momento en España, para que sigan teniendo vigencia tanto hoy como dentro de quince años. Lo fundamental es que todos reflejan su manera de escribir, de pensar y de sentir”, detalla.
“Dentro del facsímil también hay alguna que otra joya, como el discurso de recepción de Vargas Llosa en la Academia”, guiña. Algo que emociona a la organización es que la creación de esas crónicas por parte de Cela “corre paralela a los años en los que preparábamos juntos la fundación de la Universidad, allá por el año dos mil, cuando tuvimos una relación muy estrecha con Camilo”. “Él estuvo muy involucrado, quería colaborar en todo lo que pudiera, definir los principios educativos, crear el patronato, ¡hasta diseñó el logo de la Universidad!”, sonríe.
Llegó a vivir, Cela, año y medio a partir de la creación de la institución. ¿Cuáles fueron los valores que intentó inculcarles a los estudiantes? “Era muy severo y muy perfeccionista, con un gran sentido del rigor, de la ética y del trabajo bien hecho. Es impresionante, porque estuvo escribiendo hasta el último día de su vida con enorme disciplina. Seguimos sus ideas a gala. Él pensaba que las personas somos un poliedro, que tenemos muchas caras o muchas dimensiones: él, de hecho, fue pintor, escultor, escritor… ¡hasta torero! Practicó muchas actividades porque todo le interesaba y le llamaba a la curiosidad”.
Consejos a periodistas
Por eso en la Universidad también han intentado llevar a cabo esas metas de Cela, como la “visión interdisciplinar” del conocimiento y la “voluntad de aprendizaje”: “Él había comenzado 23 carreras diferentes. Creía en el desarrollar una estructura mental que pudiese tener muchas bifurcaciones y que nos permitiese seguir creciendo a lo largo de la vida con diferentes temáticas”, asegura. Además, el Nobel fue investigador, docente, divulgador… “Fue un gran innovador y reflejaba perfectamente el espíritu universitario”.
Por eso creó el dodecálogo de deberes del periodista, donde desarrollaba mandamientos como los siguientes: “El periodista debe decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que se imagina que aconteció”, “ser tan objetivo como un espejo plano”, “callar antes que deformar -el periodismo no es carnaval, ni cámara de los horrores, ni museo de figuras de cera-", “aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral” o “recordar en todo momento que él no es el eje de nada, sino el eco de todo”. Amén.