El guion ya está escrito y cerrado, falta rodar la película. Pero no hay presupuesto. En ese punto está el Museo de las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, en el que se han invertido 160 millones de euros (presupuestado en 200) para contar la historia de España a través de las dos dinastías, Austrias y Borbones, “articulada por reinados y con piezas muy emblemáticas que conserva Patrimonio Nacional”, explican fuentes de la institución.
La museología ha corrido a cargo del director del museo paralizado, José Luis Díez, y ha sido revisada y aprobada por el presidente Alfredo Pérez de Armiñán, que no ha variado ni una coma de la propuesta original, como indican desde Patrimonio Nacional. Díez dará a conocer el proyecto, por primera vez en público, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a finales de noviembre.
Las cuatro plantas adheridas a un cortado de 30 metros, con un ascensor capaz de tragarse un autobús de ochenta turistas y subirlos hasta una nave inmensa, de más de cien metros y una altura gigante. La luz que se cuela por los ventanales verticales que miran a la sierra de Guadarrama e ilumina el cruce de bloques horizontales de la recepción. Vacía. Los inmensos espacios inmaculados están abandonados, a la espera de que España tenga gobierno.
Dos años y medio más
Falta gobierno y el último paso: licitar y adjudicar el concurso que resolverá la museografía (la realización de la película) por 25 millones de euros. La estructura ósea ya está lista, pero la materia gris no llega. “Tenemos el museo acabado y cerrado sin contratar la museografía y sólo estará listo 27 meses después de la autorización, según nuestros cálculos. No creemos que la inauguración sea antes de 2020”, cuentan desde la institución ligada a la Casa Real a este diario, a pesar de que en los planes originales el corte de cinta debería haber ocurrido en 2016.
El gobierno se niega a convocar un concurso por esa cantidad si no es “a la baja”
A pesar de la insistencia de Patrimonio Nacional, el gobierno se niega a convocar un concurso por esa cantidad si no es “a la baja”, algo a lo que la institución, tal y como informan a EL ESPAÑOL, se niega después del esfuerzo económico que se ha realizado para levantar el museo. La firma del presidente del gobierno en funciones sólo llegará si se contrata la obra más barata.
“No se puede convocar el concurso a la baja porque se primaría la baja calidad. En estos momentos, no dejan que prime el criterio de calidad", añaden. Desde la institución comentan a este diario que Patrimonio Nacional ha ofrecido, incluso, la posibilidad de aumentar la valoración del precio y que el 49% de la nota final sea referida al criterio calidad y 51% al del precio. "Pero lo han rechazado”, añaden. El gobierno en funciones de Mariano Rajoy está cerrado en banda.
Los orígenes del problema
¿Por qué se ha llegado a esta situación en la que un edificio vacío va a estar generando un coste de mantenimiento sin rentabilidad? Hay que viajar en el tiempo y aterrizar en octubre de 2015, cuando el anterior presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, decide poner su cargo a disposición de Presidencia. En su calendario, basado en la experiencia y su conocimiento de 43 años dedicado a la Administración del Estado, estaba previsto aprobar el concurso internacional de museografía para tramitar la licitación antes de las Elecciones del 20 D y evitar la parálisis. Quería ver colgadas las cerca de 1.000 piezas a mitad de 2016.
El calendario de actuaciones se encalló con la salida de Rodríguez-Spiteri, la polémica con El Prado y las Elecciones del 20 D
Pero entonces abandona, harto de su pelea con el Museo Nacional del Prado por recuperar cuatro pinturas que pertenecen a Patrimonio Nacional y que descansan en la pinacoteca desde 1936. Esas cuatro obras icónicas habrían dado sentido a una obra de las dimensiones del Museo de las Colecciones Reales: El Jardín de las delicias y La mensa de los pecados capitales de El Bosco; El descendimiento, de Roger Van der Weyden; y El lavatorio, de Tintoretto. Rodríguez-Spiteri pierde la batalla y se retira, y en ese momento la inauguración del nuevo museo se viene abajo.
El tránsito de un presidente a otro parece peligrar ante la campaña electoral, pero en el último segundo de legislatura se nombra a Alfredo Pérez de Armiñán, hombre fiel al Museo del Prado (fue uno de los cerebros que configuró la ley que dio independencia al museo, en 2004). La primera decisión de calado que tomó en la presidencia de Patrimonio Nacional no fue resolver con urgencia el concurso internacional para la museografía, sino firmar el acuerdo con El Prado para cederle en depósito de por vida las pinturas de la discordia. En tres semanas resolvió una polémica de dos años.
Ojalá hubiese algo bueno en los almacenes que pudiésemos convertir en un icono. Descartamos descubrir tesoros extraños en los almacenes
De esta manera, El Prado tiene Las Meninas de Velázquez, el Reina Sofía El Guernica de Picasso y el Museo de las Colecciones Reales… “Ojalá hubiese algo bueno en los almacenes que pudiésemos convertir en un icono. Descartamos descubrir tesoros extraños en los almacenes, porque lo bueno ya está expuesto”, se lamentaba en su día Rodríguez-Spiteri.
La película se ha quedado parada en el guion. No se puede rodar, no hay dinero. Los tapices, las pinturas, las armaduras y carruajes de ese lejano mundo monárquico embalsamado en un museo que aspira a convertirse en un lugar único en Europa -y a añadir dos horas más de contenido cultural al turismo de la capital-, sigue a la espera de que España se aclare.