Le llaman el padre del arte conceptual en España aunque a Isidoro Valcárcel esa definición no le convence. “El arte conceptual es todo porque no hay arte sin concepto. Eso es un movimiento que se ha creado a mitad del siglo XX, producto de determinados intereses económicos, del que luego muchos artistas se han aprovechado, pero cualquier obra artística tiene un concepto detrás, si no, no existe”. Su trayectoria, con más de 50 años, fue reconocida este jueves con el Premio Velázquez de Artes Plásticas, otorgado por el Ministerio de Cultura y dotado con 100.000 euros.
“No me lo esperaba. Ni me lo había planteado pero estoy muy contento”, dice el artista a EL ESPAÑOL. Formado en Arquitectura y Bellas Artes, sus piezas van de la pintura a la intervención de grandes dimensiones en el espacio urbano y la instalación artística. Ha realizado también películas, piezas sonoras, acciones, proyectos de arquitectura y sus obras destacan por el compromiso ético, político y social. Entre sus preferidas, ha confesado, están El libro transparente (1970), No necesita título (1990) y 2000 después de J.C. (1995-2000). “Es muy difícil, pero a estas les tengo mucho cariño”.
'El libro trasparente (1970)'
Es una obra donde construye palabras que no existen, basadas en la fonética castellana, y que el artista presenta en páginas trasparentes, que permiten percibir su contenido, incluso con el libro cerrado.
'No necesita título (1990)'
En el marco de la exposición Madrid, espacio de interferencias, Valcárcel presentó esta instalación en la que recogió los menús ofrecidos por distintas instituciones benéficas de Madrid. Durante tres meses, el artista recorrió diariamente estos centros, pidiendo la ración de alimentos ofrecida a las personas que allí se acercaban en situación de precariedad. Ese plato era expuesto después en una sala del Círculo de Bellas Artes, con su nombre y su lugar de procedencia.
La crisis es ideal para la creación. Nos pone tan en bandeja el comportamiento cretino de los que mandan, que es muy fácil hacer un arte reivindicativo
'2000 después de J.C. (1995-2000)'
Es un relato de tres tomos, donde el artista recoge, en 2000 cuentos, 2000 años de civilización cristiana, haciendo hincapié en los acontecimientos más insignificantes. Es una contrahistoria de hechos verídicos que no han trascendido para la historia oficial.
Compromiso y responsabilidad
Valcárcel sigue reivindicando el compromiso político y social para el arte. “Una obra no es sólo lo que se ve y oye, siempre quiere trasmitir un mensaje y los artistas tenemos que ser conscientes de ello, asumir esa responsabilidad”, explica. Un cometido que aumenta teniendo en cuenta la actualidad. “Este rollo de la crisis es ideal para la creación. Nos pone tan en bandeja el comportamiento cretino de los que mandan, que es muy fácil hacer un arte reivindicativo”, cuenta.
Tan rebelde ahora como en sus inicios, Valcárcel, sigue reivindicando la innovación y la originalidad como características obligatorias de cualquier obra. “Nada que sea repetitivo es arte. Y, además, tenemos la responsabilidad de denunciar, criticar lo que está pasando y crear otra situación. Una que sea mejor. Por eso el proceso de innovación es tan importante”. Desencantado con la realidad política y social actual, Valcárcel no exime a la sociedad de culpas. “Es muy triste por todas las partes. Porque tenemos una sociedad tan estúpida que lo que queremos todos es volver a la situación que teníamos antes de la crisis. Todo esto no ha servido para abrirnos los ojos”.