Se preguntarán qué tiene que ver Star Wars con el hijo del dios Zeus, o por qué el museo del Louvre ha decidido sacar a la Venus de Tursac (25.000 años AC) del Museo Nacional de Arqueología para darle cita bajo el mismo techo que la máscara de Darth Vader. Contemplar la precisión de los pliegues de Hércules ayudando a Atlas a sostener la Tierra, una escultura del año 1668, mientras se escucha de fondo la marcha del antagonista de Star Wars puede resultar extraño. Pero el Museo del Louvre ha encontrado un hilo argumental que hace que ambos universos concuerden con una perturbadora naturalidad.
Con motivo de la apertura de la Petite Galerie del Louvre, el museo se lanza a la conquista de todos los públicos con su primera exposición, Mitos Fundadores: de Hércules a Darth Vader. Esta nueva galería, situada en el ala Richelieu de la plaza de la pirámide, pretende ser un espacio especializado en la educación artística y cultural, en pleno corazón del museo más concurrido del mundo.
En 2014, más de 9,3 millones de personas lo visitaron, un dato clave en la apertura de la Petite Galerie. “Hemos constatado que muchos de nuestros visitantes vienen por primera vez al Louvre. Algunos pertenecen a culturas no occidentales, o tienen una relación con el arte bastante lejana”, explica Jean-Luc Martínez, director del museo parisino. “El Louvre puede ser muy intimidante”, añade. Para romper el hielo, nació este espacio perenne, en el que cada año se presentará una exposición a través de la cual los visitantes podrán tener un primer contacto con obras originales (y no reproducciones), posicionadas en torno a una temática en particular.
Tocar el arte
Para este primer periplo, la Petite Galerie ha querido comenzar por la mitología como respuesta del ser humano a los interrogantes sobre el origen del mundo. En este sentido, la exposición propone un conjunto de obras que durante las diferentes civilizaciones a lo largo de la historia han plasmado la respuesta a las preocupaciones del hombre en torno a su creación. En 250 metros cuadrados, setenta obras tejen la historia de la mitología. Giggamesh, Hércules, Orfeo. El espectador se pasea por las creencias de sus antepasados contemplando vasijas de más de dos milenios de antigüedad que plasman pugnas entre dioses y gigantes, o cuadros como La tierra o el paraíso terrestre, obra de Brueghel de finales del siglo XVI.
Pinturas, esculturas y objetos que se escapan durante nueve meses del Museo de Arqueología Nacional, del Centro Pompidou, el museo del quai Branly e incluso el Lucas Museum de Chicago, con la intención de ayudar el público a acercarse al arte sin barreras. Tanto es así, que la exposición pone al servicio del visitante una serie de puestos de interacción que permiten una relación directa con las obras a través de muestras del material utilizado para su realización y juegos de luz manejables, que ayudan a comprender la importancia de la elección escenográfica de las obras en los museos.
Darth Vader en el Louvre
Una vez embaucados en el universo mitológico, con una Venus de origen italiano del siglo II d.C como anfitriona de la exposición, la Petite Galérie propone recordar la influencia que los ciclos de la naturaleza han tenido en la historia de los primeros mitos. Es así como encontramos lógica a la convivencia, en la misma sala, de la contemporánea obra luminosa Séptimo Continente proveniente del Centro Pompidou, con el tenebroso paisaje de John Martin, El Pandemonium, en representación de las tinieblas satánicas como miedo perpetuado a lo largo de la historia.
El misticismo nos lleva de la mano hasta la saga de ciencia ficción más célebre de todos los tiempos. En el centro de la tercera y última sala ya no es una Venus quien acoge al visitante, sino Darth Vader. La galería acoge la máscara y el casco del antagonista de Star Wars, que la comisario del museo ha elegido posicionar, desafiante, frente a una escultura de Hércules.
Dos galaxias aunadas en una exposición que invita a reflexionar sobre la evolución de la figura heroica a través de los tiempos. Coherente con la línea pedagógica que el Louvre asigna a este nuevo espacio artístico, la galería espera atraer hasta el 4 de julio a todo aquel que busque un lugar íntimo y privilegiado para relacionarse con el arte. “La visita de la Petite Galérie no busca evitar la de otras salas del Louvre o de los museos nacionales, ni intenta ofrecer un resumen o una versión soft de éstos, sino dar a los visitantes llaves de lectura personalizadas para la visita de un museo”, precisa Jean-Luc Martínez.