Existen momentos en la historia de la humanidad en que, como escribía el filósofo alemán W. F. Hegel, el espíritu de la historia se materializa en personajes concretos. Estas personas pueden observar, con una clarividencia especial, todo cuanto les rodea y ver más allá que sus coetáneos.
Franco Battiato perteneció a esta rara estirpe y su legado aún lo corrobora. El siciliano se despedía de la vida el 18 de mayo, tras anunciar en 2017 su deseo de "desaparecer", una retirada de la que no dio más detalles y con la que preparaba su último viaje.
Experimental y vanguardista, acercó durante buena parte de su carrera la malograda categoría de "música étnica" hasta lo más alto de las listas de éxitos. Dotando a cada una de sus canciones de una lucidez atípica y tratando temas tan profundos como la existencia o el sentido que rodea todo cuanto vivimos. Con una sensibilidad extraordinaria, hizo gala de ese "estar aquí ahora y siempre" con el que respondía, tras una sonrisa pícara, a las preguntas que le hacían los medios sobre sus planes de futuro.
Battiato el místico
Battiato siempre ha sido ese jabalí blanco, celebrado en una de sus más populares canciones, que en la mitología celta representaba el tránsito al otro mundo. El interés del músico por la filosofía sufí y las religiones orientales le llevó en 1975 hasta George Ivánovich Gurdjieff, escritor y maestro místico ruso, que marcó profundamente al italiano en su forma de entender el mundo.
Durante uno de sus viajes a Turquía quedó fascinado con el "abrazo cósmico con el infinito" de los derviches voladores, ese "ritmo obsesivo" que proclamaba Quiero verte danzar. En su giro constante y en un estado de seminconsciencia, los bailarines derviches alcanzaban un estado superior de abstracción. Fascinado por este tipo de ritos, Battiato trató de profundizar durante toda su carrera en la magia que esconden los instrumentos tribales.
Acusado en ocasiones de tener "aspecto de seminarista" siempre vestido de negro, como en la portada de Ecos de danzas sufi, en jubones largos y abrigos hasta las rodillas. Con ese semblante inquisitivo y directo a la cámara que abarrota las tiendas de discos de segunda mano, desde cuya mirada empezamos algunos, muchos años más tarde a escuchar al maestro.
El místico siciliano pasaba largas temporadas recluido en monasterios donde dedicaba su tiempo a la lectura, la meditación y la escritura. Sin embargo, los "apetitos míticos", que alimentaban a Battiato en esas "formas de amor prealejandrinas" de su Sentimiento nuevo, no se correspondían con las de la vida monacal. Así, con una sonrisa cínica, se deshacía de las conjeturas sobre su clericismo y respondía simple y llanamente que "amaba el sexo".
Sin casarse con ninguna doctrina, y sujetando su pensamiento en todas ellas, decía con orgullo haber "estudiado todas las religiones". Una mente preclara capaz de ver por encima de dogmas y palabras escritas en sangre.
Battiato en Bagdad
Battiato quiso hacer un guiño a Marcuse con el eco de la "minima inmoralia" mezclado con las proféticas palabras de Jim Morrison sobre el fin del mundo. Un fin que tuvo que sentir de cerca durante su actuación en Irak en 1992, en plena ofensiva de la operación militar Tormenta del Desierto.
Sobre las tablas del Teatro Nacional de Bagdad, un Franco Battiato de larga barba frente a una orquesta completa interpretó una selección de temas, aquellos más cercanos a la espiritualidad y gusto de Asia Menor. Con la seguridad de quien puede elegir entre un catálogo que ha honrado culturas e influencias de medio mundo.
A medida que se fraguaban los bombardeos sobre la ciudad, la noche dentro del teatro continuó entremezclando canciones en italiano, inglés o el árabe, que años antes había empezado a estudiar y con el que incluso se llegó a dirigir al público con soltura entre canción y canción.
El concierto circuló como un objeto preciado entre coleccionistas, como muestra de un Battiato en un momento de total espiritualidad. Destaca la interpretación de Gilgamesh, una de las primeras historias de las que se tiene registro. Escrita 2.000 años antes del nacimiento de Cristo en la región de Mesopotamia, antigua Irak, y a la que el siciliano le dedicó una ópera en dos actos.
Esta pequeña hazaña solo es una muestra de la independencia y compromiso del compositor, capaz de llevar su música a cualquier lugar, en cualquier circunstancia y atravesando cualquier tipo de barrera religiosa, idiomática o cultural.
Battiato el patriota
Battiato se mostró descontento en más de una ocasión con la izquierda, aquella a la que se había acercado por "amar a todos los pueblos". Participó en las listas del Partido Radical italiano, el mismo que a finales de los años 80 puso a su frente a Iona Staller, más conocida como Cicciolina. Una decisión que el italiano calificó de "una broma" y de la que se desmarcó constantemente como antiguo colaborador de la agrupación política.
En 1987, durante una entrevista concedida a RTVE, declaraba que lo mejor que uno puede mantener en su vida es "una suerte de equilibrio y justicia". Una máxima que acompañó al músico durante toda su carrera. Sus letras nunca dejaron de estar ancladas a la realidad política y social. En el año 2013 se enfrentó al corrupto parlamento italiano y cargó contra aquellos que vendían sus votos, como "putas", a los intereses privados. Un hecho que levantó duras críticas y un vendaval de acusaciones.
Su espiritualidad, sin embargo, nunca vio con bueno ojos a la institución de la Iglesia Católica. Comparó a la democracia cristiana de su país con la "mafia siciliana". Sus controvertidas opiniones sobre el Vaticano nunca se apaciguaron. En el año 2013, tras la marcha del papa Benedicto XVI, llegó a afirmar que la Santa Sede tenía mucho en común "con las intrigas de la CIA".
Profesó un fuerte desprecio por la perversión política de su país que se fue acrecentando con la llegada de Silvio Berlusconi al poder. En Ábrete Sésamo, uno de sus últimos trabajos, trató de cerca el ambiente político italiano, haciendo hincapié en "la incapacidad de mirar al otro", aquella que genera empatía y permite conectar a las personas. Criticando con dureza el ambiente social desafectado de la política italiana.
Battiato el vanguardista
Ataviado siempre con oscuras gafas de sol y bajo el semblante serio de nariz aguileña, a Battiato le preguntaron en cada una de sus entrevistas si había conseguido encontrar su "centro de gravedad permanente", a lo que respondía siempre con actitud indiferente y escueta como si no siguiese buscándolo todavía, o como si ya lo hubiese encontrado.
Incluso para un místico como Battiato, la realidad todavía merecía ser tratada en ese equilibrio de fuerzas entre lo abstracto y lo material. Dando así buena cuenta en sus letras del desprecio hacia la pose o la modernidad.
En 1968, el siciliano podría haber alcanzado el éxito como cantante de canción ligera. Una Italia plagada de pigmaliones surgidos de la misma factoría musical, pavimentada por el festival de San Remo, abría los brazos a un Battiato que pudo haber tenido una carrera asegurada en la música popular.
Sin embargo, como siempre hizo a lo largo de su vida, acabó gravitando hacia otro lugar, el de la experimentación sonora, del gusto por los compositores vanguardistas y las proclamas políticas. Battiato comienza entonces una andadura en la que se acercará más o menos a la música comercial pero en la que siempre se posicionará como un outsider, en ese término anglosajón que tanto habría odiado el maestro.
Tan difícil le era a Franco Battiato "quedarse indiferente mientras todo en torno hace ruido" que llenó sus canciones con pies de página, desde los que destripaba mordazmente a las vanguardias musicales, con las que convivían sus discos en las estanterías de medio mundo.
A mediados de los años 80, una de sus más populares composiciones, Centro de gravedad permanente, menciona un jactancioso "free jazz punk inglés" como blanco de su burla. Ese abigarrado término, que pasó desapercibido durante años, fue recuperado por el periodista musical Diego Alfonso Manrique, que señalaba exactamente a quién se refería el maestro en su letra, la banda de Bristol Rip, Rig + Panic. Buena cuenta de la amplitud de miras de un hombre dotado de una omnisciencia musical e interesado en todas sus áreas.
Battiato el cineasta
El italiano mencionaba, hace siete años, en una entrevista para la SER aquellas "memorias que retornan", en esa mezcla de español e italiano con la que se lanzaba, sin intérprete, a las entrevistas en nuestro país. En 1981 su disco más vendido, La Voce del Padrone, abría con el recuerdo del "eco de un cine al aire libre". Un interés por la cinematografía de la que también hace gala la canción Perspectiva Nevski, con Battiato en la piel de un soldado del San Petersburgo de 1917, en plena revolución bolchevique, bebiendo directamente de las imágenes del cine de Eisenstein.
A principios de la década de los años 70 compone bandas sonoras para distintos proyectos. Battiato, inmerso en una época de experimentación sónica, firmará Sulle Corde di Aries, Sobre las cuerdas de Aries en castellano. Un disco que mezcla voces oníricas e instrumentaciones etéreas; recreando mundos sutiles sobre voces y testimonios de guerras pasadas.
En 2003 se embarca en la grabación de Perdutoamor, primer proyecto cinematográfico del siciliano como director. A esta le seguirá Musikanten, en la que el propio Jodorowsky interpreta a un optimista Beethoven a punto de embarcarse en una nueva sinfonía.
Attraversando il Bardo, el último largometraje del compositor, centrado en el tránsito a la muerte desde la perspectiva budista, resulta de la culminación del interés del italiano por la filosofía tibetana, aquella con en la que se sentía "más identificado" en sus últimos años vida.
Este "Bardo" representa el estado intermedio que la filosofía budista entiende entre la vida y la muerte. Un lugar a medio camino, en el que ambas confluyen y del que no es posible regresar si no es transformado. Conocer de cerca a Franco Battiato es entender que lo que tuvimos el placer de admirar sólo fue una etapa de un viaje mucho más largo. Un proyecto que empezó muchos años antes y del que hoy nos queda su trabajo en vida, testimonio de quién fue y lo que sintió durante su estancia en la tierra.
De inmediato enviado al exilio me preparaba al largo viaje
Donde uno se pierde
Seguimos cierta ruta en diagonal por la Vía Láctea