Ocurrió el 14 de agosto de 2012, en la Bridge Station de Londres. El fotógrafo valenciano Alfonso Calza trabajaba en su serie de fotografías robadas cuando una pareja llamó su atención. "La escena tenía un fuerte sentimiento. Había una luz singular que solo les bañaba a ellos. Los destacaba en la multitud". La cámara de Calza capturó cada detalle: la caricia, el abrazo, y lo que él mismo llama el momento mágico: el beso.
Fast forward a tres años después. Calza tiene su estudio en la céntrica calle del Moret de Valencia. "Pese a que es una zona turística, se había ido degradado. Estaba sucia, llena de contenedoras, falta de vida y comercio" - recuerda el fotógrafo. Pensó en enriquecerla con su propia obra. Su primera idea fue la de una lona gigante con sus fotografías, pero se dio cuenta de que no encajaría. "Tenía que integrarla en el lenguaje urbano usando a sus propios artistas" - explica. Y recurrió a los grafiteros.
Con la complicidad de los vecinos y los dueños de los locales, Otoñó en Bremen fue la primera obra en dar en salto de la fotografía al grafiti. Una instantánea sobre un puente de Venecia fue la siguiente. El barrio de El Carmen estaba entusiasmado. "Un after me pidió que decorara su puerta". Y el éxito les animó a emprender su proyecto más ambicioso, el del beso de Bridge Station.
El pintor Luis Lonjedo puso sus pinceles al servicio de la obra. El mural se convirtió en un clásico instantáneo, un punto de encuentro para que las parejas valencianas se besaran. "Era como nuestro beso del muro de Berlín", lo describe Calza, recordando el grafiti del famoso beso entre los líderes de la URSS y la RDA, Breznev y Honecker, convertido en símbolo de reconciliación.
Con ese mismo espíritu, el europarlamentario popular Esteban González Pons glosaba la que ya empezaba a ser conocida como calle de colores y encomendaba su espíritu a la política desde su columna en Las Provincias. Era el 1 de marzo y Pedro Sánchez había pronunciado su discurso de investidura en el Congreso de los Diputados.
"Mientras se celebra la primera investidura fallida de la historia de la democracia, hablemos nosotros de lo que importa de verdad. Hablemos de amor y de besos" - escribía González Pons, antes de relatar la historia del mural y la pareja anónima que lo inspiró en una tarde de verano en Londres. "El amor no distingue entre casta y gente, no traza líneas rojas, y, por supuesto, liga igualmente a coletudos y joseantonianos..."
"Besarse es de valientes" - concluía el europarlamentario, reclamando que el "hemiciclo permitiera rascar corazones con navaja en la tribuna". Al día siguiente, Pablo Iglesias estampaba un beso en la boca a Xavier Domènech, de En Comú Podem, al término de su intervención en el debate de investidura. La imagen acaparaba la red. Los diarios recuperaban el beso ente Breznev y Honecker. Y González Pons clamaba victoria.
"Fue premonitorio" - celebra Calza, más prudente que González Pons a la hora de atribuirse méritos. Una de las fallas cercanas a El Carmen representa precisamente un beso. El político ya ha celebrado la influencia, pero el fotógrafo, como en el caso del beso del Congreso, es más sutil. "Estas cosas se preparan con mucha antelación", argumenta, aunque cree fervientemente que "había algo en el ambiente".
De la pared a la red
El primero de los murales, Otoño en Bremen, se elaboró hace año y medio. "Tocaba pensar en un lema" - explica Calza, que reclutó a un creativo y a una calígrafa para copiar la plantilla de "prohibido pegar carteles" serigrafiada en los muros de la capital del Turia. "Prohibido no besarse" fue la campaña que lanzaron en Instagram. El éxito ha sido rotundo. Parejas de todo tipo y condición se citan ante el mural del beso.
"Ha sido un viaje de ida y vuelta" - reflexiona Alfonso Calza. "De la fotografía a la pintura, y de ahí a la fotografía otra vez".
A la búsqueda de la pareja original
La obra más emblemática de la calle de los colores estuvo a punto de quedarse a medias. En las últimas semanas, especialmente tras la incorporación de Lonjedo al proyecto, el Ayuntamiento ha empezado a dar apoyo y protección al arte callejero de la zona, que ya figura hasta en páginas oficiales de turismo. Pero hasta entonces, Calza y sus compañeros han trabajado únicamente con los medios a su alcance.
"Cada mural es una aventura en cuanto a tiempos y permisos" - explica el artista gráfico. En el caso del mural del beso, le habían echado el ojo a la tapia de una finca de titularidad pública que amenazaba ruina. Todos los grafitis se han realizado con el consentimiento de los propietarios del edificio en los que se han pintado, y a plena luz del día. Necesitan exhibir legitimidad para que los respeten tanto los servicios de limpieza como el resto de grafiteros.
En el caso de la tapia que había de servir de lienzo al beso, Calza elevó su petición al Ayuntamiento. "Invoqué incluso la normativa de ornato público y decoro", recuerda, para solicitar que le dejaran decorar la tapia. Pero se encontró con un problema de competencias. "No parecían saber a quién le correspondía tomar la decisión. Estuvimos parados dos meses. Así que un día decidí ir a la Policía con las instancias que había presentado y exponerles el caso. Y ellos me dieron el visto bueno".
La popularidad del mural ha llevado al fotógrafo a emprender un nuevo proyecto: un timelapse de todas las parejas que se besan frente a él. Pero le falta el broche final: encontrar a la pareja a la que sorprendió besándose en una estación londinense en el verano de 2012, traerla a Valencia y enfrentarla a su efigie en la pared con la esperanza de recrear aquél momento mágico.
Para ello ha creado la campaña online #kissmevlc. "Está llegando lejos", afirma, esperanzado, aunque no duda de que encontrar a los amantes sea un reto difícil. "No sé quienes eran, ni siquiera si eran ingleses o si vivían en el mismo Londres. Me dicen que pueden haber roto, que podían estar escondiéndose de sus respectivas parejas, que puede que no les guste haber acabado en un mural"...
Pero, todo sumado, Calza le resta importancia, y cita de nuevo el profético texto de González Pons: "El beso lo disfrutan dos, pero pertenece a la humanidad".