Al galerista Leandro Navarro cada vez le cuesta más encontrar material nuevo. No porque no lo busque, pero apenas hay obra disponible de los artistas que él vende a coleccionistas de las vanguardias del siglo XX. Están tan cotizadas como desaparecidas. Sin embargo, encontró un pequeño lienzo de Salvador Dalí, en una colección particular de Suiza: El triunfo del Nautilus, se titula y el artista surrealista lo pintó al poco de llegar a Nueva York, en 1941, huyendo de la Segunda Guerra Mundial.
Está a la venta en ARCO por 1.400.000 euros, es la pintura más cara de la feria de arte contemporáneo -aunque casi es octogenaria- y es inevitable vincular esta visión mitológica con la de Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus (1484). Por las figuras humanas en la playa, sus cuerpos, el movimiento de las telas al viento y el oleaje. Hay algo más: su primera dueña, la bailarina, coreógrafa y actriz alemana Vera Zorina (1917-2003), era la viva imagen de Venus.
Zorina (que abandonó su nombre de Eva Brigitta Hartwig a los 15 años, cuando formó parte del Ballet ruso de Montecarlo) participó en el musical On Your Toes (1937), con coreografía de George Balanchine, con el que mantendría un matrimonio entre 1938 y 1946. Uno de sus primeros amantes escribió de ella que “poseía belleza clásica, técnica magnífica y un gran sentido del humor".
Zorina se había instalado en EEUU después de que Sam Goldwyn le propusiera protagonizar el prodigioso musical The Goldwyn Follies, en 1937, con música escrita por George Gershwin. Llegó a hacer siete películas en Hollywood, pero nunca alcanzó gran popularidad debido a su limitado talento como actriz. La impresionante belleza y la personalidad vibrante que encantó a quienes vivieron cerca de ella no pudo traducirse al celuloide. La versión cinematográfica de On Your Toes (1939) fue un fracaso rotundo.
El primer marido de la amante de Orson Welles produjo numerosas coreografías para Broadway y Hollywood y gracias a ellos juntó unos buenos beneficios que le permitieron una vida de lujo y diversión. Fueron sus producciones las que dieron más recorrido a la limitada capacidad de Vera, que ella misma reconoce en su autobiografía no sentir lo mismo que él: “George amaba con todo su ser, consumiendo, apasionadamente, románticamente e inevitablemente de manera trágica. Nadie podía igualarlo. Desde luego yo no, no entonces”.
Dalí al habla
Las biografías de Balanchine cuentan que bebía el mejor champán, que conducía uno de los primeros MG vistos en los EEUU, que compró dos grandes pianos para el cuarto de estar de su apartamento frente a Central Park, que se hizo construir una casa en Long Island y que cortejó a Vera Zorina con alguna que otra baratija de Cartier. Sus fiestas también eran las mejores y vivía por todo lo alto, sin esperar al aburrimiento. Cuando tenía pesadillas llamaba a Salvador Dalí y se las contaba, y Dalí le ofrecía su experta opinión sobre si eran interesantes o simples errores de fábrica.
El artista y Gala llegaron a Nueva York en 1940, donde vivirían ocho años, época en la que el pintor no dejó de escribir. Guiones, autobiografías, textos para catálogos, una novela sobre un salón de moda para automóviles y una estrecha relación con Walt Disney que dio como resultado la película de dibujos animados -inconclusa hasta 2003- Destino. En 1945, Alfred Hitchcock estrena Recuerda, con los decorados del pintor.
Fueron los años más productivos de Salvador Dalí, a quien el MoMA organiza una retrospectiva entre el 19 de noviembre de 1941 y el 11 de enero de 1942. Una selección de 48 pinturas y 36 dibujos, entre las que se encuentra El triunfo del Nautilus, adquirido por Vera Zorina pocos meses antes. En el catálogo de la misma se puede leer la justificación de la institución para la organización de una muestra dedicada al polémico pintor: “La fama de Salvador Dalí ha sido un asunto de particular controversia durante más de una década. Nuestra opinión sobre él difiere de la del público. Los admiradores y detractores de Dalí lo consideran como el maestro de un juego artístico: unos dicen de él que ha llevado la fantasía hasta el punto de la indignación; otros, que es un tipo extraño, polémico y joker”.
La inspiración de Verne
Debió de ser un cuadro muy importante para la bailarina, que no se separó de él hasta su muerte. Atravesó junto a la enigmática pintura otros dos matrimonios más y fue en 2003, tras su fallecimiento, cuando aparece el cuadro en la sede de Christie's, en Nueva York. Entonces se vendió por 165.000 euros. Nueve años más tarde volvió a aparecer en Christie's, esta vez Londres, y cuatro años después vuelve a estar disponible. Por 1.400.000 euros.
El triunfo de Nautilus es una alusión directa al cruce del Atlántico de Dalí y Gala. El Nautilus es la nave que conduce el pacifista Nemo, en la conocida novela de Julio Verne, 20.000 leguas de viaje submarino (1870). A ambos lados de la composición, dos mujeres que sujetan telas, como si fueran velas empujadas por el viento. Mientras pinta esta obra, acaba su autobiografía temprana, La vida secreta de salvador Dalí, que se publica en Nueva York, en 1942. Lo primero que llama la atención del cuadro es el terciopelo rojo entre el marco florido y la pintura.
El galerista Leandro Navarro tiene la exclusiva de su venta durante un año. Lo presentará también en su comercio, agrupado en una exposición dedicada a surrealistas. En ARCO si lo compra alguien será un coleccionista latinoamericano, porque en España, dice, no hay quien pague un precio así. Y los museos tampoco tienen dinero para hacerse con él. Nautilus busca a su Venus.