Santander será un museo entre muros de hormigón, bares de barrio y ancianas con la baguette bajo el brazo y el periódico en la mano. Los museos te reciben al entrar, la obra acoge y atrapa –no siempre pasa-, igual que al salir de un callejón en Venecia, sin esperarlo, tienes a la plaza de San Marcos para adoptarte. La capital cántabra nos va a dejar experimentar esto durante el verano. Dos barrios, Entrehuertas y La Gándara, serán escenario para dos artistas que colaborarán con los vecinos en la creación de su obra.
#UnVeranoEnSantander es una iniciativa creada para que los artistas nacionales puedan hacer una residencia, como los médicos la hacen para especializarse en su formación, cambiando las jeringuillas por los pinceles y las recetas por pintura. Una participación creativa entre los artistas, la ciudad y sus habitantes. La calle será el escenario, el laboratorio en el que ensayar y probar, fallar y rehacer, entrenar y educar.
Dos meses, dos barrios y dos protagonistas, Dadi Dreucol y María García. Hace mucho tiempo que la calle es escenario, un lugar en el que los cantantes ‘callejeros’ versionan –no siempre como queremos- las canciones clásicas y los pintores de cartoncillo hacen caricaturas a los turistas. Pero en esta experiencia, artistas y vecinos se unen para crear y aprender juntos en un proyecto que comienzan desde cero.
La calle
La ciudad y el barrio serán el foco de atención. Es un proyecto con un sentido social y pedagógico, no solo artístico. Son barrios obreros, de familias trabajadoras y muy poblados. De esos que cuando los niños salen del colegio se quedan a jugar en el patio, de los que el parque es punto de encuentro y las cafeterías tienen sabor a tardes de charla.
“Lo que se quiere conseguir es apartar el sentido elitista que tiene el arte. No pertenece a las élites. Queremos enfocar la residencia para que se haga en dos barrios populares con perfil de gente obrera y trabajadora”, así explica Laura Crespo, fundadora y directora de DidacArt, el objetivo final de este proyecto.
Una participación creativa, entre los artistas, la ciudad y sus habitantes. La calle será el escenario, el laboratorio en el que ensayar y probar, fallar y rehacer, entrenar y educar
Un proceso de creación grupal, junto a los vecinos seleccionados. “Se crea un grupo que empieza desde cero a discurrir una idea, le ponen bases y se crea una obra”, así explica Crespo la dinámica de equipo. No es obra de un solo artista, es un proyecto que se empapa de la calle y su gente para crear, sobre el asfalto, un ensayo artístico.
Julio de Dreucol
El malagueño ya lleva una semana trabajando en el barrio de Entrehuertas, él inaugura esta iniciativa pionera. Licenciado en Bellas Artes, comenzó su carrera como grafitero y ahora define su trabajo como algo ecléctico. "He pintado durante cuatro años personajes fijos y ahora estoy en un momento libre en el que no temo abarcar cualquier temática. Por mi forma de entender el arte sería extraño centrarme solo en cuestiones formales. Así no me siento cómodo”.
Entusiasmado con el mes de trabajo que está por llegar, Dreucol habla de #UnVeranoEnSantander como un encuentro en el que las intervenciones serán producto de la interacción diaria con el barrio, “a través de paseos, explorando la zona y sus historias y, por supuesto, con los vecinos”, con ellos ya ha creado un grupo de trabajo para consensuar las diferentes acciones.
El grafiti nació en el barrio y ahora se queda en el barrio. De una forma distinta, con una investigación previa y el reposo que necesita. El grafiti ha sobrepasado las calles pero eso no significa que no pueda seguir haciéndose ahí, con la gente y sobre las paredes. Y, ¿por qué la calle? "Mi pensamiento está cada vez más alejado de la posición imperante actual, en la cual los artistas urbanos hacen gala de una individualidad extrema, llevando su obra a cualquier sitio sin tener en cuenta el contexto. Intento hacer lo contrario, aunque a veces la situación sea desfavorable”.
Agosto con María
El proyecto de María García -arquitecta y activista urbana- ya tiene nombre, La Ópera Pública. A través del arte performance la madrileña quiere responder preguntas sobre las ciudades, ¿quiénes son sus protagonistas? ¿Quién decide sobre ellas? ¿Cuáles son las identidades que esconde su trama? No quiere que sea un producto de consumo pasivo, el espectador es observado y la ciudad se convierte en actor. La ciudad es escenario de vida y, ahora, escenario de arte.
Lo que se quiere conseguir es apartar el sentido elitista que tiene el arte. No pertenece a las élites
La ciudad es el tablado perfecto, el decorado para trazar con los vecinos una obra artística. Dice María que su proyecto “trata de la ciudad y sus habitantes, no es una investigación individual, es un planteamiento colectivo. En la ciudad se hace y se rehace, se va a configurar no solo a través de las actividades cotidianas, también por las experiencias que aporten las personas que viven en La Gándara”.
“Busco encontrar las nuevas identidades de las ciudades y su transformación constante”. Quiere poner en valor el patrimonio inmaterial de las experiencias que se viven en los barrios.