Vera Fauna tiene algo de Whitman cuando escribía aquello de que “una brizna de hierba no es inferior / a la jornada de los astros”. Algo de Lorca cuando decía que él no tenía la culpa, “que la culpa es de la tierra / y de ese olor que te sale / de los pechos y las trenzas”. Y algo también de esa poesía andaluza de la calma y de la nostalgia que se marcó el malagueño Manuel Alcántara cuando activaba el ojo de la nuca: “No se estaba ya en guerra aquel verano / mi padre me llevaba de la mano / yo estudiaba segundo de jazmines”.
Vera Fauna -Kike, Jaime, Juanlu y Javi- reivindican desde su pop lo-fi rebozaíto’ de folclore, de memoria y de mirada hacia lo pequeño lo verdaderamente importante en estos tiempos locos en los que somos hámsters en la rueda: los olores, los humores, las metáforas, los pucheros hechos con cariño, el lujo gratuito de despertarse sin alarma, el cantar como se habla -el escribir como se es-, el deambular, el cuidar, el picar tomate y pimientos para comer en mesa grande con los amigos, el chapuzón en la Caleta, el paseíto por Tetuán, el barrio y la luz que uno ama jondo porque los comprende.
Las cosas diminutas y fundamentales que conforman la vida mansa, la vida alegre, la vida flamenca. Hay una especie de anarquía oxigenante en las canciones bellísimas de esta banda sevillana, hay una vocación inmensa por pararse a respirar: porque en otras coplillas de su primer disco, Dudas y flores, grabado en La Mina, hablan también de cómo su generación se ha dejado atravesar por la lanza de la precariedad, de los temores y las angustias, como un Cristo moderno que no para de sangrar por el costado. Pero que resiste. Dudas y flores es una foto de época: esperemos que salgamos guapos.
Si hay un antídoto contra los alquileres locos, contra los contratos de mierda, contra la gentrificación y la medicalización; si hay un pulso que ganarle a esos hombres grises que nos roban el tiempo -como decía la niña Momo en el libro de Michael Ende-, seguro que pasa por escuchar su Martes con Kiko Veneno para hacer fiesta en los días laborables, o su Candelaria que llora a la vieja Sevilla, o su hitazo Los Naranjos para recordar que unos ojos grandes que nos miran nos pueden sacar del barro. Aquí está todo lo sencillo. Todo lo suficiente.
Ellos pasan de Boogarins, Beach Fossils o Nick Hakim al Torta, a Lole y Manuel o a Camarón: sin despeinarse. También lo gozan con Las Chuches, Las Niñas o Papa Levante, y hasta se marcan una versión excitante de Colorada que en la boca de Kike y Jaime vuelve a sonar a gloria. Vera Fauna llevan en lo alto toda la sorpresa bulliciosa del futuro y el respeto más profundo hacia el pasado. Vienen de compartir cartel con Califato 3/4 en un Tomavistas glorioso que pareció del viejo mundo y la próxima cita con los chavales será el 18 de junio en la Capsa, en el Prat de Llobregat. No se los pierdan.
¿Cómo influye la amistad entre los componentes de una banda en lo bien que funciona? ¿El amor es proporcional al éxito del grupo?
Javi: Sí, sin duda. Nos juntamos por inquietud musical, obviamente. Hemos hecho un gran recorrido como amigos partiendo de esa primera relación musical. La música nos ha servido de tierra para cosechar esto, que para mí son las amistades más cercanas que tengo a día de hoy.
Jaime: Creo que el amorcito es un eje central a la hora de trabajar y de trabajarnos. En un local de ensayo donde hay cuatro egos poniendo ideas que a veces chocan, pueden surgir ciertos roces… y la manera de gestionar tanto las cosas en positivo como las cosas en negativo es el amor y la ternura.
Kike: Ahora que la industria va a empezar a tirar más de nosotros es cuando realmente se va a poner a prueba esto, porque va a ser estresante, demandante y vamos a ver si durante este tiempo hemos sembrado bien los recursos para enfrentarnos a situaciones donde nos tendremos que crecer. Eso llevará tomar muchas decisiones en poco tiempo, exponernos a situaciones nuevas continuamente… tenemos un recorrido de seis años a las espaldas, estamos preparados, pero ahora se vienen más presiones.
Javi: Lo importante fue cuando decidimos que nos merecía la pena, que éramos capaces de sacrificar cosas por esto.
Juanlu: Uno empieza a tomar conciencia de todo esto cuando empieza a declinar planes. Cuando dices “no” a otras cosas.
Ahora hay más bandas en castellano, pero hasta no hace tanto parecía que teníamos que cantar en inglés para ir a algún lado o para molar. Casi que el castellano estaba mal visto. Y del andaluz, olvídate. ¿Cómo lo habéis vivido?
Kike: Lo de cantar en castellano vino antes que lo de cantar en andaluz. Al principio fue la cosa de sentirte suelto cantando, tener canciones grabadas a tus espaldas y luego empezar a entonarlas con tu acento. Ha sido paulatino. Cuanto más han hablado de nosotros las letras, más las hemos cantado como nos apetece. En este último tema, tenemos el “aprende a descansar, picha mía”, que es un pedazo de guiño interno a un vídeo que nos encanta y que es casi capturar un meme y meterlo en un tema. Cada vez nos sentimos más seguros a la hora de contar las cosas como nosotros queremos. Cantar a las cosas y llamar a las cosas por su nombre es muy importante.
Cuando nosotros empezamos había un contexto bastante interesante en el que la gente montaba los grupos de cara a girar fuera, y era bastante loco, porque era como: quillo, estás haciendo tu música en Barcelona y va a ser complicado que te granjees un público fiel y duradero en Sevilla pero en Londres tienes público. Era extraño. Estoy contento de que vayamos pillando un toque más comunitario. Me encanta leer a mis compis, todos giramos, nos encontramos los unos con los otros y ves cómo van evolucionando las cabezas.
Cantar en la lengua propia al final se traduce en más autenticidad. Más personalidad.
Juanlu: Sí, yo creo que tiene que ver con un ejercicio de sinceridad. Si te quieres meter hasta el barro, cogerte el pecho y abrírtelo en dos, no cabe no hablar en tu idioma materno. Tiene que ver con mirar a la gente a los ojos.
En Vera Fauna, y en Martes, sobre todo, hay una reivindicación de la vida lenta en un mundo ultraacelerado y capitalista. ¿Hoy dedicar tiempo a hacer un puchero, a la sobremesa y a estar con los nuestros es casi antisistema?
Jaime: Estamos muy de acuerdo con esa afirmación. Es la que viene a reivindicar la canción. Una escapada de trekking o un fin de semana de festival puede parecer que es lo que nos hace escapar de la rutina -que lo es también-, pero en este mundo tan convulso y tan líquido, como dicen tanto ahora, maravillarte con el desagüe de la ducha en un momento de stand-by es en cierta forma una resistencia. Tenemos ganas de disfrutar la vida fuera de los parámetros de consumo, que parece que ahora es así como se teje la felicidad, en base al consumo.
Escuchando la canción pensaba en la siesta como reivindicación política: parece que se ha hecho mucha coña con los andaluces con eso, pero es como “ojalá”. Ojalá poder parar un rato, porque producir sin final es enloquecedor.
Javi: Yo creo que la banda, en general, es un lugar de resistencia y reivindicación en gran parte, es hacernos fuertes en esos detalles. Nos agarramos a eso de manera personal pero también haciendo piña.
Kike: Este verano pasado nos fuimos a componer a Constantina y fue muy guay, porque echamos cuatro días en una casa tocando, componiendo, y era muy guapo porque uno de los momentos cumbre del día era picar tomate, picar cebolla. Estar en la terraza, ver el monte. O tirarnos al sol como lagartos. Y de ahí sale en realidad nuestra música: tiene mucho de dejar que pase el tiempo y de repetir una canción una y otra vez, de improvisar y de que la letra vaya saliendo entre balbuceos. Nuestras canciones son muy puchero en ese sentido, por continuar con tu metáfora: empieza todo a hervir, le pones ternura y después de darle muchas vueltas llega.
Hablando de la pausa: Errejón propone que tengamos 4 días laborables. Yo le escribí una columna pidiéndole baja por desamor para los ciudadanos cuando están verdaderamente enfermos de disgusto, de esto que estás tan enajenado de amor que no puedes ni andar. ¿Cómo lo veis?
Jaime: Para mí sería un poco a la inversa: una baja por enamoramiento. Y ya si eso cuando rompas, que el trabajo sirva de terapia para olvidarte de toda esa enfermedad llamada amor. No, hombre, no, no es una enfermedad… pero ahora están de moda las rupturas y la gente se alegra de esas cosas. Quien dice la gente, digo yo (risas).
Kike: Hacer un duelo es una cosa que hay que hacer por derecho.
¿Cómo es un día sencillo pero perfecto para cada uno de vosotros?
Jaime: Para mí un día perfecto es entre abril y mayo en Cádiz. Levantarme con los rayitos del sol, sin hora, a las diez y media de la mañana, que haga poniente en calma, que la playa esté vacía, darle un paseo al perro, irme a comer a la Peña Juanito Villar una caballa a la plancha y darme un chapuzón en la caleta y que me entre sueño a eso de las diez de la noche y dormir sin esfuerzo. Para mí es el plan perfecto. Y mira que soy muy golfo, que me gusta mucho la fiesta y esas cosas, pero a la hora de la verdad, firmaba esa vida para siempre.
Juanlu: Yo también creo que tiene que ver con esa concepción del tiempo: que se pase el tiempo sin estar pendiente de él. Que la palabra “gestión”, “disciplina”… pasen a un segundo plano hasta el punto de desaparecer. Que lo importante se distinga de lo urgente. Todos tenemos un reloj interno y habría que desincronizarlo.
Kike: Yo ahora tengo una ventana en mi cocina por la que se cuela el sol de manera gloriosa y creo que el vapor saliendo de la cafetera y cruzándose con el haz de luz que entra por la ventana, la cinta que tengo que se me está poniendo grandota ahora y las cuatro suculentas que estoy sembrando… consigue que se me olviden muchas cosas. Me pasaría el día deambulando. El “a ver qué me encuentro”.
Javi: Primero hay que quitar el trabajo de la ecuación ese día y tener tiempo para uno mismo. Pienso en el día de mi cumpleaños: un día en el que uno se mira a uno mismo de una manera diferente y decides darte más caprichos, mimarte más y pensar más en uno mismo desde el desayuno hasta el final del día. Un día perfecto tengo que pasarlo también con mi novia, que es lo más alejado del trabajo que puedo sentir realmente. Dedicarse al disfrute y a lo personal, y a crear y a sentir y a tener espacio, que es lo que el trabajo tanto anula.
Escuché a Kike en una entrevista hablando de la “matria” en lugar de de la “patria” y me gustó mucho, me llamó la atención.
Kike: Es una cosa muy visceral, no hay mucha reflexión de fondo, pero para mí significa reivindicar la filiación territorial y la convivencia desde un punto de vista tierno. Desde que tengo uso de razón, todo lo que tiene que ver con el Estado ha estado siempre ligado al uso de la fuerza, a la gestión administrativa de las cosas, que siempre es forzosa… y la idea de “matria” me mola porque sugiere que se puede pensar en todas esas cosas desde un modo opuesto. Más comunitario, más cuidadoso.
Jaime: Desde el cariño y no desde la autoridad.
Kike: Exacto. Con la ternura y no el orden como principio rector.
¿Cuál es vuestra matria, de dónde os sentís, en el sentido profundo de la palabra? ¿De la casa, del barrio, de la ciudad, de Andalucía, de España...?
Jaime: Mi matria tiene que ver con lo territorial, pero no en cuanto a fronteras sino en cuanto a formas y estilos de vida. Metáforas compartidas. Podría decir que mi matria es el bajo Guadalquivir. Ahí siento afinidad en la manera de vivir. Ahora, he vivido fuera, he vivido en el extranjero también y las matrias se pueden inventar: matria es cualquier sitio en el que sientes que formas parte de una comunidad que cuidas y te cuida.
Juanlu: Voy a decir una hippada que se me acaba de ocurrir pero creo que me siento bastante identificado: mi matria es el respeto y la palabra “sí”. Tiene que ver con lo que ha dicho Jaime: tú te puedes seducir a ti mismo y te puedes sentir cómodo en cualquier contexto, y eso tiene mucho de político. Yo te puedo contar mis mierdas más grandes o te puedo poner mi cara mejor. Eso genera comunidad y bienestar.
Me siento mejor al lado de la gente que está dispuesta a escuchar y a hacer que las cosas vayan bien con mucha más intensidad que con la gente que quiere imponer su criterio, que tiene que hablar por encima, que no pone la oreja. Tiene que ver con la paciencia.
¿Por qué a los andaluces siempre nos toman por tontos, o por chistosos, cuando, sinceramente, parimos más artistas, más poetas y más cantaores que cualquier otra parte de España?
Juanlu: Yo creo que somos de los pocos capaces de reírnos de nosotros mismos. En parte creo que estamos muy cómodos en como somos y quizá no hagamos por reivindicar mucho o por ponernos por encima de nadie, y llega un punto en el que estamos pisoteados, pero tiene que ver con que nos podemos permitir estar felices, y es como “mira esta gente, que está riéndose, algo malo tienen que tener”. Sospechan de nosotros porque estamos bien y nos buscan el truco.
Kike: Me remito a la canción de la Chiqui, que dice “me lo como tó, los garbanzos del puchero y la liebre con arroz”. De lo más nimio hacemos una fiesta y un pedazo de acontecimiento, y eso se puede percibir como estupidez, pero creo que somos una comunidad muy vitalista. Quedarte pasmao’ mirando un cañaveral día sí, día también, puede percibirse como estupidez, pero…
Hay sabiduría ahí debajo.
Kike: Yo creo que sí.
Jaime: Me gusta que se esté hablando de esto porque de lo evidente no vamos a hablar, de la historia política de Andalucía y de la relación de Andalucía con el Estado español. Tampoco quiero utilizar la palabra “envidia”, pero sí “desconcierto”: cómo un pueblo que ha pasado tantas penurias tiene esa capacidad de alegría y de disfrutar tanto de la vida.
Decía Juan Carlos Aragón en un pasodoble de los Yesterday que los andaluces siguen siendo “pobrecitos y vasallos, siervos de terratenientes y de chulos a caballo”. Critica su casta y su servidumbre. ¿Qué hay que cambiar de Andalucía? ¿Qué hacemos con el arquetipo del ‘señorito’ andaluz?
Jaime: Juan Carlos Aragón lo dice en una de sus letras, que la mitad de mi gente se parte los dientes todos los días y por culpa de la otra tenemos rota Andalucía.
Kike: Soy muy positivo en este sentido: no creo que haya que cambiar nada inherente a Andalucía, sino reconocer de una vez por todas que ese señorito, esa persona soberbia que ostenta muchos poderes y que puede ir con arrogancia es una pedazo de minoría.
Jaime: Muy ruidosa.
Kike: Sí, porque tiene periódicos, tiene casetas en la feria… tiene muchas chuches. Y hace más ruido, pero un número muy alto de los barrios más pobres de España están en Sevilla y resulta que el estereotipo de Sevilla es el señorito. Quizá es que alguien no está mirando la tarta como es.
Jaime: Qué podemos decir de una comunidad que hace Hija Predilecta a la duquesa de Alba y no a todo el equipo de jornaleros y jornaleras que se parten los cuernos todos los días. Dice mucho eso, claro.
Os habéis quejado en alguna entrevista del centralismo de Madrid. ¿Por qué parece que hay que venirse aquí para despegar? ¿Os planteáis veniros?
Juanlu: A Madrid no nos vamos a venir, ya te lo digo yo.
Jaime: Vivimos muy bien en Sevilla y estamos muy a gusto allí, pero además de eso, quizá sea una declaración política también. Si estamos generando algún tipo de riqueza, si consideramos que la cultura es riqueza (que lo es), qué menos que dársela a la ciudad que nos ha dado las oportunidades para desarrollarla, y que se quede ahí. Que después, por supuesto, se comparta, pero no sé.
Kike: ¡Muy bien dicho! (ríe). Y una consecuencia directa del centralismo que padecemos cuatro de las cinco personas que estamos sentadas en esta mesa es que nos hemos levantado a las cuatro de la mañana para estar aquí en Madrid.
Muchas horas de furgo, ¿no? Parece que desde aquí se sale más cómodo de gira.
Jaime: Sí si es que hasta el cohete chino iba a caer en Madrid (risas). El centralismo qué nos va a parecer: viviendo en la periferia, mal. Pero nos encanta Madrid, eh, y es una ciudad que siempre nos trata de lujo.
Javi: Mucho apoyo y mucho cariño en Madrid, la verdad que la gente es genial. Se nota un abrazo por su parte hacia nosotros enorme y vendremos todas las veces que haya que venir, cogeremos todas las furgonetas y nos levantaremos todas las veces que haga falta a las cuatro de la mañana.
Jaime: Pero a ver si en vez de furgoneta nos pagan venir en avión, ¿vale?
Juanlu: Y un hotel céntrico (risas).
Kike: Hay muchas formas de resiliencia también entre la gente que estáis aquí y sois de fuera. Rechazar la totalidad de Madrid sería echarle la pata también a tus paisanos que están aquí y que están resistiendo en cierto modo. Que el centralismo sea un mojón no implica que Madrid sea un mojón.
Jaime: Madrid está muy lejos de ser un mojón (risas).
No sé si es un piropo eso, Jaime. Es como decir “estás muy lejos de ser un feo, estás muy lejos de ser gilipollas”.
Juanlu: Está muy lejos de ser un piropo (risas).
Jaime: No cambio ni una coma de lo que he dicho.
¿Rosalía ens roba?
Juanlu: Yo estoy harto de hablar de Rosalía. Creo que el mestizaje y la hibridación son inherentes a la música desde siempre. Es imposible inventar algo nuevo. La endogamia produce personas más tontas, más feas… es obvio, ¿no? Es absolutamente obvio que cualquier hibridación y cualquier mestizaje va a enriquecer y va a llevar lo que existe a un punto nuevo y más allá. Por supuesto que Rosalía ens roba, pero como cualquier creador necesita apropiarse de otras cosas.
Jaime: Rosalía ens roba... no. Rosalía ens apropia, es evidente (risas).
Lo decimos en castellano.
Jaime: (risas). A ver, de una manera muy superficial ha hecho uso de símbolos que no solamente son ajenos a su cultura territorial, sino a su cultura étnica y se ha beneficiado de ellos y en fin, lo que todos sabemos. Luego a Esmeralda Rancapino le preguntaron en una entrevista por Rosalía y dijo que era su artista favorita.
Para mí es importante que se haya puesto sobre la mesa el tema de la apropiación, un tema que antes de Rosalía no conocía, y me parece bien que se debata, que se analice… lo que dejo de ver claro es que se abandere desde posiciones muy privilegiadas una lucha que tampoco tendría que estar en boca nuestra. Y al final Rosalía no deja de ser la artista más importante de los últimos veinte años. Eso es una realidad. Y el disco de El mal querer ha dado unas lecciones de producción importantes y ha puesto en el centro el flamenco. El Guincho está produciendo con Israel Fernández… quiero decir: ¿Rosalía ens roba? Sí. ¿Importa que Rosalía ens robe? Pues a lo mejor ya no tanto.
Tanto Los Naranjos como Fernando Moriente son canciones que hablan de estar pasándolo mal, de estar rumiando una depresión. ¿Por qué se habla tan poco de la salud mental?
Javi: Quiero decir una pequeña cosa, es que estos viajes musicales nos sirven para algo que el trabajo no nos da: hacer esa escapada, hacer ese duelo, curarnos y volver a un lugar seguro donde pase la tormenta.
Kike: Los naranjos, según el momento en el que la cante (porque hablo de mi propia experiencia) puede ser muy empoderante o me puede causar bastante impresión, porque estoy contando algo muy fuerte delante de un montón de gente, y felizmente ha sido algo que ha sido compartido por mucha gente, pero no fue planificado, yo no me lo esperaba. Al final Los naranjos es la historia de cómo yo tengo una serie de sensaciones corporales (como podían ser unas agujetas en los abdominales porque estoy en un momento de mucho estrés) y las empiezo a valorar como señales de enfermedades graves.
Y desarrollo un patrón hipocondríaco muy potente en base a una cosa tan tonta como malinterpretar señales corporales, tener pensamientos de que tengo algo grave dentro y que esos pensamientos al mismo tiempo fomenten una hipervigilancia sobre esas sensaciones y al final… se crea un bucle. Ocurrió eso y lo guay fue que para ninguno de mis compis fue nuevo porque ellos ya lo sabían todo. Ellos ya me habían visto tener alguna crisis o algún momento malo y bueno, ojalá Los naranjos sirva para crear un poco de más conciencia sobre esto. Vivimos en un país donde la salud psicológica está muy relegada a los fármacos.
Eso me recuerda a la canción Lyrica, de Nacho Vegas, donde acaba dejando ver que no hay que entregarse sólo a los fármacos, que también -no es por ponernos hippies-, sino ser conscientes de cómo nos afecta a la neurosis este mundo un poco incivilizado y aséptico del que hablábamos. Ser conscientes de que cuando nos queremos entre nosotros y no nos sentimos solos, estamos mejor.
Kike: Ese es el mensaje del disco mirándolo a posteriori. En el disco hay canciones que hablan del malestar y hay canciones sobre las cosas que nos relajan ese malestar. En Dudas y flores, después de esa catarsis, de ese quedarse agotado, de ese desahogarte, parece ser que de lo que tenemos ganas es de proponer antídotos más que de volver a regocijarnos en ese dolor. Por lo menos por ahora.
¿Qué sabéis ahora del amor que no sabíais con dieciocho años? ¿Y del sexo?
Javi: Pues que seguro que tanto el amor como el sexo lo hemos practicado mucho más que con dieciocho.
La estadística habló.
Javi: Sí, la práctica hace al aprendiz.
Jaime: Hostia, qué pregunta. Para mí lo principal (y quizás sea muy evidente) es el aprender a amar desde la admiración y no sólo desde el sentimiento. Recuerdo mi primer amor, que quizás ha sido el más químico, el más eléctrico a nivel de sensación corporal, pero el otro amor que he tenido siendo ya más mayor fue un amor de crecimiento mutuo y de admiración personal, profesional y casi artística entre dos personas. Esa es una cara de las ocho mil caras que tiene el amor. De hecho, creo que sé muy poco todavía. Esa es la cara que más aprendida tengo, pero a amar se aprende amando.
Javi: Quiero enfatizar el valor de la confianza. Aprender a dar, a soltarse y a exponerse.
Kike: Justo esta mañana ponía una publicación en Instagram que decía “lo que quieres y lo que necesitas no tiene que ser lo mismo”. Y creo que una de las cosas que he aprendido de mis experiencias amorosas ha sido eso: quizá esto lo quieres… pero, ¿lo necesitas, te viene bien? El amor es fruto de una interacción entre dos organismos y esa interacción suma o resta, y llevo bastante tiempo planteándome eso, si el amor (tal y como lo conocemos) puede tener en cuenta las necesidades de cada uno, las prioridades de cada uno. ¿O hay que construir otra cosa diferente…?
Yo diferencio mucho hablando con mis amigos entre el “estar enamorado” y el “ser feliz”. Porque no es lo mismo y creo que la gente lo confunde. A veces uno está muy enamorado y aunque presuntamente sea recíproco, esa relación no te hace feliz. Y otras veces sientes menos cosas viscerales pero esa persona te da paz y alegría. Es complicado todo a la vez.
Kike: Exacto. Estás enamorado a veces pero estás en estado de necesidad. No estás atendido, no estás cuidado… ahí, ahí está la cosa.
Juanlu: Yo creo que tengo una idea del amor muy parecida a la que ha expresado Jaime, y es que yo admiro mucho a mi actual pareja. Me parece condición necesaria, aunque haya gente que discrepe de esa afirmación. Por matizar un poco, creo que amar a alguien tiene que ver con saber ser uno mismo. Eso no lo sabía con dieciocho. Cuanto más se ama a alguien, menos trabajo cuesta ser uno mismo.
Del sexo no me decís nada…
Jaime: Es que va de lo mismo, de ser uno mismo.
Kike: Incluso la dicotomía querer-necesitar se aplica perfectamente aquí. No disocio mucho el sexo y los afectos. Es un continuo. No lo veo como categorías separadas.
Reivindicáis mucho el flamenco, y al flamenco se le ha acusado de ser muy machista, aunque sabemos que machismo hay en todos los géneros. Decía Kike en otra entrevista: “Ponte Moquillo y verás”, con mucha razón. ¿Cómo se compone en 2021 sobre amor teniendo en cuenta la revolución feminista que nos afecta a todos? ¿Se quita uno las costras del amor romántico entendido en el mal sentido, lleno de posesiones o de “la maté porque era mía”? ¿Es compatible escribir jondo y escribir de amor apretao’ sin caer en esos vicios?
Kike: Dudas y flores no tiene ninguna canción de amor porque creo que no estamos preparados para hablar de ese tema. Era una cosa demasiado concreta y difícil de abordar como para meternos en ese tema, pero… se vienen cositas.
¿Estáis tiernos ahora?
Jaime: Estamos muy tiernos.
Javi: Yo quiero defender que Candelaria quizá sea el tema que más se acerca al concepto del amor.
Jaime: Y Colorada, pero no es una letra nuestra. Con respecto del flamenco, si Duquende cantaba en el año 95 “mi vida es mía, tu vida es tuya, por qué no las juntamos y hacemos una, leré”…
Qué bonito.
Jaime: ¡Sí, bonito, pero…! Esta construcción del amor es cuestionable.
Esa no me parece flagrante. Bueno, conserva la individualidad de cada uno y luego se propone la mezcla. Te reconoce una autonomía.
Jaime: Bueno, es verdad, pero hay mil ejemplos.
Peor El Parrita, que mira que lo queremos y en paz descanse, cuando decía “no me molestes mucho, lo siento, eres muy moderna y no me gustas, eres muy libre de pensamiento”.
Jaime: Ya ves. Pienso en Israel Fernández y en una canción que tiene que se llama Querencia, que dice “24 horas tiene el día, si tuviera 27, me seguirían sobrando otras tres para seguir queriéndote”. El amor desde lo tierno y no desde lo posesivo. Cuando decimos “romántico en el mal sentido de la palabra” quiere decir que hay un buen sentido. Y si hay un buen sentido en lo romántico es lo tierno, y en ese sentido hay ejemplos en el flamenco y en la vida en los que se nota que amamos de manera distinta ahora que hace treinta años, y menos mal. Aunque en otras cosas no hay cambiado prácticamente nada.