En la única audiencia que Mariano Rajoy mencionó el mecenazgo dejó bien claro que “el mecenas no puede esperar nada a cambio” de su aportación a la sociedad. Dos años más tarde y con una reforma de la ley de mecenazgo fracasada, la Fundación Arte y Mecenazgo que impulsa “la Caixa” confirma aquellas palabras del presidente del Gobierno en el Museo del Prado, durante el acto de la donación de doce obras de la familia Várez Fisa al museo para ampliar el exiguo fondo de arte medieval de la pinacoteca. Tanto el presidente como el ministro de Hacienda entendieron durante la legislatura anterior que la inversión privada en cultura, educación o investigación es un capricho personal sin perjuicio sobre la recaudación, a pesar de reclamarla para asumir el gasto del Estado en tiempos de crisis.
Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación “la Caixa” dijo en el acto de presentación del cuaderno Los cauces de la generosidad. Ensayos histórico-críticos de los fundamentos del mecenazgo, que “el mecenazgo no espera nada a cambio”. “El patrocinador sí busca una contraprestación de marketing, pero el mecenas no”, explica para distinguir.
José Antonio Marina aclara que no hay nadie que haga nada si no hay una recompensa: el premio del mecenas es la satisfacción de verse reconocido por su sociedad
La Fundación Arte y Mecenazgo es la principal institución empeñada en la creación de una conciencia de mecenazgo en la sociedad y cuando se supo que la reforma de la Ley de Mecenazgo se vino abajo la fundación mostró su desacuerdo: “Hemos fracasado”, declaró Leopoldo Rodés, el anterior presidente, fallecido en julio. “Tenemos sensación de fracaso porque nuestro esfuerzo no ha servido para nada”, añadió lacónico Rodés. “Yo tenía esperanzas y las tenía porque me las daban, pero el resultado es peor de lo que me podía imaginar. La Ley de Mecenazgo ha muerto y no tiene retorno”, explicó entonces Rodés.
Complicidad, por favor
Demandaban la complicidad del Estado para mantener sus tareas. La Fundación entregó en su día un borrador al Ministerio, en el que se proponía un desarrollo de la norma con varios ejes: un observatorio, formación y reconocimiento social, además de las ventajas fiscales. Todo aquello quedó enterrado, como los más de 300 millones de euros que el Estado ha retirado de apoyo al desarrollo de las industrias culturales -vía Presupuestos Generales del Estado- en estos cuatro años.
Ahora acuden a José Antonio Marina, Victoria Camps y José Luis Pardo para resaltar la importancia histórica que ha tenido el mecenas como “facilitador” del arte. Los tres pensadores y catedráticos de Filosofía reflexionan sobre la ética y la moral del coleccionismo y el mecenas. Victoria Camps recuerda que al mecenas le mueve el gusto por el arte, el interés por la inversión y la voluntad de adquirir prestigio social. “Son tres intereses irreprochables moralmente, pero hay que buscar un equilibrio entre los tres”, dice para no confundir valor con precio de la obra.
Victoria Camps dice que pensar que no se debe recibir nada a cambio es una idea muy superficial
José Antonio Marina coincide con Camps en el reconocimiento social del mecenas, como un motor esencial en el desarrollo de la cultura. “El generoso es siempre el que va a dar más de lo que espera recibir. El premio del mecenas es la satisfacción de verse reconocido por su sociedad. No podemos detestarlo. No hay nadie que haga nada si no hay una recompensa. El que no espera reconocimiento es un desvergonzado, que no espera reconocimiento”. Aunque no debemos confundir el altruismo con lo gratuito, se adelanta a aclarar Camps. “El altruismo no existe”. Según la filósofa siempre hay una gratificación personal. “Pensar que no se debe recibir nada a cambio es una idea muy superficial”, añade.
Moral y ventajas fiscales
Además, Camps aclaró que “estamos muy lejos de tener un tratamiento fiscal adecuado”. Lo calificó como “muy insuficiente”, a pesar de que la Fundación insistió en la idea de que el mecenazgo no depende de las rebajas del IRPF y el impuesto de Sociedades. “Hay que considerar que la desgravación fiscal de la que se privilegia el mecenas no es un privilegio compartido por el resto de los contribuyentes. No es más que el privilegio de los ricos, pero claro este punto no es despreciable”, aclara Camps.
Según José Luis Pardo el Estado es necesario para ofrecer la protección y buena voluntad que no tienen las empresas
La generosidad es el concepto que nos hace virtuosos. Para José Luis Pardo la generosidad es un elemento que excede y trasciende la transacción económica. Y avisa de que “el Estado no puede ejercer a solas el cuidado que está presente en el mecenazgo”. “Pero tampoco puede ejercerlo sólo la empresa privada. El Estado es necesario para ofrecer la protección y buena voluntad que no pueden llegar a tener las empresas”, dice Pardo en la sede del banco.
Los tres han desarrollado escritos en los que el papel del mecenas debe ser revalorizado y su presencia a lo largo de la historia del arte aplaudida. Marina asegura que “si quitáramos a todos estos mecenas, la historia se habría quedado en una mera manía personal”. “Los posibilitadores financian el arte”. En ese sentido, Camps puntualiza que el Estado debe garantizar el acceso a la cultura, “pero no puede hacerlo solo, debe pedir ayuda”. “La generosidad es una virtud que debemos fomentar como parte fundamental de la convivencia”, explica Marina, que reclama una introducción de estos conceptos en la educación para definir el papel que deseamos que la cultura represente en nuestra sociedad.