La actriz Verónica Forqué ha sido hallada muerta en su casa esta mañana en Madrid por los servicios del Summa 112. Una persona llamó al servicio a las 12:49 horas para avisar de un intento de suicidio en una vivienda ubicada en el número 7 de la calle Víctor de la Serna. Hasta el lugar se desplazó un equipo de sanitarios, que sólo pudo confirmar el fallecimiento de la actriz. Fuentes de la investigación han confirmado que la artista se quitó la vida.
La intérprete, de 66 años, había participado en la más reciente edición de MasterChef Celebrity, que abandonó por agotamiento. "La verdad, estoy regular. Necesito descansar. En la última prueba de cocina por equipos me agoté. Yo no soy de tirar la toalla, Pepe Chef, pero esta vez hay que ser humilde y decir 'no puedo más', tiro un poco el delantal pero un rato", decía en la carta que escribió a sus compañeros del programa.
La actriz enamoró a todos los españoles en los años 80 gracias a títulos que son historia del cine como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), junto a Pedro Almodóvar, en la que dejó frases icónicas que décadas después se siguen repitiendo. De hecho, desde la productora del director, El deseo, se ha mandado una nota de condolencias en las que envían "todo nuestro amor a la familia de Verónica en estos momentos tan dolorosos.
El vacío que deja en nuestras vidas y nuestro cine es irrecuperable. Se ha ido una actriz extraordinaria y una persona insustituible con la que tuvimos el honor de trabajar y compartir vida. Buen viaje, Verónica. El deseo siempre será tu casa".
Y si Almodóvar fue fundamental en su carrera, también lo fue Fernando Trueba, que le dio dos de sus mejores papeles en Sé infiel y no mires con quién (1985) y El año de las luces, (1986) película por la que obtuvo su primer Goya como actriz de reparto.
Era extraño que el talento no estuviera en su cuerpo, ya que era hija de José María Forqué, uno de los productores más importantes de la historia del cine español. De hecho, fue con su padre con quien inicia su carrera cinematográfica en los setenta tras estudiar arte dramático y abandonar sus estudios de psicología. Pero antes del cine también llegó el teatro, y lo hizo de la mano de una de las más grandes, Nuria Espert.
Como recordaba en una entrevista con este periódico, con 19 años y en su debut en las tablas, vivió sus primeros pasos como actriz y los primeros de la democracia. "Debuté en el teatro con 19 años en la compañía de Nuria Espert, haciendo las Divinas palabras de Valle. Estábamos de gira en noviembre cuando Franco murió. Lo celebramos muchísimo. Hicimos un fiestón. El mayor cambio después de la muerte del dictador lo noté cuando entró el primer gobierno socialista. Yo estaba haciendo el Ay Carmela de José Luis Gómez en el teatro, e íbamos a pueblos pequeños, y en todos los pueblos había teatros preciosos… fue una revolución, se construyeron gracias a esa primera etapa del socialismo. Y la Seguridad Social… en fin, España cambió y empezó a brillar, y los españoles perdimos el miedo", cotaba a EL ESPAÑOL.
Pero fue el cine quien la convirtió en una absoluta estrella. Su sonrisa, sus pecas y su melena pelirroja hicieron de ella la actriz del momento. Tras actuar con Almodóvar y Trueba el cine español se rindió a ella. Tanto que en 1988 hizo historia. Se convirtió en la primera actriz en lograr dos Goyas en la misma edición. Lo hizo como actriz protagonista por Bajarse al moro, y como actriz de reparto por Moros y Cristianos, de Luis García Berlanga. Tuvieron que pasar 29 años después para que otra actriz, Emma Suárez, igualara su logro en 2017.
Una de las grandes
En los comienzos de los años 90 se convirtió en la gran actriz cómica de nuestro país. Era capaz de arrancar carcajadas con esa mezcla de inocencia y su gran talento. Lo demostró en Salsa Rosa (1992) y ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (1993), de Manuel Gómez Pereira. También, de nuevo junto a Almodóvar, en Kika. Su personaje es lo más recordado de uno de los primeros tropezones de la carrera del director.
Los 90 fueron suyos, y lo demostró en una de las series más recordadas de aquella época, Pepa y Pepe. Una ficción creada por su adorado Manuel Iborra que convirtió a Forqué y Tito Valverde en un matrimonio que entró en las televisiones españolas y que todavía se recordaba con gran cariño. Junto a Iborra rodaría otro de sus grandes papeles, el de El tiempo de la felicidad en 1999 y repetiría en 2006, en La dama boba.
Los directores de comedia siempre deseaban trabajar con ella. Era pura vis cómica. Capaz de divertir con un deje, con una frase, y Joaquín Oristrell lo pudo confirmar en filmes como Sin vergüenza o De qué se ríen las mujeres, donde el trío cómico de Forqué, Adriana Ozores y Candela Peña era imparable.
Forqué fue una trabajadora incombustible, y en los últimos años siguió compaginando la televisión, con trabajos en Amar es para siempre, Días de Navidad o Señoras del (ha)ampa, con cine, donde seguía apareciendo en títulos como Salir del ropero, una de las últimas películas de su amiga Rosa María Sardá. Se marcha una de las grandes actrices del cine español reciente y una de las que mejores momentos nos ha hecho pasar.