De la indolencia a la organización, la última semana ha pasado como una losa para el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, señalado y reclamado por la fiscalía de su país por "conspiración e incitación al odio". Unas acusaciones que el escritor, Premio Cervantes 2017, condena como falsas y acusa directamente al presidente Daniel Ortega de iniciar una persecución contras las voces críticas que se levantan a pocos meses de las elecciones en Nicaragua.
Ramírez, que se encuentra en plena gira de promoción de su última novela, Tongolele no sabía bailar (Alfaguara), admite que esta orden de arresto se debe a las opiniones vertidas en el libro sobre las protestas de 2018, iniciadas tras el conato de reformas que el Gobierno nicaragüense intentó aplicar al 'seguro social'. Un escenario que el escritor ha aprovechado para poner a su inspector Morales en el centro de unos hechos que provocaron cientos de desapariciones y muertes en el país centroamericano.
En 2017 se convirtió en el primer centroamericano galardonado con el Premio Cervantes, una distinción que le ha llevado a personarse esta mañana en su sede con motivo de la entrega del legado del poeta nicaragüense Rubén Darío. Un acto en el que el escritor ha depositado una copia de Cantos de vida y esperanza, así como un puñado de tierra de la casa natal del poeta en la caja fuerte del Instituto.
"Regresar a mi país significaría la cárcel y por lo tanto la muerte para mí", ha declarado durante un acto en el que se ha mostrado visiblemente emocionado. También aprovechó para agradecer los apoyos recibidos por parte de la comunidad internacional, así como reiterar la importancia de su último libro: "Una novela que desnuda los atropellos y las violaciones de los derechos humanos que se produjeron en las calles de Managua y otras ciudades del país en 2018. El libro ha sido prohibido, ha sido retenido en la aduana y no lo dejarán entrar. Las dictaduras, dichosamente, no tienen invención y responden a la mediocridad".
El acto fue clausurado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien declaró: "Quiero que sepas que este es y será siempre tu país y tu casa: porque eres español y porque esta es la casa y el país de la libertad y la democracia. Y todos los que están a favor de la democracia siempre tienen un sitio en España".
Muestras de apoyo
La respuesta a estos hechos por parte de las letras españolas ha sido clara y enérgica. Esta misma mañana se presentaba un escrito de apoyo encabezado por Arturo Pérez-Reverte, Ana Belén, Luis Landero, Julio Llamazares, Antonio Muñoz Molina y el Premio Nobel Mario Vargas Llosa entre muchos otros. Un texto al que todavía le falta la rúbrica del Ministerio de Cultura, que todavía no se ha pronunciado sobre esta cuestión.
En el panorama internacional también se han sucedido las muestras de apoyo a Ramírez. Elena Poniatowska declaraba en su cuenta personal de Twitter que este hecho "afecta a toda la comunidad intelectual latinoamericana", añadiendo además: "Preparémonos para defenderlo".
En 1977, Ramírez formó parte Los Doce, junto con sacerdotes, políticos y literatos del país. El objetivo del grupo fue el de derrocar el Gobierno del dictador Somoza, apoyando al Frente Sandinista de Liberación. Con el ascenso al poder de Daniel Ortega pasó a formar parte del Ejecutivo del país hasta 1996, año en el que dejó la política para centrarse en la literatura.
José Daniel Ortega Saavedra llegó al poder en 1985, aunque ya lideró la Junta de Gobierno formada tras el final de la revolución sandinista en el país durante cuatro años. Tras su regreso a la política en 2007, suma en total 15 años al cargo de la presidencia del país. En la actualidad ejerce el poder junto con su mujer, Rosario Murillo.
En el año 2018, las protestas en las calles contra el Gobierno se cobraron la vida de más de 400 víctimas, según informes de comisiones de derechos humanos. Ramírez aprovechó estos hechos para escribir una crónica que acabaría dando lugar a su última novela, una denuncia contra los excesos de poder vividos en el país bajo el mandato de Ortega.
Ramírez y su mujer, Gertrudis Guerrero, abandonaron el país en junio de este mismo año para realizar un chequeo médico en Estados Unidos, un viaje que aprovecharon para instalarse en Costa Rica, donde ahora residen ambos. El mismo destino que ya acogió al matrimonio en los años 60 tras la huida del régimen de Somoza que inició la revolución sandinista en su país natal. Una etapa vital que, tristemente, parece repetirse en la vida del escritor.