Su llegada a la Dirección general de promoción cultural de la Comunidad de Madrid levantó una polvoreda que llegó a las páginas de la revistas del corazón. La cultura entraba en el cuore y no era gracias a Mario Vargas Llosa. Jaime de los Santos (Madrid, 1978) entraba como elefante en cacharrería o, más bien, como una aparición mariana. Esta foto en su despacho lo explica: es del día de su nombramiento, el 30 de julio, aparece su marido, la ministra Fátima Báñez y Elvira Fernández, la mujer de Mariano Rajoy.
Conoció a “Viri” en Moncloa, cuando Jaime entró para redecorar el interior de la estancia del presidente del gobierno, pero niega que se dedicara a tareas de estilismo o a poner al día el fondo de armario de la esposa de Mariano. En su nuevo despacho una de las fotos más icónicas de Ramón Masats reclama toda la atención de la sala: el hombre vestido de torero, montera incluida, que mira las Tres gracias de Rubens. Se confiesa amante del Barroco y de Zurbarán. En la mesa de trabajo tiene una calavera sobre sus libros y siempre viste slim. Adora el té y el Quattrocento, y dice ser una persona ilusionada, no ilusa.
De él depende la gestión de varios espacios escénicos como Teatros del Canal, las salas de exposiciones y actividades como la Noche de los libros, del teatro, etc. El presupuesto que dedica Cristina Cifuentes a la cultura para 2016 es el 0,6% del total.
¿Qué es esa calavera?
Es una cerámica del Centro cerámica toledano. Llego a las calaveras a través del ilustrador Aitor Saraiba. Me fascina. Es un tipo genial y diseñará el cartel de Teatralia. En casa tengo una de sus cruces. Me gusta la calavera zurbaranesca.
Aitor Saraiba no es deun gusto políticamente cercano al PP.
Pero no estoy jugando en el campo del PP… Bueno, sí, lo estoy haciendo. Y estoy feliz de trabajar con Cristina Cifuentes. Es una persona con una sensibilidad cultural única.
¿Es usted un friki por coleccionar calaveras o por dedicarse a la política?
Creo que la política está desdignificada y es una pena. La política es un lugar maravilloso. De pequeño no quería ser político, quería ser actor. He llegado a la política de manera casual y es una oportunidad extraordinaria para hacer pequeñas cosas por la cultura que ayuden.
Aitor Saraiba representa lo que tradicionalmente no representa el PP, una política social ajena al discurso de las manzanas y las peras…
Estoy completamente en contra de ese discurso, el de las manzanas y las peras. Comentarios como esos son reprobables. No entiendo el comentario a dónde va, debe ser por mi estupidez. Y Aitor es extraordinario y un ser único. A mí aquí nunca me han pedido el carné.
Eso quiere decir que era usted un hombre de confianza.
No, yo llegué de casualidad a Moncloa. Alguien pensó que Jaime por su forma de ser encajaría bien con Elvira Fernández. Además, es un tipo que tiene ciertos conocimientos de arte. Yo no he sido estilista de nadie en mi vida.
¿Le importa si seguimos haciendo un rebobinado a su vida y su trayectoria?
Si el rebobinado es correcto, sí, porque se dicen muchas bobadas. Muchas no, muchísimas bobadas.
Pero tenemos que poner a Jaime de los Santos en el panorama y se ha presentado como una “aparición mariana”…
¿Pero “mariana” por qué virgen? [risas]
¿Fue una propuesta de la presidenta?
Ella me llamó el 15 de julio. Nos conocimos de manera puntual, durante la campaña de las Elecciones autonómicas habíamos coincidido en alguno de sus mítines. Y, evidentemente, tenemos amigos compartidos que han funcionado como nexo. Me dijo que pasara por su despacho para hablar con ella. Creía que quería contar conmigo para una asesoría. Estuvimos hablando sobre la cultura, la música, la danza. Es una persona extraordinaria en el trato. Recuerdo aquella conversación con mucho cariño. Cuatro horas después, yo iba en un tren a Valencia, me llamó para avisarme de que me propondría. Y el 28 de julio me nombraron.
Ahora que habla de campaña, ¿usted milita en el PP?
No. No he militado ni milito.
Pero participaba en campaña.
De espectador, acompañando a otras personas y así conocí a la presidenta. Relaciones personales, afinidades laborales...
Parece que esa foto con Fátima Báñez y Elvira es muy importante para usted.
Es el día de mi toma de posesión, con Eloy Martínez de la Pera.
Elvira es una persona importante en su vida.
Completamente. Adoro a Elvira, no tengo problema en decirlo.
¿En lo laboral también ha sido importante?
Es importante porque cerca de ella he aprendido muchísimas cosas, es de una sabiduría sorprendente. Y eso ha hecho que la quiera y la respete. En el trato cercano es impresionante. Pero ella no habló con Cristina.
¿Cuáles son sus virtudes como gestor cultural, dado que no ha tenido experiencia antes en este campo?
Es impúdico hablar de mis virtudes. Me han educado para hablar lo menos posible bien de uno mismo.
Dejémoslo en méritos.
Es un perfil diferente al que había en esta Dirección general hasta el momento [se refiere a Amado Giménez Precioso, en este puesto desde 2006]. Yo tengo mucha energía y eso ayuda en la toma de decisiones en este cargo. Buscaba a alguien joven y con energía, con un perfil cercano a la gestión de la comunicación. He trabajado durante 7 años como jefe de prensa en una agencia de comunicación y eso te da otro tipo de perspectiva y otro tipo de relación con la cultura, que tiene un impacto sobresaliente. Y soy licenciado en Historia del Arte, es una carrera que te da una visión muy horizontal del mundo de la cultura.
Pero allí no se enseña ni se aprende la gestión cultural.
Bueno, para mí el paso por la facultad fue una experiencia emocional e intelectual única.
¿Pero allí qué aprendió de gestión cultural?
Aprendí, para empezar qué es lo que es la cultura. A amar el arte y a respetar cualquier tipo de manifestación artística, que me parece mucho más importante que la gestión directa. La gestión se aprende con la práctica. El amor al arte es la prioridad. Tú puedes ser muy buen gestor, pero con sólo respeto y no amor a lo que es la cultura quizá tu trabajo esté cojo. Esa es una virtud: absoluto amor y respeto a cualquier bella arte.
¿Eso lo aprendió en la Facultad?
A los nueve años mi madre no me apuntó al fútbol, sino al teatro. A mí de pequeño me han llevado de museos y de castillos. A mis padres les interesaba mucho más hacer turismo cultural que irnos a la playa. Esos años hicieron de mí una persona con sensibilidad. También he colaborado con medios escribiendo en cultura y con una empresa en montajes expositivos. Todo suma.
¿Y Cifuentes qué vio en usted?
Para la presidenta es muy importante alguien que tenga mucha ilusión y energía. Eso te hace, cuanto menos, un gestor solvente, no bueno, pero solvente. También en Moncloa he aprendido mucho lo que es la gestión. Al final, la gestión directa en una institución pública es un Máster extraordinario.
¿Allí a qué se dedicaba, hacía gestión cultural?
No, gestión.
Pero, ¿de qué tipo de gestión hablamos?
Estaba en el gabinete del presidente y colaboraba en temas muy diversos. Una institución pública te somete a la realidad de la gestión. Además, yo gestionaba mucho en la empresa de comunicación como jefe de prensa.
¿Cuáles eran sus tareas en Moncloa?
Yo llego a Moncloa para una cosa muy concreta: el cambio de la colección de arte. Me piden consejo en esa toma de decisión. Ahí empieza mi relación con la mujer del presidente [Elvira Fernández]. Luego se han dicho muchas cosas, en el 99% inciertas. Ella es una persona muy sensible con el arte, es una amante de la pintura. Ahí hicimos buen dúo en la colección de arte.
¿Qué cambió de las paredes de Moncloa?
Se cambió prácticamente toda la colección, tanto en la zona de la vivienda como en la del Consejo de Ministros.
¿Qué había y qué introdujo?
Había mucho Miró y faltaba, para mí y para Elvira, representatividad. Había mucha obra y pocos autores. Elvira quería que estuvieran todas las Comunidades autónomas representadas, mayor número de mujeres y diferentes generaciones. Miró, Tápies y Chillida eran lo más abundante. Nosotros incluimos a Esteban Vicente, sin tanto reconocimiento en España como se merece. Miquel Barceló entró directamente en el Consejo de Ministros, con una pieza extraordinaria. Una naturaleza muerta. Así llego y empiezo a colaborar de manera puntual en cosas concretas.
¿Ya no hubo más relación con la mujer del presidente?
Es cierto que con ella gestionábamos temas relacionados con visitas oficiales, viajes oficiales…
¿Eso le ha ayudado para llegar a la presidenta de la Comunidad de Madrid?
Si te soy sincero, no sé quién le habló de mí a la presidenta.
Parece la referencia directa, ¿no?
Mucha gente puede hablar bien de mí, créeme. Mi relación en presidencia era muy amplia.
¿Por qué desaparece la Consejería de Cultura?
Yo creo que hay un interés auténtico de la Presidenta por llevar ella los temas de cultura. Por lo que la conozco, a ella la cultura le interesa muy mucho. Fue la portavoz de cultura de la Asamblea. Tiene una relación con la cultura realmente intensa. Desde que soy Director general de promoción cultural ha venido a todos los estrenos de la Ópera, en los Teatros del Canal, La Abadía, El Español. Hay una relación emocional. Además, al depender directamente de ella, las decisiones son muy ágiles. Todas las semanas tenemos un Comité de dirección.
Pero si depende todo de ella no parece el colmo de la agilidad, ¿no es un cuello de botella?
Bueno, también hay una directora de la oficina que coordina las tres direcciones generales que hace las labores del consejero.
En el ámbito estatal, la desaparición del Ministerio de Cultura con el gobierno del PP ha dejado sin representación del sector en los Consejos de Ministros. Se ha criticado mucho la nula defensa de los intereses de las industrias culturales, ¿en la Comunidad de Madrid no es así?
Tenemos a la mejor defensora de la Cultura que se llama Cristina Cifuentes. Insisto, tenerla a ella en vez de la Consejería es una oportunidad y un acierto.
La primera razón que se dio para la eliminación fue de ahorro económico, pero no se aclaró la cifra. ¿Sabe cuánto se ahorra la Comunidad con la desaparición de la Consejería de Cultura?
No tengo el dato. Pero sí sé que la optimización ha hecho descender de manera importante el número de altos cargos.
¿Sabe cuántos cargos de Cultura han desaparecido?
No lo sé exactamente.
¿Cuál será el modelo cultural que defienda Jaime de los Santos?
Quería recuperar las subvenciones a entidades sin ánimo de lucro, porque son una pata importante para el laboratorio de la cultura. Y la optimización de los festivales, que hasta ahora han tenido una programación de diez, pero hemos querido hacerlos más transversales. Faltaban más espectáculos que llegaran a otro tipo de experiencias teatrales.
¿Con transversales se refiere a populares?
Popular es confuso.
Popular es que llegue a más gente.
Sí. He pedido a Aída Gómez que recupere las sensibilidades que había olvidado. Se había centrado en la danza contemporánea. La danza contemporánea copaba la programación frente a la clásica, neoclásica y española.
Sólo un 2% de su presupuesto está dedicado a la formación de nuevos públicos, ¿por qué tan poco para políticas educativas y de acercamiento?
Hay un proyecto que se llama Teatralia…
Teatralia no es nuevo.
Pero cuando las cosas se han hecho bien, no hay que cambiarlas. Simplemente, hay que darles nuevas formas. Teatralia llega a nuevos públicos. La creación de nuevos públicos se consigue con la Red de teatros, que aproxima la cultura a muchos municipios y a nuevos públicos.
¿Cree necesaria una reforma de la Ley de Mecenazgo?
La Ley de Mecenazgo es de competencia de ámbito nacional. Pero crearemos otras herramientas como Filmadrid, para asesorar a las producciones cinematográficas. No tengo competencias fiscales y yo te cuento lo que puedo hacer.
¿No hay una conexión con Hacienda como para promover reducciones de tasas?
Tenemos a la mejor consejera de Hacienda que se puede tener, Engracia Hidalgo, de una sensibilidad para la cultura enorme. Por ejemplo, la presidenta ha subido un 5% los presupuestos de cultura y lo ha recogido con absoluta sensibilidad Engracia Hidalgo.
¿Al país le habría venido bien Engracia Hidalgo en vez de Cristóbal Montoro?
No lo sé. Pero a la Comunidad le viene muy bien Engracia Hidalgo.
¿Le ha faltado sensibilidad al gobierno con la cultura en estos cuatro años?
Es un país estupendo al que le faltan pocas cosas y nos sentimos orgullosos de ello.
Seguro que todos los sectores que han pasado por su despacho le han explicado su situación…
Desde luego, pero las pongo en el contexto de cuántas cosas se han hecho bien también. Hay mucho en lo que trabajar. Insisto en la sensibilidad, porque es muchas veces es una cuestión de inteligencia emocional. Por eso te hablaba del amor a la cultura: cuando respetas y amas a la cultura es más sencillo que entiendas sus reclamaciones.
¿Quiere decir que Montoro no ama a la cultura?
No lo sé, no voy a hablarte de Montoro. No tengo nada que decir del señor Montoro aparte de que ha sido un excelente ministro de Hacienda.
¿Y la relación de Hacienda con Cultura cómo ha sido?
Creo que ha sido todo lo buena que podía ser en las circunstancias en las que este gobierno llegó a España. Por eso Cristóbal Montoro ha sido muy buen ministro de Hacienda, a pesar de la falta de sensibilidad hacia el sector. El IVA cultural no es competencia autonómica aunque entiendo la reivindicación. La presidenta también ha dicho que el IVA cultural debe revisarse lo antes posible porque está gravando a un sector muy tocado en esta crisis.
¿Cuál cree que es la nueva necesidad de las industrias culturales en España?
La inteligencia emocional en 2016 es indispensable: sentarte y poner oídos muy abiertos. Lo que hago como político es ponerme en la piel de lo que me están pidiendo. Darles el mayor número de herramientas, para que esos sueños encuentren un camino.
En ese sentido, ¿usted es regeneración o es casta?
Lo que no soy desde luego es casta. Y en cultura se hace necesaria una experiencia personal con el creador, que te ponga en su piel para entenderlo de una manera más óptima. Esto es mi día a día, ponerme cada vez más en la piel de todas esas personas. Admiro y envidio mucho a los artistas. Me reúno aquí con tantísima gente que disfruto como un enano y cuando se van de aquí trato de crear las oportunidades que les ayuden.
Volviendo a los presupuestos, ¿por qué el PP votó en contra en la asamblea a la creación de una partida específica destinada al IV centenario de la muerte de Cervantes?
No se negó exactamente.
Aparece la votación en contra en las actas.
La Comunidad de Madrid está en la Comisión Nacional de los acontecimientos.
¿No era buena idea dedicar una cantidad a la conmemoración?
Estaba reservada. Cuando se propone la idea de generar esta Comisión en septiembre, ya teníamos un plan. La Comunidad decidió seguir con su programación, que se presentó hace unos días. Está en torno a medio millón. Pero a final de año será más, faltan propuestas sin cerrar a lo largo del año. Quedan 10 meses por delante y se seguirán incluyendo actividades.
¿No está cerrada la programación?
Está cerrada al 80%. Por ejemplo, lo ideal sería que en Madrid en Danza de noviembre hubiera algo cervantino.
¿Por qué se presenta en febrero y no en enero o en diciembre?
Porque estábamos esperando a tenerlo todo cerrado. No obstante, a mí esto de las fechas me da risa porque Cervantes es un escritor universal todos los años. Cervantes fue importante en el siglo XV y lo será en el XVII…
¿O sea que no es tan importante su conmemoración?
Es un motivo para que todas las instituciones se pongan a trabajar y den mayor énfasis, pero no porque se presente en febrero se le quita importancia. Es universal en cualquier año.
Presentarlo en febrero da la impresión de que no se habían hecho los deberes antes.
Eso es una impresión personal. Si no se hubieran hecho los deberes no se podrían haber preparado estas actividades. Un ciclo de conferencias no se prepara en 10 días.
¿Entonces, la Comunidad de Madrid no ha destinado una cantidad a la conmemoración?
La Comunidad de Madrid invierte todo el presupuesto de la Dirección general de promoción cultural. El error sería incrementar presupuestos para celebrar personalidades. Lo que hay que hacer es poner tus presupuestos al servicio de esas conmemoraciones. Lo ideal es optimizar los recursos y que todo en sus programas giren en torno a la figura de Cervantes.
Por cierto, ¿qué cree que ha fallado en el Ayuntamiento de Madrid en la crisis de los titiriteros?
Tenemos la obligación de mantener un control sin lesionar la libertad de expresión.