Paco Rabanne no es Zara, aunque lo parezca
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando inaugura una endeble exposición dedicada al escultor vasco que vistió a las mujeres de metal, patrocinada por Telva.
8 junio, 2017 16:53La sala blanca reluciente. Luces brillantes reflejan sobre las placas metálicas de los vestidos, que se presentan en andamios de obra. Parece una original idea para enmarcar a quien entendió el diseño de moda como una escultura. De hecho, es una referencia a una puesta en escena de una de las primeras pasarelas del diseñador español. Paco Rabanne, nacido Paco Rabaneda (Pasajes, País Vasco, 1834), ha entrado en un museo madrileño por primera vez y trae una lección: las ocurrencias no bastan para rendir homenaje a un artista en una institución cultural.
Las bases científicas de la Historia del Arte son de por sí muy cuestionables, pero lo que va a ocurrir en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, hasta finales de junio, es un chiste que confunde los límites entre visitante-espectador-público y cliente. La exposición que rinde tributo a la figura de Rabanne, al escultor que vestía a las mujeres, ignora el discurso que legitima su presencia en la sala principal de exposiciones de una institución como ésta.
La delicada situación económica de la Real Academia de Bellas Artes no ha hecho más que crecer en los años más críticos, gracias a los recortes drásticos de las aportaciones del Gobierno: desde los 1,6 millones de euros de 2009 a los 695.000 euros de 2017. Las aportaciones de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de la capital son irrisorias y eso ha llevado a la institución a una carrera de captación de ingresos privados que cuestionan la gobernanza y el propósito científico de la Academia. Este homenaje a Paco Rabanne es un buen ejemplo.
Museo o tienda
Aunque la Real Academia esté bajo mínimos en ingresos, aunque sea un alquiler, aunque apenas sea un mes, aunque esté organizada por una publicación y no por el aparato científico académico, aunque se enfatice una marca de moda, aunque este evento se confunda con la programación de la propia Academia, una sala de exposiciones, todavía, debería evitar parecer una tienda. En principio, los modelos de Rabanne expuestos en la muestra (junto con los del actual director artístico de la marca Paco Rabanne después de que su creador la vendiera) no están a la venta.
Las 25 piezas se suceden como maniquíes sin más explicación que la técnica utilizada por el creador y la fecha en la que fueron realizadas. “Abrigo de fieltro adornado con triángulos de plástico unidos por remaches metálicos”, otoño/invierno de 1999; “vestido en discos de plexiglás transparente y aluminio plateado unidos por anillas metálicas”, de primavera/verano de 1969. En otra: “Abrigo de placas de plexigás [SIC] transparente unidas por anillas metálicas”.
La Real Academia ha sido tremendamente cómplice de este montaje, porque ellos como nosotros entienden la importancia de la moda en la historia de la pintura
La sala adorna y envuelve otro propósito diferente al de rendir homenaje a Paco Rabanne: el premio Telva Tributo. Como explica el comisario Eloy Martínez de la Pera a este periódico, la intención era reconocer una trayectoria y buscar un diálogo entre dos generaciones de moda, Rabanne y Julian Dossena (el actual director artístico de la marca). Una manera de subrayar que la marca no murió con la excelencia de los diseños de Rabanne en los años sesenta, ni cuando éste se desvinculó de su empresa.
“La Real Academia ha sido tremendamente cómplice de este montaje, porque ellos como nosotros entienden la importancia de la moda en la historia de la pintura”, asegura el comisario a este periódico. “Las musas que aquí están son musas que inspiraron a Paco Rabanne. La Academia quería abrirse a un nuevo público que va a encontrarse con un creador, un artesano que verdaderamente amaba el arte, y que estar rodeado de arte es lo que más le podría inspirar”.
Sin noticias del arte
“No tenemos hechos plausibles para establecer ese tipo de referencias en el trabajo de Paco Rabanne. No conocemos elementos estéticos de referencia”, explica el comisario. El diseñador vive, mantiene su archivo y se conocen sus vínculos con los surrealistas y los futuristas. La única referencia a los artistas contemporáneos que actuaron con el diseñador es una fotografía con Salvador Dalí… No se especifican los vínculos culturales, industriales o políticos que aclaren de qué fuentes bebió y cómo se inspiró el diseñador hasta llegar a sus propuestas metálicas (y vanguardistas).
No hay aportaciones científicas al relato creativo de Rabanne, no hay una investigación sobre cómo floreció su imaginación a partir del uso en la moda de los nuevos materiales. Sólo maniquíes, sólo vestidos muertos, como en Primark o en Zara. Sólo fotos de actrices que visten sus vestidos, como la de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, en 1969.
Es un gran creador vivo, que rompió con todo lo previsible y establecido. Pero la muestra lo ha jibarizado a un pasillo de oferta. La exposición peca de falta de ambición científica, de recorrido histórico, de reconocimiento a la importancia de su figura. Es un fiasco. La moda ha entrado en los museos españoles y hemos visto algunas propuestas dignas, pero son mayoría las que no tienen en cuenta las exigencias y los requisitos museográficos que deben cumplirse para ver algo más que maniquíes.